miércoles, 30 de enero de 2019

La mula

Un anciano, otrora exitoso en el cultivo y venta de flores, ve cómo el paso del tiempo deshace su negocio y lo lleva a la quiebra. Culpa de “Internet”, dice Earl Stone, interpretado por Clint Eastwood en una película que también lleva su firma como director.

El nonagenario protagonista se ve de improviso sin rumbo. Una cuota de amargura, decepción y orgullo lo impulsan a aceptar un trabajo que parece sencillo; manejar centenas de kilómetros para transportar mercancías. Lo que Earl desconoce es el tipo de carga y el peligro que conlleva este nuevo oficio. Tampoco tiene nociones acerca de los códigos del trato, no sabe usar un celular ni menos enviar mensajes. Earl es un outsider de la cultura moderna y no le es ningún problema, porque la detesta con toda la libertad que le otorgan los largos años recorridos.

Sin embargo el negocio resulta rentable y lucrativo. Los primeros encargos le dan una utilidad monetaria que le permiten saldar algunas deudas familiares e incluso logra proporcionar ayudas sociales como por ejemplo al club local de veteranos de guerra del que forma parte. Pero la relación con su familia no solo tiene que ver con el dinero. Ha estado ausente de la mayoría de los acontecimientos importantes, por ello su ex esposa no lo tolera, su hija no le habla y solo encuentra un hilo de compasión en su joven nieta que está por contraer matrimonio.

Con muy pocos elementos, Clint Eastwood se basa en un artículo de prensa que da cuenta de la historia real de Leo Sharp, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que a sus noventa años se convirtió en traficante de drogas del Cártel de Sinaloa. El guion escrito por Nick Schenk fluye de la mano del director, sin vacíos, con un ritmo exacto, con las pausas apropiadas y con los momentos precisos de tensión que el relato necesita para construir la historia.

La película trasunta humanidad. Habla del ocaso de la vida, de la familia, de las frustraciones y las perdidas, las oportunidades y decisiones tomadas; todo lo que constituye un extenso, difícil y complejo camino recorrido. Eastwood se ve realmente anciano. No advertimos si es por el personaje, si es por sus 88 años o bien una mezcla de estos y otros factores. Lo que sorprende es que sin duda es él quien está detrás de la cámara, actúa y es responsable de un proyecto que, como nos tiene acostumbrados, es de impecable factura, algo propio del sello que lo caracteriza.

El protagonista demuestra su experiencia no solo por su aspecto físico. Viene de vuelta, literalmente. Es justamente la expresa ausencia de temor la que le permite ser generoso y bondadoso. Nunca deja de ser el personaje que ha sido. Muy por el contrario, disfruta de la compañía femenina sin ningún pudor y tal vez por ello, las tres mujeres más importantes de su vida le recuerdan permanentemente que su lazo afectivo prácticamente no existe y que no merece ninguna oportunidad ni menos su perdón.

Por cierto la historia no se completa sin la presencia policial. Dinero y drogas asegura que alguien esté detrás de la operación, y por ello el agente Colin Bates -Bradley Cooper- está decidido a desbaratar la red, encontrar al “Tata” y con ello acercarse un poco más a la organización central.

El atípico narcotraficante está preso de las circunstancias. Lo sabe tan bien que a modo de predicción es capaz de dedicarle un consejo y enseñanza al joven agente. “La familia es lo más importante... me dediqué más al trabajo que a mi familia por tratar de ser alguien... alguien que no fuera el fracaso que soy en el hogar...” Cierto, son palabras o frases que hemos escuchado más de una vez, pero vuelven a cobrar sentido al escucharlas en pantalla, sobre todo en boca de Clint Eastwood y dirigidas a Bradley Cooper. Dos desconocidos en la historia, pero grandes amigos en la vida real. Profesor-alumno, maestro-discípulo; una estrecha relación que Cooper honra con su excelente primer trabajo como director en “Nace una estrella”, donde la mano sabia de su mentor es nítida y cristalina. Tan transparente como el experimentado Eastwood lo transmite con “La Mula”.

Ficha técnica

Título original: The Mule
Año: 2018
Duración: 116 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Imperative Entertainment / Warner Bros. / Bron Studios / Malpaso Productions. Distribuida por Warner Bros.
Género: Drama | Vejez. Basado en hechos reales. Drogas
Guion: Nick Schenk (Artículo: Sam Dolnick)
Música: Arturo Sandoval
Fotografía: Yves Bélanger
Reparto: Clint Eastwood, Bradley Cooper, Michael Peña, Taissa Farmiga, Laurence Fishburne, Ignacio Serricchio, Alison Eastwood, Dianne Wiest, Diego Cataño, Robert LaSardo, Lobo Sebastian, Andy García, Clifton Collins Jr., Manny Montana, Jill Flint, Noel Gugliemi, Loren Dean, Katie Gill, Daniel Moncada, Victor Rasuk, Devon Ogden, Ashani Roberts, Lee Coc, Rey Hernandez, Joe Knezevich, Derek Russo
Dirección: Clint Eastwood

Jefa por accidente

Una nueva película de la versátil Jennifer Lopez llega a nuestras pantallas. Esta vez interpreta a Maya Davilla, una mujer madura y dedicada que ha desarrollado una gran experiencia como encargada de ventas de un supermercado de barrio en Nueva York. Al verse negada su posibilidad de ascender tomando el cargo de Jefa del Área por no tener estudios universitarios en economía, Maya deslumbra al CEO de una de las más grandes corporaciones de Estados Unidos y se ve enfrentada a un desafío no menor: demostrar que su experiencia es una herramienta tanto o más poderosa que los honores que confieren los diplomas y postgrados.

Con temáticas actuales y variadas, la cinta se desarrolla en torno a varios tópicos. ¿Cuánto vale realmente o cuán verdaderamente reconocida es la experiencia laboral al compararla con los diversos estudios y títulos?. La falta de oportunidad, la pobreza juvenil y las decisiones producto de ello, también juegan un rol importante en la historia. Y por cierto expone directamente la creación de mentiras en el mundo digital, que presentan a una persona diferente muy distante, a veces, de la realidad.

Un tema mayor es subyacente al relato. Presenta la disyuntiva del embarazo adolescente, la decisión entre el realizar un aborto o la entrega en adopción del bebé, lo que naturalmente tiene vínculos importantes con el presente de Maya que radican en sus decisiones, las oportunidades y el reencuentro.

Siempre en tono de comedia y sin abandonar una cierta ligereza que permite el estilo, el desafío laboral al que Maya es impulsada involucra también a otros personajes, los “descartados” por el sistema, ya sea por su timidez, por su forma de abordar el trabajo o por ser decididamente unos “nerds” que poco tienen que aportar a una exitosa compañía. Sin embargo, estos profesionales trabajan con mucha pasión y esfuerzo pues, tal como la protagonista, también deben ser capaces de demostrar con hechos y acciones su real valía.

Los engaños y las trampas no suelen llevar a nada bueno. Las soluciones son aun más complicadas. Por ello el reconocimiento oportuno -o tardío, como en este caso- de la falta de honestidad o de consistencia puede efectivamente entregar una nueva oportunidad, un valioso “Second Act”, como señala el nombre original de la película.

Ficha técnica

Título original: Second Act
Año: 2018
Duración: 103 minutos
País: Estados Unidos
Productora: STX Entertainment. Distribuida por GEM Entertainment / Film, TV House
Género: Comedia. Drama. Romance | Trabajo/empleo. Familia. Comedia dramática
Guion: Justin Zackham, Elaine Goldsmith-Thomas
Música: Michael Andrews
Fotografía: Ueli Steiger
Reparto: Jennifer Lopez, Vanessa Hudgens, Leah Remini, Freddie Stroma, Milo Ventimiglia, Treat Williams, Charlyne Yi, Dave Foley, Annaleigh Ashford, Larry Miller, Dan Bucatinsky, Natasha Romanova, Kelly P. Williams, Elizabeth Masucci, Alan Aisenberg, Angel Christian Roman, John James Cronin, Ruben Navarro, Dalton Harrod
Dirección: Peter Segal

Nacido para ser Rey

Esta entretenida película, escrita y dirigida por Joe Cornish, logra rejuvenecer la historia del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda incorporando actualidad y modernidad.

Alex Elliot -Louis Ashbourne Serkis- y su amigo Bedders -Dean Chaumoo- asisten a la escuela primaria en Inglaterra. Son grandes amigos, tanto que Alex no duda en defender a su compañero de un buyling realizado por dos antipáticos estudiantes que quieren con ello demostrar que son los lideres de la masa estudiantil. Vemos discriminación y violencia que deben ser sobrellevadas por los estos dos sencillos escolares que están más cerca del anonimato.

Todo cambia cuando Alex descubre una espada enterrada en una roca de una excavación y la saca. Se trata de “Excalibur”, la más famosa de las armas medievales. Con esa acción algo mágico sucede y comienza la cuenta regresiva de una historia que pone en peligro el orden mundial pues la malvada Morgana -Rebecca Ferguson- está a punto de volver a la vida para tomar venganza y apoderarse del mundo entero luego de su destierro a las profundidades más oscuras de la tierra.

La cinta posee una narración dinámica y está llena de pequeños detalles que acompañan el relato y le dan profundidad y contexto a su contenido. Es interesante observar cómo cobran vigencia los códigos de lealtad y esos códigos de caballeros que se transforman en valores actuales importantes que deben ser respetados para poder conseguir los objetivos.

“El mundo no cambia, nosotros debemos cambiar” es uno de los enunciados más nobles de un fino argumento que se enfoca hacia el actuar correctamente, donde la disputa entre el bien y el mal tiene múltiples escenarios en los que la fantasía y la magia son utilizados para ejemplificar gráficamente la historia y donde todos los elementos confluyen para construir esta fábula que se gana su propio espacio .

La química de sus protagonistas es también un punto alto no solo por lo que cada uno representa en diversidad y opciones, sino que también por la forma en que dialogan y se complementan en las diferentes situaciones que deben enfrentar.

“The Kid Who Would Be King” es una gratísima sorpresa que vale la pena observar y que sin duda tiene el camino abierto para continuar la historia de la mano de estos nóveles y carismáticos “caballeros”.

Ficha técnica


Título original: The Kid Who Would Be King
Año: 2019
Duración: 120 minutos
País: Reino Unido
Productora: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; 20th Century Fox / Working Title Films / Big Talk Productions
Género: Fantástico. Aventuras | Comedia juvenil
Guion: Joe Cornish
Fotografía: Bill Pope
Reparto: Louis Serkis, Dean Chaumoo, Tom Taylor, Rhianna Dorris, Angus Imrie, Rebecca Ferguson, Patrick Stewart
Dirección: Joe Cornish

Escape Room

Asistimos a un relato cuya fórmula ya conocemos. Seis personas de diferente procedencia reciben una misteriosa invitación para participar en una “Escape Room”. El premio es de US 10.000 y deberán poner a prueba todas sus habilidades.

La película comienza anticipando algo del relato pero sin ningún contexto. Luego vuelve atrás para presentarnos a los protagonistas, sus rutinas y, muy por encima, cómo es que llegan a aceptar el desafío.

El comienzo descriptivo dista bastante de ser una presentación de los participantes. Poco o nada podemos inferir de ellos y menos de lo que están a punto de vivir. El guion es simple y en extremo predecible, sobre todo cuando el juego comienza, con unos primeros acertijos interesantes -y muy propios del género- para luego pasar a otros sumamente rebuscados y al límite de lo absurdo e improbable.

La poca empatía que despiertan los protagonistas es evidente, incluso antes que naturalmente comiencen, uno a uno, a abandonar el juego. Como la historia se desarrolla mínimamente, sucede lo mismo con sus personajes a los que apenas alcanzamos a visualizar. Se trata de conectarlos con su pasado, tal vez con algo en común, pero aquello no resulta suficiente para sostener un peso adecuado en la narración que, en la medida que avanza, se hace cada vez más plana y carente de interés.

Con bastante material prestado de otras producciones -“El juego del Miedo”, “Lost”, entre muchas otras- la película se enreda en sí misma, se ahoga en su propia sala de escape y no funciona como esperamos. Tilt and Game Over.

Ficha técnica

Título original: Escape Room
Año: 2019
Duración: 100 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Original Film. Distribuida por Columbia Pictures
Género: Thriller
Guion: Maria Melnik, Bragi F. Schut
Música: John Carey, Brian Tyler
Fotografía: Marc Spicer
Reparto: Taylor Russell, Deborah Ann Woll, Logan Miller, Tyler Labine, Jay Ellis, Nik Dodani, Adam Robitel, Kenneth Fok, Jessica Sutton, Vere Tindale, Cornelius Geaney Jr., Yorick van Wageningen, Jamie-Lee Money, Paul Hampshire, Pete Sepenuk, Dan Gruenberg, Gino Lee, Russell Crous
Dirección: Adam Robitel

miércoles, 23 de enero de 2019

La Favorita

“La Favorita” es una película fina para degustar con calma. ¡Pero ojo! Un paladar sensible podría llevarse una primera impresión equivocada y anular las capas más importantes del trabajo del excelente director Yorgos Lanthimos.

¿Por qué? Básicamente, porque esta propuesta del cineasta griego es irreverente, desopilante y por momentos incluso obsena.

En una primera capa, que podría resultar chocante, vemos los secretos e intrigas de “Palacio” a comienzos del Siglo XVIII en Inglaterra. Y la forma de mostrarlo es directa, sin anestesia. La Reina Ana -Olivia Colman está realmente divina en su rol-, su mano derecha, Sarah Churchill -Rachel Weisz transformada en una arpía de tomo y lomo- y una familiar lejana recién aparecida, Abigail Masham -Emma Stone soberbia e irreconocible respecto a sus papeles recientes-, conforman un trío femenino que resulta portentoso. Con una recreación de época cuidada, sorprendente y llena de detalles exquisitos, Lanthimos escarba con profundidad y asertividad en las relaciones humanas y de poder.

La banda sonora de la película es una verdadera delicia. No es menor el protagonismo que el director entrega a la viola, en especial con el vigoroso Concierto de Vivaldi -con la característica versión de “Ars Antigua” más cercana al estilo, eso si, de “Europa Galante”- y sobre todo con el Quinteto con Piano de Robert Schumann, con ese segundo movimiento oscuro y a la vez revelador, intrigante y cautivador.

Yorgos Lanthimos posee el talento para elaborar “La Favorita” componiendo una narración lírica. Ya lo vimos en la inquietante y abrumadora “El sacrificio del siervo sagrado”. Acá se aleja de ese estilo temático y el director transforma su relato en un juego que por momentos, y literalmente, podemos percibir como una “tomadura de pelo”, “Real”. Sin embargo, es necesario profundizar un poco más porque recién allí aparecen las otras capas con una gran profundidad presente en cada una de ellas, lo que se transforma en un desafío que debemos aceptar si queremos realmente seguir adelante.

Este bocado de fino humor absurdo, de relaciones -en toda la dimensión de la palabra- y un verdadero tratado sobre los espacios del poder es para disfrutarlo sin complejos. El sarcasmo está a flor de piel, tanto como la caída en desgracia o la aparente bonanza de sus protagonistas. Podemos tomarlo en serio o no. Política, amor carnal, pasión, lujuria y desenfreno, todo está en un mundo creado especialmente para recorrerlo sin ningún pudor. Lo que no podremos eludir es que Lanthimos ya nos ha tendido su red. Y no solo nos atrapa sino que al concluir parece que la historia continuara su curso natural. Y claro, sabemos que la realidad supera la ficción, por lo que cualquier coincidencia con alguna actualidad mundial de estos días es solo eso, una “infeliz” y “desdichada” coincidencia.

Ficha técnica

Título original: The Favourite
Año: 2018
Duración: 121 minutos
País: Reino Unido
Productora: Coproducción Reino Unido-Irlanda-Estados Unidos; Element Pictures / Scarlet Films / Film4 Productions / Waypoint Entertainment. Distribuida por Fox Searchlight
Género: Drama | Comedia negra. Siglo XVIII
Guion: Deborah Davis, Tony McNamara
Fotografía: Robbie Ryan
Reparto: Olivia Colman, Emma Stone, Rachel Weisz, Nicholas Hoult, Joe Alwyn, James Smith, Mark Gatiss, Jenny Rainsford, Tim Ingall, Basil Eidenbenz, Timothy Innes, Jack Veal, James Melville, Hannah Morley, John Locke
Dirección: Yorgos Lanthimos

Como entrenar a tu dragón 3

Con el paso de los años la grata sorpresa inicial de la película “Como entrenar a tu dragón”, en su primera versión el año 2010, ha ido disminuyendo. Y es natural. Ya la segunda parte presentada el 2014 tiene un dejo de nostalgia que, si bien nos recuerda la original, denota la búsqueda de un camino diferente a explorar. El cierre de la trilogía, con esta tercera parte, dista mucho de aquel convincente comienzo, sin embargo y sin deslumbrar, se hace cargo de las expectativas que todos tenemos de esta esperada secuela.

En Berk la vida pacífica entre vikingos y dragones se desarrolla con normalidad. De hecho, Hipo, el joven y audaz jefe, hace esfuerzos por liberar a más y más dragones y llevarlos a casa para cuidarlos y defenderlos de sus temibles atacantes y raptores. La pequeña aldea está abarrotada y eso los hace vulnerables por lo que necesariamente deben buscar opciones para trasladarse. No es sencillo, la costumbre es fuerte y salir de la propia zona es más complicado aún. “Chimuelo”, el tierno y a la vez temible dragón furia nocturna, también comienza a mirar hacia afuera pues aparece en su entorno una coqueta dragoncilla, furia luminosa, que desvía su mirada y capta su atención. La cinta basa entonces su historia en el crecimiento, en la maduración, en el amor y la libertad; en la elección de caminos y opciones que contribuyan al bien común de la comunidad y también a lograr lo mejor para cada uno de sus habitantes.

La película funciona perfecto como fábula animada. Si bien el problema central -la convivencia de vikingos y dragones- ha desaparecido, son ahora los conflictos interiores de los protagonistas los que cobran mayor relevancia. La validación de Hipo ante sus pares, su amor por Astrid y el peso heredado de cuidar a los suyos, hacen mella en las acciones del joven protagonista. Por otra parte, el adorable Chimuelo, que ve conquistado su corazón, percibe en el horizonte una dimensión hasta ahora invisible e ignorada.

DreamWorks desarrolla, una vez más, una animación descollante. No es novedad, pero esta vez han adicionado unos planos aéreos que son exquisitos y que adquieren un realismo que impresiona.

¡La música es de lo mejor! La partitura de John Powell es un verdadero concierto que construye un protagonismo maravilloso en múltiples secuencias y escenas, desde las fragosas batallas hasta los momentos más sutiles, suaves y románticos.

Justamente por tener un guion más reposado y maduro, asistimos a momentos que realmente son hermosos. Imperdible es el coqueteo inicial de la pareja de dragones -con la graciosa ayuda de Hipo, por supuesto- y un plano adicional con una coreografía aérea que debe estar dentro de lo mejor de la trilogía. Se agradece el tiempo destinado a estas escenas, la ausencia de premuras y tal como en las entregas anteriores, el cuidado por cada detalle de la historia, lo que incluye un tratamiento de los personajes secundarios con la dosis justa de humor y muchos guiños al mundo adulto que sacan carcajadas de la audiencia.

“How To Train Your Dragon: The Hidden World” es para disfrutarla en familia y llega como una certera conclusión. Es de esperar que si la idea continúa, explore otros caminos y su línea abra nuevos escenarios para no caer en la tentación de explotar el recurso al punto de destruirlo con demasiadas repeticiones. DreamWorks Animation lo sabe y tiene experiencia en estas lides. Solo queda esperar y estar atentos al futuro, que bien podría ir hacia ese “mundo invisible” que hace mención el título original de la cinta.

Ficha técnica 

Título original: How To Train Your Dragon: The Hidden World
Año: 2019
Duración: 104 minutos
País: Estados Unidos
Productora: DreamWorks Animation / Mad Hatter Entertainment
Género: Animación. Aventuras. Comedia | Dragones. Vikingos. Secuela. 3-D
Guion: Dean DeBlois (Libros: Cressida Cowell)
Música: John Powell
Fotografía: Animation
Reparto: Animation, Jay Baruchel, America Ferrera, Cate Blanchett, Gerard Butler, Jonah Hill, Kristen Wiig, Justin Rupple, Christopher Mintz-Plasse, Craig Ferguson, Kit Harington, F. Murray Abraham
Dirección: Dean DeBlois

martes, 22 de enero de 2019

Glass

M. Night Shyamalan tiene tantos seguidores como detractores. Para estos últimos su filmografía no es suficiente, sin embargo para los primeros sus cintas son un verdadero deleite. ¿Qué provoca extremos tan opuestos? No es una pregunta fácil de responder porque el cineasta filma en un nivel alto, naturalmente sobre la media. Además, los guiones son de su autoría y en cada uno de ellos observamos una propuesta que, más o menos cercana a nosotros, lo caracteriza. Asimismo, Shyamalan posee un fuerte vínculo con lo sobrenatural y le resulta extremadamente sencillo narrarlo, incluso cuando las conexiones son difusas, complejas y en ocasiones algo “tiradas de las mechas”.

“Glass” es su última creación y nos sorprende con una película que concluye una inesperada trilogía de la que forman parte “El Protegido” y “Fragmentado”. De hecho, en esta secuela final los protagonistas son las 24 personalidades de “La Bestia” -James McAvoy despliega su amplio abanico de histrionismo en un papel desbordante-, David Dunn -un Bruce Willis con dos revoluciones menos pero igual de intrigante- y el enigmático Elijah Price, “Mister Glass” -Samuel L. Jackson brillante-, tres figuras que compiten por si solas en la pantalla y que se perfilan a sus anchas en el universo de Shyamalan.

El argumento no es tan importante. Es más, puede resultar confuso y por momentos, al comienzo, tedioso. Las conexiones son complicadas y las luces entregadas no develan los trazos importantes de la historia. Incluso, podría decaer bastante nuestra atención en la primera hora del metraje si estamos demasiado alertas a entender cada giro y cada paso. Es mejor no preguntarse qué significa lo que vemos o hacia dónde se encamina la historia para así dejarse sorprender por la mano suave del director que, a partir del segundo tercio, comienza una construcción sólida de un relato que lleva su firma por donde lo miremos.

M. Night Shyamalan no solo maneja los tiempos de forma notable sino que tiene un dominio de los planos que resulta envidiable. Nada parece anteponerse al reto del director pues cada cuadro y cada imagen resalta sin sobre exponerse demasiado. Es cierto que contar con los actores que están a cargo de los tres protagónicos es un lujo, sin embargo la mano conductora se aprecia especialmente en las secuencias largas, en aquellos planos aparentemente sin sentido que luego de unos minutos se explican naturalmente.

“Glass” no es una película brillante. Tampoco es una luz resplandeciente que destaque de sobremanera en el ya largo recorrido de su autor. El tema es que M. Night Shyamalan resulta ser un imperdible. Siempre es una propuesta y tal vez siempre esperamos y exigimos mucho más de lo que nos ofrece. Y es lo que sucede con los realizadores que logran transmitir su estilo y para ello configuran un sello especial. En este caso, ese sello es potente y tremendamente interesante. Tal vez por ello genera controversia, opiniones extremas y debate asegurado, es decir, un hecho de arte en toda su dimensión.

Ficha técnica

Título original: Glass
Año: 2019
Duración: 129 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Blumhouse Productions / Blinding Edge Pictures / Universal International Pictures (UI) / Buena Vista International / Perfect World Pictures. Distribuida por Universal International Pictures (UI)
Género: Intriga. Thriller | Sobrenatural. Superhéroes. Secuela
Guion: M. Night Shyamalan
Música: West Thordson
Fotografía: Mike Gioulakis
Reparto: James McAvoy, Bruce Willis, Samuel L. Jackson, Sarah Paulson, Anya Taylor-Joy, Spencer Treat Clark, Shayna Ryan, Charlayne Woodard, Luke Kirby, Rob Yang, Brian Donahue, Adam David Thompson, Marisa Brown, Kyli Zion, Diana Silvers, M. Night Shyamalan, Nina Wisner, Serge Didenko, Russell Posner, Leslie Stefanson, Kimberly S. Fairbanks, Rosemary Howard, Johnny Hiram Jamison, Marc H. Glick, Brick Mason, Bostin Christopher, Ukee Washington, Brian Anthony Wilson, Tobias Segal, Tom DiNardo, Timothy Chivalette, Tim Duquette
Dirección: M. Night Shyamalan

miércoles, 16 de enero de 2019

Van Gogh: en la puerta de la eternidad

Muchas obras cinematográficas han incursionado en la vida del revolucionario pintor francés post impresionista, Vincent Van Gogh. Hace poco, una propuesta llamada “Loving Vincent”, compuesta por más de 64.000 pinturas transformadas en fotogramas y desarrollada íntegramente en su característico estilo, nos asombró. En esta oportunidad, el director Julian Schnabel decide filmar el tiempo que el pintor pasó en Arles y en Auvers-sur-Oise, Francia, momentos en los que Van Gogh toma conciencia de su inestabilidad emocional a la vez que pinta, tal vez, lo más destacado de su trabajo. En palabras del director, "es una película sobre la creatividad y los sacrificios que tuvo que hacer Vincent para crear las espectaculares obras maestras que hoy en día son mundialmente reconocidas. No es la historia oficial, es mi versión. Una versión que espero que nos acerque más a él".

Sin duda es una visión particular y de autor. Schnabel intenta describir lo que posiblemente veía el pintor -que lo describe él mismo como aterrador-, influenciado quizá por el aislamiento y la soledad. En un viaje constante, Van Gogh parece buscar un camino que no encuentra rumbo. Esta búsqueda permanente lo lleva a la incomprensión e incluso a la reclusión, algo que de ninguna manera disminuye el vital impulso que siente por compartir su arte con la humanidad.

La cinta tiene un desarrollo bastante cadencioso. La cámara de Julian Schnabel es también en extremo nerviosa; tirita y salta permanentemente. Tiene además, un curioso efecto dado que se logra percibir que alguien está filmando, o al menos como espectadores tomamos conciencia que una persona sostiene la filmación. La partitura, firmada por Tatiana Lisovkaia, tiene momentos bellos, sin embargo en ocasiones asume una responsabilidad en la conducción que se ve truncada por cortes abruptos que no se condicen con el ritmo del relato. El protagonismo del piano en las secuencias de desarrollo tiende a anular la progresión de la tensión dramática -que muchas veces las cuerdas suelen reflejar mejor- lo que, sumado a algunas decisiones que resultan clave, me parece que no logra encuadrar correctamente la música con la imagen.

La excelente interpretación de Willem Dafoe dota a la cinta de una solidez especial y particular. Él debe soportar la historia, conducir, guiar, observar y decidir cada paso del camino que recorre el protagonista. Su transformación, reflejada en intensidad y en luces de locura, es transmitida de forma notable por Dafoe, logrando dar cuenta de la interioridad del artista, de su genio, de sus conflictos y contradicciones, de sus sueños y frustraciones.

A pesar de no profundizar en su amistad con Paul Gauguin, interpretado por Oscar Isaac, la complicidad de ambos pintores le permite al guionista y director inferir sobre la reconocida mutilación de su oreja izquierda y también sobre los misteriosos hechos de su muerte, abriendo otra tesis al respecto.

“At Eternity's Gate” es una película interesante de visitar pero incómoda en su forma y en su desarrollo. Pasando esas capas encontramos al artista y vemos claramente por qué Willem Dafoe gana merecidamente el premio al mejor actor en el reciente festival de Venecia.

Ficha técnica

Título original: At Eternity's Gate
Año: 2018
Duración: 106 minutos
País: Reino Unido
Productora: Coproducción Reino Unido-Francia-Estados Unidos; Iconoclast / Riverstone Pictures / SPK Pictures / Rocket Science / Rahway Road Productions. Distribuida por CBS Films
Género: Drama | Biográfico. Pintura. Siglo XIX
Guion: Jean-Claude Carrière, Julian Schnabel, Louise Kugelberg
Música: Tatiana Lisovkaia
Fotografía: Benoît Delhomme
Reparto: Willem Dafoe, Rupert Friend, Oscar Isaac, Mads Mikkelsen, Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner, Niels Arestrup, Anne Consigny, Amira Casar, Vincent Pérez, Lolita Chammah, Stella Schnabel, Vladimir Consigny, Arthur Jacquin, Solal Forte, Frank Molinaro, Alan Aubert, Vincent Grass, Clément Paul Lhuaire, Laurent Bateau, Montassar Alaya, Didier Jarre, Thierry Nenez, Johan Kugelberg, Alexis Michalik
Dirección: Julian Schnabel

martes, 15 de enero de 2019

Demonio de medianoche

1953. Un extraño suceso paranormal involucra a tres niños. Es un juego con múltiples reglas que comienza a medianoche y concluye a las 3.33 am. Poco sabemos pero de aquel suceso solo sobrevive Anna. En la época actual, Alex cuida a su abuela en una vieja mansión. Es la misma casa antigua del juego y su abuela enferma es … Anna. Por primera vez en todos estos años Alex sube al ático buscando un espejo ¿…? y por supuesto encuentra una extraña caja envuelta misteriosamente. Llega Miles, su amigo, abren la caja y … ¡sorpresa! El juego aparece y, como no, deciden comenzar.

Esta cinta del director Travis Zariwny no logra nunca despegar. El relato es plano, la historia predecible y las actuaciones apenas encuadran las tomas oscuras que intentan producir algo de temor. El guion es muy flojo y sus diálogos decepcionantes. Solo algunos breves movimientos de cámara acompañados con efectos especiales destacan dentro de muchos planos más bien regulares y que no logran traspasar ninguna emoción hacia los espectadores.

Es curioso que la recién estrenada por Netflix, “Bird Box” comparta una premisa similar a esta cinta, pero desarrollada totalmente diferente, es decir, satisfactoriamente desarrollada. El “demonio” o aquello a lo que los protagonistas temen con mayor fuerza, no es a una criatura en especial, a un fantasma o a un muerto que ha vuelto a la vida. Su mayor miedo es justamente aquello a lo que más temen -altura, fuego, ahogo, entre otros- y ello es lo que finalmente los atormenta y los hace abandonar.

Es una lástima que un argumento central que tiene variadísimas posibilidades, no se desarrolle de mejor manera, sobre todo aprovechando las bondades de la producción actual, los talentos de muchos actores jóvenes y sobre todo malogrando las enormes posibilidades de difusión que tenemos en nuestros días. Y ensayando una posible respuesta, nos reafirma que lo básico es contar con una narrativa que cautive, que transforme una historia en una experiencia y que su filmación nos logre transportar a otro lugar. Nada de esto ocurre en “The Midnight Man” la que lamentablemente falla en todos sus puntos de análisis.

Ficha técnica

Título original: The Midnight Man
Año: 2016
Duración: 95 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Coproducción Estados Unidos-Canadá; Bridge Finance Company / Midnight Productions / Scooty Woop Elite
Género: Terror | Remake
Guion: Travis Zariwny (Historia: Rob Kennedy)
Música: Olaf Pyttlik
Fotografía: Gavin Kelly
Reparto: Gabrielle Haugh, Lin Shaye, Robert Englund, Logan Creran, Grayson Gabriel, Emily Haine,  Summer H. Howell, Callie Lane, Keenan Lehmann, Louise Linton, Abigail Pniowsky, Meredith Rose, Michael Sirow, Kyle Strauts, Luca Villacis
Dirección: Travis Zariwny

miércoles, 9 de enero de 2019

El regreso de Mary Poppins

Cuando escuchamos sobre “Mary Poppins” de inmediato viene a nuestra mente el recuerdo de un clásico que se sitúa en el inconsciente colectivo de varias generaciones. En 1964, Walt Disney sorprendía al mundo con una cinta que combinaba animación con personajes reales y la magistral Julie Andrews encarnaba a una niñera única y especial cuyo propósito era rescatar a la familia Banks. Hoy día, 54 años después, “Mary Poppins” regresa y con ello vuelve la magia a Londres, ahora en 1930, en los tiempos de la gran depresión económica.

Los hermanos Banks, Michael (Ben Whishaw) y Jane Banks (Emily Mortimer) viven juntos en Cherry Tree Lane. También con ellos están los tres hijos de Michael además de Ellen -Julie Walters-, su sirvienta. Afrontan en su hogar un período complicado en la economía doméstica y ademas deben sobrellevar la reciente muerte de la mamá de los pequeños. A este escenario es al que regresa Mary Poppins -Emily Blunt-, con un objetivo similar: cuidar a los hermanos Banks, y de paso a los niños pequeños, por cierto. Y no está sola. Jack, el farolero -Lin-Manuel Miranda- conoce la historia y es pieza vital en esta nueva misión.

La cinta dirigida por Rob Marshall fluye de comienzo a fin. La magia y el encanto dominan la pantalla y la historia se nutre de ingredientes que van componiendo un relato ameno y divertido durante toda la película. La banda sonora, fundamental en un musical de este tipo, está muy bien compuesta por Marc Shaiman, con letras de Scott Wittman. Entrega un ritmo clave al guion que combina muy bien las escenas de diálogos con los episodios musicales que además tienen una muy lograda y particular coreografía, un sello preciso del mismo director.

Las comparaciones son odiosas y por ello es mejor evitarlas, sobre todo cuando la actual versión evoca a su predecesora sin pretender dejarla atrás. Al contrario, la destaca aún más e incluso la homenajea con una propuesta que logra sintonía fina con el guion original sin renunciar a trazar su propio camino. Los elementos de la fábula están perfectos y todo se enlaza armónicamente en una sucesión de colores, fantasía y felicidad.

Párrafo aparte para los protagonistas. Emily Blunt posee una estampa que le permite encarnar a Mary Poppins de forma notable. Canta, baila y se luce en cada una de sus intervenciones, con una prestancia única. Lin-Manuel Miranda es toda una sorpresa. Con un ángel especial, logra una química muy natural con Blunt y juntos soportan gran parte del hilo conductor de la historia. Los secundarios de esta cinta son un lujo. Colin Firth interpreta al Banquero sin escrúpulos, Meryl Streep a la extravagante prima Topsy -un lacierto su secuencia, con una dicción encomiable- y Dick Van Dyke revive mágicamente al tío Bert, en un cierre digno de altura.

“Mary Poppins regresa” resulta adorable. Revitaliza el género haciendo resurgir la historia de 1964 -y de paso nos invita a revisitarla- y por sobre todo nos recuerda que no hay nada mejor que una sencilla fábula para entender -o al menos tratar- que nunca debemos dejar de ser niños, de soñar y volar, de liberar nuestras ataduras y así abrir espacio a nuestra imaginación para maravillarnos con historias mágicas que llenen de color y esperanza nuestra vida.

Ficha técnica

Título original: Mary Poppins Returns
Año: 2018
Duración: 130 minutos
País: Estados Unidos 
Productora: Walt Disney Pictures / Lucamar Productions / Marc Platt Productions
Género: Musical. Fantástico | Cine familiar. Años 30. Secuela
Guion: David Magee (Libro: P.L. Travers)
Música: Marc Shaiman, Scott Wittman
Fotografía: Dion Beebe
Reparto: Emily Blunt, Lin-Manuel Miranda, Ben Whishaw, Emily Mortimer, Nathanael Saleh, Pixie Davies, Joel Dawson, Julie Walters, Colin Firth, Meryl Streep, David Warner, Dick Van Dyke, Angela Lansbury, Jeremy Swift, Kobna Holdbrook-Smith, Christian Dixon, Craig Stein, Bernardo Santos, Bern Collaco, Ian Conningham
Dirección: Rob Marshall

domingo, 6 de enero de 2019

Cold War

Cine de autor. Esta obra de arte del premiado director de “Ida”, Pawel Pawlikowski, nos introduce en la historia de amor íntima, personal y emocionante de una pareja cuyos vidas están irremediablemente influenciadas por la Guerra Fría. Como un homenaje a sus padres, la cinta -filmada al detalle con precisión y estilo en un blanco y negro puro, lleno de luces, de sombras y de matices que entregan una inmensa variedad de tonalidades- recorre 15 años en solo 88 minutos, que son suficientes para acceder, capa tras capa, a una interioridad que asombra, bajo un manto de fondo que a pesar del paso de los años aun resulta impactante.

Pawlikowski, maestro en la ubicación de cámaras que nos regalan perspectivas originales, no deja nada al azar. Cada cuadro, cada fotograma -un trabajo fotográfico de joyería de Lukasz Zal- está perfectamente coordinado con una banda sonora hermosa y delicada. La música evoca los sentimientos más profundos y el baile se abre a la celebración y a la fiesta, en una apertura inimaginable luego de los apremiantes y angustiosos años de la Segunda Guerra Mundial en Polonia.

El grupo artístico está a cargo de un pianista y director de música junto a una coreógrafa. Ellos deben seleccionar a los mejores exponentes para conformar una compañía que, en un espectáculo de baile y música, consolide una embajada cultural, una carta de presentación al más alto nivel. En la audición, Wiktor Warski, -Tomasz Kot- queda encandilado por una joven cantante, "Zula" Lichoń -Joanna Kulig-, momento en el que pasan a ser ellos dos el centro del relato.

El folklore y el arte popular se hace presente, el talento, el trabajo y el esfuerzo destaca, pero también la política ejerce su marcada influencia. Son tiempos difíciles y ambos tutores discrepan; ¿ceder a las presiones o mantener la independencia artística? Tal vez la decisión sea de vida o muerte y defina las oportunidades futuras. Lo que sí está claro, es que la opción que se elija marca a fuego el camino por venir.

La banda sonora entrega una luz esperanza con la “Fantasie Impromptu” de Chopin, en un momento donde Wiktor y Zula deben tomar opciones. La presión agobia, el sueño de libertad y Paris, la ciudad luz, maravilla. El amor nace y se desarrolla en torno a complejas decisiones. El viaje sin rumbo que la historia relata es un viaje sin final. La inocencia y la pureza de Zula contrasta con el riesgo arrebatado que asume Wiktor. El cambio es lo único seguro. La música de Bach lo retrata, desde la “Chaconne”, en la despedida de Paris, hasta las Variaciones Goldberg, al final de la película; una emocionante historia de adaptación y transformación, un maravilloso viaje a la eternidad.

Ficha técnica 

Título original: Zimna wojna
Año: 2018
Duración: 88 minutos
País: Polonia
Género: Romance. Drama | Drama romántico. Años 50. Años 60. Guerra Fría. Música. Baile
Guion: Pawel Pawlikowski, Janusz Glowacki
Fotografía: Lukasz Zal (B&W)
Reparto: Joanna Kulig, Tomasz Kot, Agata Kulesza, Borys Szyc, Cédric Kahn, Jeanne Balibar, Adam Woronowicz, Adam Ferency, Adam Szyszkowski
Productora: MK2 Productions / Apocalypso Pictures / Film4 Productions / Opus Film / Protagonist / BFI Film Fund
Dirección: Pawel Pawlikowski

miércoles, 2 de enero de 2019

Destroyer

“Destroyer” es una cinta sicológica y oscura. Se trata de Erin Bell -Nicole Kidman-, una detective descuidada y demacrada quien tras el descubrimiento de un crimen a sangre fría, debe comenzar a atar los cabos sueltos que involucran no solo dicho asesinato sino que toda su vida; pasado, presente y futuro.

Relatada con una técnica de superposición de tiempos, la película nos confunde en más de una ocasión. En ello, el guion es astuto a pesar de no tener un ritmo frenético. Impone tensión porque no es evidente y nos obliga a ir un poco más allá, a mirar nosotros mismos para descubrir los puntos de anclaje y con ello componer la historia fragmentada que nos entrega la pantalla. Phil Hay y Matt Manfredi hacen un trabajo preciso en la escritura que la directora Karyn Kusama filma con acierto.

Punto aparte es la transformación que experimenta Nicole Kidman, quien crece cada día más en su nivel de expresión y en el carisma para construir sus personajes. Esta vez es Erin, quien con su mirada, gestos y actitudes quien da cuenta de una vida intensa, frustraciones insalvables y una desesperanza que amenaza con ahogarnos si no estamos bien parados. Y Nicole Kidman está a la altura de los requerimientos, en todo momento, cuando se la muestra en su juventud, infiltrada en una banda criminal y en tiempo presente, donde la vida se le está consumiendo por los recuerdos, las deudas y las opciones de lo que pudo ser y no fue.

Es justamente la tensión interior lo que mejor describe esta cinta. La mayor parte está en manos de Kidman, pero el papel de su hija adolescente es trascendente. Aquí, donde las generaciones se separan irremediablemente o se juntan en la emoción y en el amor, está el centro y el vértice del corazón de la historia. El drama asoma inexorable y la esperanza perdida destruye todo a su paso. ¿Cómo se libra el momento? ¿Cómo se puede seguir adelante luego de decisiones -equivocadas o no- que llevan a puntos de no retorno? Los cuestionamientos morales y las odiseas personales aparecen, no para resolver la encrucijada sino para justamente entregarnos más herramientas que nos permitan apreciar el cuadro con una mirada más amplia.

“Destroyer” cuestiona. Es aguda y por momentos hiriente. Lentamente nos va dando pistas que debemos saber digerir. Nos conduce por caminos desconocidos que en algún momento se cruzan y se vuelven a separar. Nos mueve y sacude para luego dejarnos en un reposo aparente. Es allí donde Kidman nos obliga a despertar y acompañarla en un camino que tiene un final inequívoco, cuyo tránsito se convierte en el mayor logro del relato.

Ficha técnica

Título original: Destroyer
Año: 2018
Duración: 123 minutos
País: Estados Unidos
Productora: 30West / Automatik Entertainment. Distribuida por Annapurna Pictures
Género: Thriller. Acción. Drama | Crimen
Guion: Phil Hay, Matt Manfredi
Música: Theodore Shapiro
Fotografía: Julie Kirkwood
Reparto: Nicole Kidman, Sebastian Stan, Tatiana Maslany, Toby Kebbell, Scoot McNairy, Bradley Whitford, James Jordan, Toby Huss, Jade Pettyjohn, Shamier Anderson, Jan Hoag
Dirección: Karyn Kusama

El gran terremoto

Esta cinta noruega nos llega como la secuela de “La Ola”. Su protagonista, el geólogo Kristian Eikjord, interpretado por Kristoffer Joner, se ha separado de su esposa e hijas y se encuentra solitario y aislado del mundo luego del desastre de Geiranger. Su pequeña hija lo visita, sin embargo su atención está puesta en un extraño accidente de tránsito en la “Norwegian Press” donde ha fallecido un colega. Inquieto, decide investigar. Encuentra a Marit, la hija de su amigo, y con ella comienza a observar pistas, atar cabos y deduce que se aproxima un desastre de proporciones, de mucha mayor magnitud que la vivida en 1904, donde Oslo fue el epicentro de una mortal destrucción.

La película, dirigida por John Andreas Andersen, tiene una fotografía hermosa. Las tomas aéreas de los paisajes noruegos, los ríos y canales y sus altas montañas son preciosas. También, las tomas de Oslo donde se aprecian las construcciones, la estación de trenes y los edificios en altura destacan imponentes. El guion es claro y conciso: se va a mover la tierra y será un desastre de consecuencias inimaginables. Como ya sabemos hacia dónde va, el foco del relato se centra en varios puntos que construyen -o más bien rearman- la historia personal de Kristian con su familia, conjugado con su investigación y la alerta que infructuosamente intenta entregar a los centros de control especializados.

Pese a ser una esperada y típica película de desastre, “Skjelvet” se las arregla para ofrecer ciertos enigmas y cubrirlos hasta bien avanzado el metraje. No entendemos ni sabemos qué ha pasado con el protagonista. Hay un movimiento interno que no se expresa. Varias aristas comienzan a explorarse, algunos detalles, ciertas mediciones y experimentos que se realizan permiten vislumbrar pequeños focos. Y el relato sigue adelante, intentando superar el trauma de la tragedia anterior, dejando de manifiesto el temor de lo que se presume como inminente, el descontrol que provoca lo desconocido y la ansiedad por descubrir las pistas que puedan avisar oportunamente el desastre y así salvar la mayor cantidad de vidas posibles.

“El gran terremoto” funciona correctamente. Su factura le permite situarse por sobre la media y sus actuaciones convincentes agregan valor a sus 106 minutos de duración. No obstante lo anterior, el momento “D” es absolutamente obvio y la destrucción, si bien es impactante, pasa pronto a un estado de incredulidad donde cabe preguntarse acerca de la forma de encarar más íntimamente una tragedia imposible de imaginar. A pesar de sus falencias, el director logra concretar algunos momentos de fuerte tensión, casi siempre enfocados en primeros planos y secuencias de rescate, dejando un momento de lado la fastuosidad del desastre. Aquello ya es un punto a favor, en una cinta que tiene tanto de espectacularidad como de reacción y convicción

Ficha técnica

Título original: Skjelvet
Año: 2018
Duración: 106 minutos
País: Noruega
Productora: Fantefilm
Género: Acción. Drama. Thriller | Catástrofes. Terremotos. Secuela
Guion: John Kåre Raake, Harald Rosenløw-Eeg
Música: Johannes Ringen, Johan Söderqvist
Fotografía: John Christian Rosenlund
Reparto: Kristoffer Joner, Hang Tran, Ane Dahl Torp, Jonas Hoff Oftebro, Edith Haagenrud-Sande, Ravdeep Singh Bajwa, Kathrine Thorborg Johansen
Dirección: John Andreas Andersen

No quiero ser tu hermano

Esta película nos introduce en la vida de Andrés/Johnny -Nicolás Poblete-, un joven soltero, clase media-alta, profesional semi-exitoso, quien acaba de proponerle matrimonio a su novia que proviene de una acomodada familia. Sin esperarlo y de improviso, aparece en su departamento su hermana Constanza -Dayana Amigo-, quien busca un lugar para quedarse pues está recién separada. Pero los dos hermanos son muy diferentes y tal como el agua y el aceite, no se llevan ni se tragan.

El director Gonzalo Badilla filma una historia convencional, llena de lugares comunes y una sobreabundancia de diálogos que no tienen ninguna razón de ser. La cotidianidad es la marca registrada de un guion que poco aporta pues se queda en lo evidente y en lo obvio para repetirlo hasta el cansancio. Y lo logra. La película cansa, porque a pesar de una continua secuencia de escenas parece que no avanza nunca y tampoco despega en ningún aspecto.

Ciertamente una película de esta naturaleza, con un nivel de producción que, se aprecia, tiene recursos, no tiene el objetivo de profundizar sino de entretener con sus capas más sencillas y superficiales. Los diálogos sin sentido, las burlas, las situaciones ficticias que siempre caen en lo ridículo y un excesivo vocabulario coloquial, no alcanzan para construir un relato que se precie de tal. Una lástima, porque las temáticas presentadas pueden ser interesantes y sin duda abordadas desde otra perspectiva -sin dejar de lado la comedia y sacando mejor partido a una parrilla no menor de buenos actores- podría haber sido un aporte, en un año con algunas películas chilenas bajo la media -que tal vez solo se centran en obtener un apetecido éxito de taquilla- que finalmente le hacen daño a la industria cinematográfica de nuestro país.

Ficha técnica

Título original: No quiero ser tu hermano
Duración: 115 minutos
Año: 2018
País: Chile
Género: Comedia
Reparto: Dayana Amigo, Nicolás Poblete, Andrea García Huidobro, Fernando Larraín
Dirección: Gonzalo Badilla