La cinta es abstracta. No hay tiempo ni lugar reconocible, aunque las locaciones son chilenas y participan en roles secundarios los excelentes actores nacionales Julio Jung, Amparo Noguera, Gonzalo Robles, Willy Semler y Luis Dubó. El director consigue dotar a la película de una atmósfera muy especial y en esto es clave la dirección de arte del chileno Jorge Zambrano junto a la fotografía del francés Antoine Héberlé.
En la presentación del filme, Alireza Khatami menciona que su infancia transcurre entre la guerra entre su país, Irán, e Irak, y que posteriormente pudo descubrir situaciones similares en otros lugares. "Recordar es un acto de resistencia", expresa el director, y tal vez es por ello las licencia narrativas que asume, y lo onírico de algunas secciones del filme. En palabras de uno de los productores, Giancarlo Nasi, “nos gusta hacer cine para cruzar los límites del arte y llevar los límites del cine siempre más allá, hacer cosas atrevidas y novedosas... crea un mundo en el que todo está permitido”.
El punto de inflexión es el descubrimiento que realiza el viejo sepulturero del cuerpo de una joven desconocida, abandonada presumiblemente por error por parte de quienes invadieron el lugar anteriormente. Ante ello, y a la luz de los sucesos, decide hacer lo posible por darle un entierro digno y es en este tránsito en el que transcurre la segunda mitad de la historia.
Esta co-producción entre Francia, Alemania, Holanda y Chile, no es tan sencilla de presenciar. Y tal vez aquello es justamente su mayor valor. A través de un relato aparentemente lineal, el guion permite que busquemos hilos y ramas, que volvamos atrás y vayamos adelante e incluso que incómodamente seamos nosotros mismos los que le demos sentido a la historia. Eso es interesante y se transforma en un trabajo que se disfruta mucho más luego de terminar de verla, momento en el que los elementos retratados y las imágenes comienzan a llegarnos como preguntas, sensaciones y recuerdos.
“Los versos del olvido" tiene algo que es difícil de describir. Es un movimiento constante, una búsqueda, un impulso vital que nace desde lo más íntimo del protagonista. Este “perpetuum mobile” no lo deja tranquilo, lo ahoga y lo obliga a mantenerse alerta, algo que Margallo interpreta de forma notable. Solo hay una frase que tal vez nos puede dar una pista; “olvidar el olvido, ese es el verdadero olvido", algo que naturalmente parece imposible tomando en cuenta la memoria persistente del anciano y que nos recuerda que hay cosas que verdaderamente, por más esfuerzo que hagamos, no se pueden olvidar.
Ficha técnica
En la presentación del filme, Alireza Khatami menciona que su infancia transcurre entre la guerra entre su país, Irán, e Irak, y que posteriormente pudo descubrir situaciones similares en otros lugares. "Recordar es un acto de resistencia", expresa el director, y tal vez es por ello las licencia narrativas que asume, y lo onírico de algunas secciones del filme. En palabras de uno de los productores, Giancarlo Nasi, “nos gusta hacer cine para cruzar los límites del arte y llevar los límites del cine siempre más allá, hacer cosas atrevidas y novedosas... crea un mundo en el que todo está permitido”.
El punto de inflexión es el descubrimiento que realiza el viejo sepulturero del cuerpo de una joven desconocida, abandonada presumiblemente por error por parte de quienes invadieron el lugar anteriormente. Ante ello, y a la luz de los sucesos, decide hacer lo posible por darle un entierro digno y es en este tránsito en el que transcurre la segunda mitad de la historia.
Esta co-producción entre Francia, Alemania, Holanda y Chile, no es tan sencilla de presenciar. Y tal vez aquello es justamente su mayor valor. A través de un relato aparentemente lineal, el guion permite que busquemos hilos y ramas, que volvamos atrás y vayamos adelante e incluso que incómodamente seamos nosotros mismos los que le demos sentido a la historia. Eso es interesante y se transforma en un trabajo que se disfruta mucho más luego de terminar de verla, momento en el que los elementos retratados y las imágenes comienzan a llegarnos como preguntas, sensaciones y recuerdos.
“Los versos del olvido" tiene algo que es difícil de describir. Es un movimiento constante, una búsqueda, un impulso vital que nace desde lo más íntimo del protagonista. Este “perpetuum mobile” no lo deja tranquilo, lo ahoga y lo obliga a mantenerse alerta, algo que Margallo interpreta de forma notable. Solo hay una frase que tal vez nos puede dar una pista; “olvidar el olvido, ese es el verdadero olvido", algo que naturalmente parece imposible tomando en cuenta la memoria persistente del anciano y que nos recuerda que hay cosas que verdaderamente, por más esfuerzo que hagamos, no se pueden olvidar.
Ficha técnica
Título original: Oblivion Verses
Francia-Alemania-Holanda-Chile, 2017
Duración: 78 minutos
Calificación: Todo espectador +7
Productores: Frédéric Bellaïche, Joost de Vries, Fabian Massah, Giancarlo Nasi, Leontine Petit, Catharina Schreckenberg, Vincent Wang, Dominique Welinski
Dirección de fotografía: Antoine Héberlé
Dirección de arte: Jorge Zambrano
Montaje: Florent Mangeot
Elenco: Juan Margallo, Tomás del Estal, Manuel Morón, Itziar Aizpuru, Julio Jung, Amparo Noguera, Gonzalo Robles, Willy Semler, Luis Dubó
Dirección y guion: Alireza Khatami
Francia-Alemania-Holanda-Chile, 2017
Duración: 78 minutos
Calificación: Todo espectador +7
Productores: Frédéric Bellaïche, Joost de Vries, Fabian Massah, Giancarlo Nasi, Leontine Petit, Catharina Schreckenberg, Vincent Wang, Dominique Welinski
Dirección de fotografía: Antoine Héberlé
Dirección de arte: Jorge Zambrano
Montaje: Florent Mangeot
Elenco: Juan Margallo, Tomás del Estal, Manuel Morón, Itziar Aizpuru, Julio Jung, Amparo Noguera, Gonzalo Robles, Willy Semler, Luis Dubó
Dirección y guion: Alireza Khatami