Disponible en Netflix.
Basada en la obra “Ma Rainey's Black Bottom”, escrita en 1982 por August Wilson, esta cinta narra la historia de la popular voz del blues, Ma Rainey, quien, junto a su banda, destina una tarde completa a la grabación de un nuevo disco. Corren los años 20 y la ciudad es Chicago. Ma Rainey -Viola Davis-, llega tarde a la sesión, la banda ya ha arribado y, mientras esperan, el inquieto trompetista Levee -Chadwick Boseman- no solo está ansioso por comenzar a grabar.
La tensión se percibe desde el minuto uno y el ambiente se corta con tijera. Ma Rainey no solo se enfrasca en discusiones con su manager y productor blanco -requiere una Coca Cola helada y no transa que su sobrino tartamudo recite la introducción de un tema- sino que también debe lidiar con el joven, entusiasta y ambicioso Levee. Los espacios cerrados y la molesta espera acrecientan el calor que se siente en lugar, tanto en el ambiente como en el argumento. Surgen conflictos, historias, por supuesto hay temas no resueltos y un pasado que, poco a poco, va quedando al descubierto. Entremedio prosigue la música y la grabación. Ma se sabe la mejor, domina la escena con su voz, impone su voluntad mientras Levee sueña despierto, posa su mirada en Dussie Mae -Taylour Paige-, la joven novia de Ma, y no mide consecuencias.
Con actuaciones sobresalientes y monólogos profundos, la película se sumerge en dos personalidades fuertes que chocan como grandes tanques pero en niveles diferentes. Corresponde a la filmación de una obra de teatro donde el enclaustramiento juega un papel determinante. Y no solo físico, mental y por cierto racial. Planos agobiantes y secuencias asfixiantes entregan aun más tensión a un relato que tiene sus puntos más altos en la construcción de las personalidades de todos sus protagonistas.
La historia está marcada por el racismo y la histórica exclusión afroamericana. La música es probablemente la única oportunidad que tienen para poder surgir -o al menos sobrevivir- en un mundo dominado por blancos. ¡Y vaya posibilidad! El talento es evidente y la fuerza que genera es intensa. La segregación y discriminación se equilibran con el anhelo de demostrar su valía desde el arte, desde la emoción, con musicalidad y convicción. Los solos vocales e instrumentales son plegarias, tal vez única opción para expresarse contra las burlas, la incesante dominación y las conveniencias económicas que busca la industria musical de la época.
La película es tremendamente profunda. Conmueve la actuación de Chadwick Boseman, última antes de fallecer en Agosto pasado. Su furiosa emotividad a flor de piel provoca también tensión. Compenetrado en su personaje, trasluce una fuerza extremadamente difícil de contrarrestar. Cuando está en escena llena la pantalla, estando solo o acompañado, hablando, gritando blasfemas o tocando su inseparable trompeta. Impacta la declamación de sus líneas, su acento, su carisma, su voz interior. El logro de Boseman es mayúsculo, configura una brillante actuación. Por su parte, Viola Davis sencillamente se transforma en Ma Rainey, es Ma Rainey. ¡Quién mejor que Davis para el rol! Con una caracterización asombrosa, la joven actriz entrega vida a una artista que impone su estilo tanto en el blues como en la música popular de la época y también en años posteriores.
El guion -basado en ese texto acertado, preciso y profundo de August Wilson- no deja de lado la hermandad de las personas de color. Su dolor, su dignidad y también sus conflictos. Hay una realidad innegable, tensiones brutales, posiciones arriesgadas, acciones impredecibles. El grupo viene del sur, Georgia, y llegan al norte, Chicago. Quieren huir de la segregación pero se encuentran con algo similar o tal vez peor. Es la cruda historia de una discriminación que persiste hasta nuestros días.
“Ma Rainey's Black Bottom” es una historia de músicos que buscan reconocimiento a nivel personal, primero como seres humanos y luego como artistas. La soberbia en ellos está presente y no es poca. También el orgullo, válidos mecanismos de defensa que les lleva a tomar decisiones de las que pueden arrepentirse posteriormente. No obstante aquello, la cinta pone de manifiesto la pasión e influencia que personajes con estas características y cualidades pueden ejercer sobre su entorno. La música es el hilo conductor, es el relato, es el fin y también el medio. Constituye quizá, el único canal de expresión que les permite salir de la oscuridad y defender así, cabalmente, su propia dignidad.
Ficha técnica
Título original: Ma Rainey's Black Bottom
Año: 2020
Duración: 94 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Netflix (Productor: Denzel Washington) (Distribuidora: Netflix)
Género: Drama | Biográfico. Música. Años 20. Racismo
Guion: Ruben Santiago-Hudson (Obra: August Wilson )
Música: Branford Marsalis
Fotografía: Tobias A. Schliessler
Reparto: Viola Davis, Chadwick Boseman, Glynn Turman, Colman Domingo, Joshua Harto, Taylour Paige, Jonny Coyne, Jeremy Shamos, Michael Potts, Scott Matheny, Dusan Brown, Phil Nardozzi, Daniel Johnson, Roger Petan, Ron L. Haynes, William Kania, Gregory Bromfield, Jordan Rhone, DaJuan Rippy, Antonio Fierro, Tony Amen, Shane McNair, Jacob Wright, Chris McCail, Malik Abdul Khaaliq, Sierra Stewart, Patrick Raffaele, Brent Feitl, Eric Sharpe, Remington Sinclair
Dirección: George C. Wolfe
jueves, 31 de diciembre de 2020
miércoles, 30 de diciembre de 2020
Tyrel
Disponible en centroartealameda.tv
Una fiesta de cumpleaños en una cabaña en el medio del bosque es el destino que tienen Tyler -Jason Mitchell- y Johnny -Christopher Abbott-. Se reunirán pronto con el resto de sus amigos para pasar un fin de semana libre y sin restricciones de ninguna especie. No les es fácil llegar al lugar. Un manto de nieve extendido, el frío y la ubicación montañosa, hacen más complicado un desafío, que luego de una larga travesía logran completar. Comienza, entonces, el esperado encuentro.
Desde un inicio percibimos en Tyrel su manifiesta incomodidad. El encierro junto al grupo le produce angustia y agobio. Es el único afroamericano. Todos los demás son blancos y lo hacen notar, con gestos, frases, chistes y también con actitudes. Tyrel lo reconoce al instante, se siente objeto de discriminación, separación, y exclusión.
Escrita y dirigida por Sebastián Silva, la cinta juega con la sensación permanente de que algo va a suceder. Como una bomba de tiempo, sabemos que está allí pero no sabemos cuándo estallará. Y no es solo racismo, es la separación de quien es distinto, es la exclusión del más vulnerable, sea quien sea, es la presión del grupo, es el ambiente tóxico que genera la reunión.
Ante lo inevitable, Tyrel se queda sin herramientas. No sabe cómo actuar. ¿Se enfrenta? ¿Busca escape?
De cara a una realidad que le sofoca y le molesta, Tyrel intenta lo que tiene más a mano, trata de no vincularse, se hace el dormido, toma en exceso, intenta borrarse, evita en lo posible cualquier contacto, pero sus esfuerzos resultan inútiles.
La amistad del grupo es solo aparente. Tyrel no conoce a nadie -salvo a su amigo- y ellos tampoco le conocen. Un ambiente propicio para dejarse llevar sin poner límites. ¿Tyrel debe aceptarlo, así, sin más? Si lo hace, transgrede su propia integridad; si no lo hace, se hunde rápidamente.
La reunión sube de tono y se hace insoportable. Son extremos, literalmente blanco y negro. La voluntad individual superada por la circunstancia. ¿Huye? ¿Se rebela?
“Tyrel” es incómoda, genera agobio. Las conversaciones son extensas, la abundancia de texto abruma. La cinta apela al desgarro. Pese a eso, empatizamos con el protagonista. ¿Qué pasará? No sabemos, pero tenemos certeza que es solo cosa de tiempo. Vemos, entonces, el entorno que determina el actuar. Podemos reflexionar al respecto. Volvemos a preguntar, ¿se defiende, se mantiene firme, escapa?
La cinta provee demasiadas preguntas. Nos expone a una situación desagradable y con ello nos logra involucrar. Nos hace sentir lo que le pasa al protagonista. Nos excluye, nos violenta, nos angustia. Eso es, sin duda, mérito del guion de Silva -estructurado, tipo reality, improvisado, en parte o todo aquello, no lo sabemos-, y también gracias a su inquietante cámara -y claustrofóbica fotografía- que, siempre intranquila, no permite que la tensión ceda en ningún momento. Por eso traspasa la sensación creciente e interna, de un volcán a punto de estallar. Silva maneja los tiempos y también nos maneja a nosotros. Son solo 86 minutos, sin embargo la presión que genera permanece mucho más.
Ficha técnica
Título original: Tyrel
Año: 2018
Duración: 86 minutos
País: Estados Unidos
Género: Drama | Cine independiente USA. Racismo
Guion: Sebastián Silva
Fotografía: Alexis Zabé
Reparto: Jason Mitchell, Caleb Landry Jones, Michael Cera, Christopher Abbott, Michael Zegen, Philip Ettinger, Roddy Bottum
Dirección: Sebastián Silva
Una fiesta de cumpleaños en una cabaña en el medio del bosque es el destino que tienen Tyler -Jason Mitchell- y Johnny -Christopher Abbott-. Se reunirán pronto con el resto de sus amigos para pasar un fin de semana libre y sin restricciones de ninguna especie. No les es fácil llegar al lugar. Un manto de nieve extendido, el frío y la ubicación montañosa, hacen más complicado un desafío, que luego de una larga travesía logran completar. Comienza, entonces, el esperado encuentro.
Desde un inicio percibimos en Tyrel su manifiesta incomodidad. El encierro junto al grupo le produce angustia y agobio. Es el único afroamericano. Todos los demás son blancos y lo hacen notar, con gestos, frases, chistes y también con actitudes. Tyrel lo reconoce al instante, se siente objeto de discriminación, separación, y exclusión.
Escrita y dirigida por Sebastián Silva, la cinta juega con la sensación permanente de que algo va a suceder. Como una bomba de tiempo, sabemos que está allí pero no sabemos cuándo estallará. Y no es solo racismo, es la separación de quien es distinto, es la exclusión del más vulnerable, sea quien sea, es la presión del grupo, es el ambiente tóxico que genera la reunión.
Ante lo inevitable, Tyrel se queda sin herramientas. No sabe cómo actuar. ¿Se enfrenta? ¿Busca escape?
De cara a una realidad que le sofoca y le molesta, Tyrel intenta lo que tiene más a mano, trata de no vincularse, se hace el dormido, toma en exceso, intenta borrarse, evita en lo posible cualquier contacto, pero sus esfuerzos resultan inútiles.
La amistad del grupo es solo aparente. Tyrel no conoce a nadie -salvo a su amigo- y ellos tampoco le conocen. Un ambiente propicio para dejarse llevar sin poner límites. ¿Tyrel debe aceptarlo, así, sin más? Si lo hace, transgrede su propia integridad; si no lo hace, se hunde rápidamente.
La reunión sube de tono y se hace insoportable. Son extremos, literalmente blanco y negro. La voluntad individual superada por la circunstancia. ¿Huye? ¿Se rebela?
“Tyrel” es incómoda, genera agobio. Las conversaciones son extensas, la abundancia de texto abruma. La cinta apela al desgarro. Pese a eso, empatizamos con el protagonista. ¿Qué pasará? No sabemos, pero tenemos certeza que es solo cosa de tiempo. Vemos, entonces, el entorno que determina el actuar. Podemos reflexionar al respecto. Volvemos a preguntar, ¿se defiende, se mantiene firme, escapa?
La cinta provee demasiadas preguntas. Nos expone a una situación desagradable y con ello nos logra involucrar. Nos hace sentir lo que le pasa al protagonista. Nos excluye, nos violenta, nos angustia. Eso es, sin duda, mérito del guion de Silva -estructurado, tipo reality, improvisado, en parte o todo aquello, no lo sabemos-, y también gracias a su inquietante cámara -y claustrofóbica fotografía- que, siempre intranquila, no permite que la tensión ceda en ningún momento. Por eso traspasa la sensación creciente e interna, de un volcán a punto de estallar. Silva maneja los tiempos y también nos maneja a nosotros. Son solo 86 minutos, sin embargo la presión que genera permanece mucho más.
Ficha técnica
Título original: Tyrel
Año: 2018
Duración: 86 minutos
País: Estados Unidos
Género: Drama | Cine independiente USA. Racismo
Guion: Sebastián Silva
Fotografía: Alexis Zabé
Reparto: Jason Mitchell, Caleb Landry Jones, Michael Cera, Christopher Abbott, Michael Zegen, Philip Ettinger, Roddy Bottum
Dirección: Sebastián Silva
martes, 29 de diciembre de 2020
Fierce
Disponible en Netflix.
El programa de televisión "Music Race”, causa furor gracias a la cobertura y éxito entre su audiencia. El jurado está compuesto por tres personalidades de la farándula; un popular excantante llamado Olo -Adrian Majewski-, una “influencer” de redes sociales, Ewa Dykty -Julia Kaminska- y Urszula Dudziak, quien se interpreta a sí misma. Para encontrar nuevos talentos, organizan un casting en el pueblo natal de Olo, donde vive Marta -Katarzyna Sawczuk-, una joven adolescente que, aparte de cantar muy bien, se rebela producto de su lazo filial con el principal jurado y decide ingresar hasta las entrañas del popular programa.
Esta cinta polaca dirigida por Anna Wieczur-Bluszcz tiene como premisa una referencia equívoca. Señala en su breve reseña que “una joven cantante causa sensación con su actuación en un popular concurso de talentos, pero su verdadera intención es ganarse el cariño de su padre, miembro del jurado”. Al leer esto, nos hacemos una idea sobre la trama y esperamos que se desarrolle según esta directriz, sin embargo, la sentencia no es correcta. ¿Por qué? Veamos.
Si bien es cierto que desde un comienzo sabemos que “Ostra” -así apodan a Marta- es hija de Olo, quien abandonó a su madre antes que ella naciera, no tenemos referencias mayores al respecto. Parece algo olvidado en la familia, aunque el resentimiento persiste y la herida aun está sin cicatrizar. Lo que reabre el asunto es la presencia de Olo en el pueblo y principalmente su arrogancia e indiferencia. Debido a ello, el desafío que Marta se impone es demostrarle a su padre que ella puede conquistar su espacio, perseguir su sueño, es decir, no busca ganarse su cariño. Al contrario, su rebeldía la enfrenta con Olo, porque literalmente no quiere saber nada de quien no pensó jamás en ella y la abandonó sin siquiera conocerla.
La temática de esta película es interesante. Si bien la historia no es original y la hemos visto desarrollada en muchas oportunidades, el formato en que se presenta entrega una nueva oportunidad. En ese sentido, el interés que despierta es genuino aunque su desarrollo nos confunda en el camino.
El guion gasta mucho tiempo, digamos dos tercios, en la presentación de situaciones y en el desarrollo de hechos que se sostienen en el conflicto principal, es decir, lo que le sucede a esta hija frente a esta distante y arrogante figura paterna. Es cierto, no es poco, pero no explora mucho más allá. El personaje de Olo carece de profundidad y emoción. Marta y su madre, tampoco aportan mayores cuotas de tensión. Solo la abuela de Marta parece tener algo para descubrir pero se queda a medio camino. Por otro lado, los otros dos jurados, la mediática Ewa, pareja de Olo, junto a la entusiasta Urszula, participan efusivamente del show pero no tienen gran incidencia en la trama.
El punto de inflexión llega tarde. El conflicto se desata cuando queda un tercio de metraje. Tarde, porque en muy poco tiempo comienza a suceder todo, algo así como “corramos que se nos acaba el tiempo”. Frenéticamente, el guion debe ir cerrando todo lo que previamente abrió y no queda demasiado espacio para hacerlo con “calma y buena letra”. Se siente forzado este tercio final, como una decisión arriesgada, porque no calza la premura del relato con el espacio necesario para que elabore una buena conclusión.
Existen en esta cinta otras temáticas importantes que también quedan al debe. Por ejemplo la fama temprana, la sobre exposición, el aprovechamiento de la imagen, la conveniencia mientras gane puntos gracias al éxito de otro, lo desechable cuando se cae en desgracia, la discriminación, la amistad por conveniencia, etc… También, no deja de llamar la atención la referencia al pueblo como “basural”. Es un lugar pequeño, es cierto, pero con un entorno precioso y una aparente vida tranquila y normal. Tal vez es exagerado, claro, porque es posible que en un pueblo así no existan las oportunidades que hay en una capital o en una ciudad de mayor envergadura, pero ¿llamarlo “basural”…?
“Jak zostac gwiazda” -cómo convertirse en una estrella-, se deja ver a pesar de sus baches narrativos. Quedémonos con las temáticas más que con su desarrollo, con las transformaciones de sus protagonistas más que con sus actuaciones, con la crítica a la farándula más que con su despliegue escénico. En síntesis, rescatemos lo invisible de un relato que pudo ser mejor aprovechado y que se quedó en el intento.
Ficha técnica
Título original: Jak zostac gwiazda
Año: 2020
Duración: 118 minutos
País: Polonia
Productora: ATM Grupa S.A, Polski Instytut Sztuki Filmowej
Género: Comedia | Música. Familia
Guion: Piotr Jasek, Julia Kaminska, Wojciech Nerkowski
Música: Sarsa Markiewicz
Fotografía: Witold Plociennik
Reparto: Julia Kaminska, Tomasz Karolak, Adrian Majewski, Maria Pakulnis, Michal Piprowski, Katarzyna Sawczuk, Wojciech Solarz, Anita Sokolowska, Barbara Wypych, Maciej Zakoscielny, Mariusz Bindula, Sonia Bohosiewicz, Aleksandra Boron, Mateusz Burdach, Michal Buszmicz, Mikolaj Cieslak, Robby Cyron, Malwina Dubowska, Gloria Faron, Jakub Gasowski, Remigiusz Jankowski, Kacper Lech
Dirección: Anna Wieczur-Bluszcz
El programa de televisión "Music Race”, causa furor gracias a la cobertura y éxito entre su audiencia. El jurado está compuesto por tres personalidades de la farándula; un popular excantante llamado Olo -Adrian Majewski-, una “influencer” de redes sociales, Ewa Dykty -Julia Kaminska- y Urszula Dudziak, quien se interpreta a sí misma. Para encontrar nuevos talentos, organizan un casting en el pueblo natal de Olo, donde vive Marta -Katarzyna Sawczuk-, una joven adolescente que, aparte de cantar muy bien, se rebela producto de su lazo filial con el principal jurado y decide ingresar hasta las entrañas del popular programa.
Esta cinta polaca dirigida por Anna Wieczur-Bluszcz tiene como premisa una referencia equívoca. Señala en su breve reseña que “una joven cantante causa sensación con su actuación en un popular concurso de talentos, pero su verdadera intención es ganarse el cariño de su padre, miembro del jurado”. Al leer esto, nos hacemos una idea sobre la trama y esperamos que se desarrolle según esta directriz, sin embargo, la sentencia no es correcta. ¿Por qué? Veamos.
Si bien es cierto que desde un comienzo sabemos que “Ostra” -así apodan a Marta- es hija de Olo, quien abandonó a su madre antes que ella naciera, no tenemos referencias mayores al respecto. Parece algo olvidado en la familia, aunque el resentimiento persiste y la herida aun está sin cicatrizar. Lo que reabre el asunto es la presencia de Olo en el pueblo y principalmente su arrogancia e indiferencia. Debido a ello, el desafío que Marta se impone es demostrarle a su padre que ella puede conquistar su espacio, perseguir su sueño, es decir, no busca ganarse su cariño. Al contrario, su rebeldía la enfrenta con Olo, porque literalmente no quiere saber nada de quien no pensó jamás en ella y la abandonó sin siquiera conocerla.
La temática de esta película es interesante. Si bien la historia no es original y la hemos visto desarrollada en muchas oportunidades, el formato en que se presenta entrega una nueva oportunidad. En ese sentido, el interés que despierta es genuino aunque su desarrollo nos confunda en el camino.
El guion gasta mucho tiempo, digamos dos tercios, en la presentación de situaciones y en el desarrollo de hechos que se sostienen en el conflicto principal, es decir, lo que le sucede a esta hija frente a esta distante y arrogante figura paterna. Es cierto, no es poco, pero no explora mucho más allá. El personaje de Olo carece de profundidad y emoción. Marta y su madre, tampoco aportan mayores cuotas de tensión. Solo la abuela de Marta parece tener algo para descubrir pero se queda a medio camino. Por otro lado, los otros dos jurados, la mediática Ewa, pareja de Olo, junto a la entusiasta Urszula, participan efusivamente del show pero no tienen gran incidencia en la trama.
El punto de inflexión llega tarde. El conflicto se desata cuando queda un tercio de metraje. Tarde, porque en muy poco tiempo comienza a suceder todo, algo así como “corramos que se nos acaba el tiempo”. Frenéticamente, el guion debe ir cerrando todo lo que previamente abrió y no queda demasiado espacio para hacerlo con “calma y buena letra”. Se siente forzado este tercio final, como una decisión arriesgada, porque no calza la premura del relato con el espacio necesario para que elabore una buena conclusión.
Existen en esta cinta otras temáticas importantes que también quedan al debe. Por ejemplo la fama temprana, la sobre exposición, el aprovechamiento de la imagen, la conveniencia mientras gane puntos gracias al éxito de otro, lo desechable cuando se cae en desgracia, la discriminación, la amistad por conveniencia, etc… También, no deja de llamar la atención la referencia al pueblo como “basural”. Es un lugar pequeño, es cierto, pero con un entorno precioso y una aparente vida tranquila y normal. Tal vez es exagerado, claro, porque es posible que en un pueblo así no existan las oportunidades que hay en una capital o en una ciudad de mayor envergadura, pero ¿llamarlo “basural”…?
“Jak zostac gwiazda” -cómo convertirse en una estrella-, se deja ver a pesar de sus baches narrativos. Quedémonos con las temáticas más que con su desarrollo, con las transformaciones de sus protagonistas más que con sus actuaciones, con la crítica a la farándula más que con su despliegue escénico. En síntesis, rescatemos lo invisible de un relato que pudo ser mejor aprovechado y que se quedó en el intento.
Ficha técnica
Título original: Jak zostac gwiazda
Año: 2020
Duración: 118 minutos
País: Polonia
Productora: ATM Grupa S.A, Polski Instytut Sztuki Filmowej
Género: Comedia | Música. Familia
Guion: Piotr Jasek, Julia Kaminska, Wojciech Nerkowski
Música: Sarsa Markiewicz
Fotografía: Witold Plociennik
Reparto: Julia Kaminska, Tomasz Karolak, Adrian Majewski, Maria Pakulnis, Michal Piprowski, Katarzyna Sawczuk, Wojciech Solarz, Anita Sokolowska, Barbara Wypych, Maciej Zakoscielny, Mariusz Bindula, Sonia Bohosiewicz, Aleksandra Boron, Mateusz Burdach, Michal Buszmicz, Mikolaj Cieslak, Robby Cyron, Malwina Dubowska, Gloria Faron, Jakub Gasowski, Remigiusz Jankowski, Kacper Lech
Dirección: Anna Wieczur-Bluszcz
lunes, 28 de diciembre de 2020
El Secreto: atrévete a soñar
Disponible en Netflix.
Inspirada en el libro “El Secreto”, de Rhonda Byrne, esta cinta dirigida por Andy Tennant, narra la historia de Miranda Wells -Katie Holmes-, quien debe sacar adelante a sus tres hijos luego de enviudar hace cinco años. Trabaja duro, sin embargo su salario no le alcanza para los gastos familiares. Su novio, Tucker -Jerry O'Connell-, es también su jefe, sin embargo en cuatro años aun no formalizan nada, mientras la vida de Miranda es consumida por la desesperanza.
En vísperas de una gran tormenta, llega a la ciudad un extraño visitante. Se trata de Bryan -Josh Lucas-, un hombre que trae un sobre para Miranda. No lo deja en su casa porque necesita hablar con ella, explicarlo. Coincidentemente -y acá comienzan todos los puntos de encuentro-, Miranda, en un descuido, choca la camioneta de Bryan. Él no se hace problema, le ofrece ayuda y la acompaña a su casa sin saber que se trata de la misma persona que ha venido a buscar.
La cinta es sencilla y predecible. Lógicamente, se forma un triángulo de tensión entre Miranda, Tucker y el recién llegado. Y no es porque haya un interés romántico de este último, sino que es naturalmente lo que sucede luego de su generosa oferta para arreglar el techo destrozado de la casa luego de las consecuencias del temporal. Es inevitable que Tucker se ponga celoso y que por ello acelere decisiones y compromisos. También es inevitable que Miranda se confunda, sobre todo si no está del todo segura de sus sentimientos.
El mensaje de la cinta es positivo y esperanzador. Tal como en el libro, la premisa es concentrarse en atraer aquello que se desea. Para eso, indudablemente, primero se debe saber qué es lo que realmente se quiere. La confusión de Miranda es evidente, parece que ella atrae solo lo negativo.
La bondad del visitante es difícil de entender. No conocemos quién es, de dónde proviene ni cuáles son sus intenciones. Solo vemos que se trata de un hombre generoso, que está dispuesto a ayudar sin esperar recompensa alguna. El transcurso de los minutos confirman las sospechas, hay un pasado que tiene relación con la pérdida sufrida por Miranda y la visita no es solo de cortesía.
En 107 minutos, quedamos con una sensación de bondad, de felicidad y de amor, un “buenismo” que devuelve cierta esperanza, sobre todo en momentos en que en el mundo parece perdida. Incluso la Navidad, breve punto de unión al final de la cinta, enlaza con los sentimientos que extraemos del relato.
Cintas de este tipo, donde los nudos son resueltos satisfactoriamente y los hechos calzan como piezas de rompecabezas, hacen bien de vez en cuando. No es necesario que tengan gran factura, basta que muestren y desarrollen la historia de forma más o menos convincente para que cumplan con su propósito. No son obras complejas, al contrario, su simplicidad podría abrumar, sin embargo es importante rescatar lo que queda en nosotros, lo que nos hace sentir y comprender. Si consigue esto último, bien vale la pena.
Ficha técnica
Título original: The Secret: Dare to Dream
Año: 2020
Duración: 107 minutos
País: Estados Unidos
Productora: TRI G, Savvy Media Holdings, Covert Media, Robert Cort Productions, Illumination Productions, Shine Box Media Group (Distribuidora: Gravitas Ventures)
Género: Romance. Drama | Drama romántico
Guion: Bekah Brunstetter, Rick Parks, Andy Tennant (Libro: Rhonda Byrne)
Música: George Fenton
Fotografía: Andrew Dunn
Reparto: Katie Holmes, Josh Lucas, Jerry O'Connell, Celia Weston, Han Soto, Yohance Myles, Aidan Pierce Brennan, Sarah Hoffmeister, Cory Scott Allen, Katrina Begin, Rosemberg Salgado, Wanetah Walmsley, Chloe Lee, Sydney Tennant, Samantha Beaulieu, Jessie Terrebonne, Betsy Borrego, Jeremy Warner, Jennifer Hamilton Collins
Dirección: Andy Tennant
Inspirada en el libro “El Secreto”, de Rhonda Byrne, esta cinta dirigida por Andy Tennant, narra la historia de Miranda Wells -Katie Holmes-, quien debe sacar adelante a sus tres hijos luego de enviudar hace cinco años. Trabaja duro, sin embargo su salario no le alcanza para los gastos familiares. Su novio, Tucker -Jerry O'Connell-, es también su jefe, sin embargo en cuatro años aun no formalizan nada, mientras la vida de Miranda es consumida por la desesperanza.
En vísperas de una gran tormenta, llega a la ciudad un extraño visitante. Se trata de Bryan -Josh Lucas-, un hombre que trae un sobre para Miranda. No lo deja en su casa porque necesita hablar con ella, explicarlo. Coincidentemente -y acá comienzan todos los puntos de encuentro-, Miranda, en un descuido, choca la camioneta de Bryan. Él no se hace problema, le ofrece ayuda y la acompaña a su casa sin saber que se trata de la misma persona que ha venido a buscar.
La cinta es sencilla y predecible. Lógicamente, se forma un triángulo de tensión entre Miranda, Tucker y el recién llegado. Y no es porque haya un interés romántico de este último, sino que es naturalmente lo que sucede luego de su generosa oferta para arreglar el techo destrozado de la casa luego de las consecuencias del temporal. Es inevitable que Tucker se ponga celoso y que por ello acelere decisiones y compromisos. También es inevitable que Miranda se confunda, sobre todo si no está del todo segura de sus sentimientos.
El mensaje de la cinta es positivo y esperanzador. Tal como en el libro, la premisa es concentrarse en atraer aquello que se desea. Para eso, indudablemente, primero se debe saber qué es lo que realmente se quiere. La confusión de Miranda es evidente, parece que ella atrae solo lo negativo.
La bondad del visitante es difícil de entender. No conocemos quién es, de dónde proviene ni cuáles son sus intenciones. Solo vemos que se trata de un hombre generoso, que está dispuesto a ayudar sin esperar recompensa alguna. El transcurso de los minutos confirman las sospechas, hay un pasado que tiene relación con la pérdida sufrida por Miranda y la visita no es solo de cortesía.
En 107 minutos, quedamos con una sensación de bondad, de felicidad y de amor, un “buenismo” que devuelve cierta esperanza, sobre todo en momentos en que en el mundo parece perdida. Incluso la Navidad, breve punto de unión al final de la cinta, enlaza con los sentimientos que extraemos del relato.
Cintas de este tipo, donde los nudos son resueltos satisfactoriamente y los hechos calzan como piezas de rompecabezas, hacen bien de vez en cuando. No es necesario que tengan gran factura, basta que muestren y desarrollen la historia de forma más o menos convincente para que cumplan con su propósito. No son obras complejas, al contrario, su simplicidad podría abrumar, sin embargo es importante rescatar lo que queda en nosotros, lo que nos hace sentir y comprender. Si consigue esto último, bien vale la pena.
Ficha técnica
Título original: The Secret: Dare to Dream
Año: 2020
Duración: 107 minutos
País: Estados Unidos
Productora: TRI G, Savvy Media Holdings, Covert Media, Robert Cort Productions, Illumination Productions, Shine Box Media Group (Distribuidora: Gravitas Ventures)
Género: Romance. Drama | Drama romántico
Guion: Bekah Brunstetter, Rick Parks, Andy Tennant (Libro: Rhonda Byrne)
Música: George Fenton
Fotografía: Andrew Dunn
Reparto: Katie Holmes, Josh Lucas, Jerry O'Connell, Celia Weston, Han Soto, Yohance Myles, Aidan Pierce Brennan, Sarah Hoffmeister, Cory Scott Allen, Katrina Begin, Rosemberg Salgado, Wanetah Walmsley, Chloe Lee, Sydney Tennant, Samantha Beaulieu, Jessie Terrebonne, Betsy Borrego, Jeremy Warner, Jennifer Hamilton Collins
Dirección: Andy Tennant
viernes, 25 de diciembre de 2020
La Estrella de Belén
Disponible en Netflix.
La Navidad tiene un nuevo relato desde una perspectiva diferente. Esta vez se trata de animalitos que van narrando la historia desde sus propias vivencias. Bo, un burrito que anhela salir de su encerrada rutina, tiene a su mejor aliado en Dave, un palomo que sueña en grande. Cuando logra escabullirse, encuentra refugio en el lugar donde María y José celebran su matrimonio. Como el llamado al Censo es perentorio, la joven pareja debe emprender el camino a Belén aun cuando el nacimiento de su hijo es inminente. En el trayecto se desarrollan todas las aventuras, se suman nuevos personajes -los tres camellos de los Reyes Magos, la oveja Ruth, los malvados perros, entre otros- y todos los protagonistas entregan grandes dosis de humor, cariño, bondad, preocupación y amor.
Contar de manera diferente la Navidad es todo un reto. Más aún para una película animada que debe buscar originalidad y también un enganche atractivo para los más pequeños. “The Star” lo consigue, aunque no desarrolle todo el potencial de elementos que la componen. Describe, sin demasiada audacia pero con astucia, la transformación que cada uno de nuestros amigos experimenta a raíz del esperado nacimiento.
Entretenida y simpática, la película se pasa volando. La personalización de los animalitos -con rasgos humanos, personalidades y características acentuadas- está bastante lograda cuando pone énfasis en las relaciones de complicidad, amistad y fraternidad entre los variados personajes. Se suma a ello el hecho que todas las referencias religiosas están tratadas de forma muy sencilla y respetuosa.
Pero “La Estrella de Belén” no es una película para profundizar en el conocimiento de la Navidad. Es una entretención sana que por supuesto aporta valores importantes, presentados de manera simple y práctica. Los buenos están separados de los malos y las acciones tienen consecuencias. Empatizamos con los personajes principales y también entendemos cuando son generosos, amables y bondadosos con quienes les han hecho algún daño.
Como en muchas de estas películas orientadas a los más pequeños, los adultos podemos sacar lecciones y no solo entretenernos. A mi modo de ver, la principal enseñanza es la sencillez, es decir, aquello que es la justamente esencia de la Navidad. Cuando estamos en una época donde revestimos la celebración del nacimiento de Jesús con tanta pompa, regalos y lujos innecesarios, una narración simple, lúdica y graciosa como ésta, nos permite obtener una mirada diferente. Si hacemos nuestras las miradas de Bo y sus amigos, podremos sentirnos más livianos, más sueltos, menos presionados y apreciar de mejor manera el verdadero sentido de la Navidad.
“The Star” podemos leerla entonces como una fábula de valores. Es un juego que permite ver claramente lo que está en disputa y no tener dudas de ningún tipo. Esto es ideal para los más pequeños, porque los ejemplos son claros y precisos, podemos conversar fácilmente con ellos para saber su reacción, qué piensan y también qué harían en el caso de estar allí, de ser testigos presenciales de lo que ven en la pantalla.
Nuevamente el nacimiento de Jesús hace nuevas todas las cosas. Desde la iluminada Estrella de Belén hasta el pesebre que acunará al recién nacido, todo gira en torno a su figura, al nuevo Rey que llega pobre y desprotegido para traer amor y paz al mundo. Quienes primero lo reconocen son los más humildes, los más sencillos. A los demás, nos cuesta trabajo, y por eso es bueno que, a través de fábulas animadas como ésta, nos lo recuerden una y otra vez.
Ficha técnica
Título original: The Star
Año: 2017
Duración: 86 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Sony Pictures Animation, Franklin Entertainment, Affirm Films, Jim Henson Company
Género: Animación. Aventuras. Fantástico | Animales. Navidad. Religión
Guion: Carlos Kotkin, Simon Moore, Tom Sheridan
Música: Mark Mancina, Thomas Newman (Canción: Zara Larsson)
Fotografía: Animación
Reparto: Animación
Dirección: Timothy Reckart
La Navidad tiene un nuevo relato desde una perspectiva diferente. Esta vez se trata de animalitos que van narrando la historia desde sus propias vivencias. Bo, un burrito que anhela salir de su encerrada rutina, tiene a su mejor aliado en Dave, un palomo que sueña en grande. Cuando logra escabullirse, encuentra refugio en el lugar donde María y José celebran su matrimonio. Como el llamado al Censo es perentorio, la joven pareja debe emprender el camino a Belén aun cuando el nacimiento de su hijo es inminente. En el trayecto se desarrollan todas las aventuras, se suman nuevos personajes -los tres camellos de los Reyes Magos, la oveja Ruth, los malvados perros, entre otros- y todos los protagonistas entregan grandes dosis de humor, cariño, bondad, preocupación y amor.
Contar de manera diferente la Navidad es todo un reto. Más aún para una película animada que debe buscar originalidad y también un enganche atractivo para los más pequeños. “The Star” lo consigue, aunque no desarrolle todo el potencial de elementos que la componen. Describe, sin demasiada audacia pero con astucia, la transformación que cada uno de nuestros amigos experimenta a raíz del esperado nacimiento.
Entretenida y simpática, la película se pasa volando. La personalización de los animalitos -con rasgos humanos, personalidades y características acentuadas- está bastante lograda cuando pone énfasis en las relaciones de complicidad, amistad y fraternidad entre los variados personajes. Se suma a ello el hecho que todas las referencias religiosas están tratadas de forma muy sencilla y respetuosa.
Pero “La Estrella de Belén” no es una película para profundizar en el conocimiento de la Navidad. Es una entretención sana que por supuesto aporta valores importantes, presentados de manera simple y práctica. Los buenos están separados de los malos y las acciones tienen consecuencias. Empatizamos con los personajes principales y también entendemos cuando son generosos, amables y bondadosos con quienes les han hecho algún daño.
Como en muchas de estas películas orientadas a los más pequeños, los adultos podemos sacar lecciones y no solo entretenernos. A mi modo de ver, la principal enseñanza es la sencillez, es decir, aquello que es la justamente esencia de la Navidad. Cuando estamos en una época donde revestimos la celebración del nacimiento de Jesús con tanta pompa, regalos y lujos innecesarios, una narración simple, lúdica y graciosa como ésta, nos permite obtener una mirada diferente. Si hacemos nuestras las miradas de Bo y sus amigos, podremos sentirnos más livianos, más sueltos, menos presionados y apreciar de mejor manera el verdadero sentido de la Navidad.
“The Star” podemos leerla entonces como una fábula de valores. Es un juego que permite ver claramente lo que está en disputa y no tener dudas de ningún tipo. Esto es ideal para los más pequeños, porque los ejemplos son claros y precisos, podemos conversar fácilmente con ellos para saber su reacción, qué piensan y también qué harían en el caso de estar allí, de ser testigos presenciales de lo que ven en la pantalla.
Nuevamente el nacimiento de Jesús hace nuevas todas las cosas. Desde la iluminada Estrella de Belén hasta el pesebre que acunará al recién nacido, todo gira en torno a su figura, al nuevo Rey que llega pobre y desprotegido para traer amor y paz al mundo. Quienes primero lo reconocen son los más humildes, los más sencillos. A los demás, nos cuesta trabajo, y por eso es bueno que, a través de fábulas animadas como ésta, nos lo recuerden una y otra vez.
Ficha técnica
Título original: The Star
Año: 2017
Duración: 86 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Sony Pictures Animation, Franklin Entertainment, Affirm Films, Jim Henson Company
Género: Animación. Aventuras. Fantástico | Animales. Navidad. Religión
Guion: Carlos Kotkin, Simon Moore, Tom Sheridan
Música: Mark Mancina, Thomas Newman (Canción: Zara Larsson)
Fotografía: Animación
Reparto: Animación
Dirección: Timothy Reckart
jueves, 24 de diciembre de 2020
Ceniza Negra
Disponible en Redsalas.cl
Selva -Smashleen Gutiérrez-, es una chica de 13 años que vive junto a sus abuelos en un pueblo costero del Caribe Costarricense. No sabe de sus padres y su referencia filial corresponde solo a los dos ancianos; Elena -Hortensia Smith- quien tiene signos de demencia senil y para conseguir algún dinero vende serpientes en el camino, y el tata -Humberto Samuels-, hombre ya deteriorado, flaco, casi en los huesos, que cree tener unas cabras en el predio y pide que Selva las alimente diariamente.
En un clima húmeda y rodeada de vegetación, la vida de Selva transcurre entre el colegio, el cuidado de sus abuelos y su gran motivación por la naturaleza y los seres vivos. Ella está en tránsito; es una niña preadolescente que rápidamente está dejando atrás lo propio de esa edad para enfrentar lo que el continuo de la vida le comienza a preparar.
La guionista y directora Sofia Quiros plasma una visión especial del camino entre la infancia y la adolescencia. A través de un relato estructurado en base a la contemplación, filma lenta, muy lentamente, lo que va sucediendo con su protagonista. A sus cortos años, la joven Smashleen Gutiérrez es capaz de sostener largas secuencias y transmitir emoción con sus miradas y movimientos. La soltura con sus pares junto a la relación fraterna y amorosa con sus abuelos, es retratada de forma espléndida gracias a una fina fotografía.
“Ceniza negra” carece de premuras, urgencias o soluciones. De hecho, el conflicto que presenta es tan íntimo que corre el riesgo de diluirse si nos apuramos en dilucidarlo. Es de esas películas que cuesta digerir, porque al verla nos faltan aquellos elementos que solo llegan cuando nos abrimos a una cobertura global, una vez que pasan algunas horas o algunos días. Es en ese momento en el que vuelven chispazos, recuerdos, frases, imágenes, sensaciones. Entonces, y en forma tenue, vislumbramos aquel mensaje que infructuosamente buscamos al verla por primera vez.
Esta cinta puede entregar también otras lecturas. Observamos la decadencia física, la ausencia de motivaciones para seguir viviendo, la ausencia física de un ser querido y el temido tránsito hacia la muerte inevitable. La corta edad de Selva no le impide aprender -tal vez en forma dura, cruda, repentina- el significado de muchas situaciones que conlleva la existencia. Aparecen allí variadas metáforas, oscuras y luminosas, que nos impulsan también a expandir nuestro entendimiento, a ampliar nuestra reflexión.
Es fácil extraviarse con una película de estas características. Hay que poner atención y tener paciencia. Las composiciones de imágenes son hermosas y la cantidad de sustentos presentes son abundantes. Secuencias extensas, tal vez muy largas, producen ensoñación. Otras, cuando Selva juega con serpientes, producen inquietud. Saber leer cada cuadro, intentar ir más allá de la epidermis, se transforma en un desafío que debemos estar dispuestos a enfrentar. De lo contrario, podemos quedarnos con una hermosa película, con escenarios muy bien cuidados, y no descubrir la profundidad del relato al dejar de lado sus múltiples niveles de conexión.
Ficha técnica
Título original: Ceniza negra
Año: 2019
Duración: 82 minutos
País: Costa Rica
Productora: Co-production Costa Rica-Argentina-Chile-Francia; Sputnik Films, Murillo Cine, La Post Producciones, Promenade Films
Género: Drama | Adolescencia
Guion: (Obra: Sofia Quiros)
Música: Wissam Hojeij
Fotografía: Francisca Saez Agurto
Reparto: Keha Brown, Smashleen Gutiérrez, Humberto Samuels, Hortensia Smith
Dirección: Sofia Quiros
Selva -Smashleen Gutiérrez-, es una chica de 13 años que vive junto a sus abuelos en un pueblo costero del Caribe Costarricense. No sabe de sus padres y su referencia filial corresponde solo a los dos ancianos; Elena -Hortensia Smith- quien tiene signos de demencia senil y para conseguir algún dinero vende serpientes en el camino, y el tata -Humberto Samuels-, hombre ya deteriorado, flaco, casi en los huesos, que cree tener unas cabras en el predio y pide que Selva las alimente diariamente.
En un clima húmeda y rodeada de vegetación, la vida de Selva transcurre entre el colegio, el cuidado de sus abuelos y su gran motivación por la naturaleza y los seres vivos. Ella está en tránsito; es una niña preadolescente que rápidamente está dejando atrás lo propio de esa edad para enfrentar lo que el continuo de la vida le comienza a preparar.
La guionista y directora Sofia Quiros plasma una visión especial del camino entre la infancia y la adolescencia. A través de un relato estructurado en base a la contemplación, filma lenta, muy lentamente, lo que va sucediendo con su protagonista. A sus cortos años, la joven Smashleen Gutiérrez es capaz de sostener largas secuencias y transmitir emoción con sus miradas y movimientos. La soltura con sus pares junto a la relación fraterna y amorosa con sus abuelos, es retratada de forma espléndida gracias a una fina fotografía.
“Ceniza negra” carece de premuras, urgencias o soluciones. De hecho, el conflicto que presenta es tan íntimo que corre el riesgo de diluirse si nos apuramos en dilucidarlo. Es de esas películas que cuesta digerir, porque al verla nos faltan aquellos elementos que solo llegan cuando nos abrimos a una cobertura global, una vez que pasan algunas horas o algunos días. Es en ese momento en el que vuelven chispazos, recuerdos, frases, imágenes, sensaciones. Entonces, y en forma tenue, vislumbramos aquel mensaje que infructuosamente buscamos al verla por primera vez.
Esta cinta puede entregar también otras lecturas. Observamos la decadencia física, la ausencia de motivaciones para seguir viviendo, la ausencia física de un ser querido y el temido tránsito hacia la muerte inevitable. La corta edad de Selva no le impide aprender -tal vez en forma dura, cruda, repentina- el significado de muchas situaciones que conlleva la existencia. Aparecen allí variadas metáforas, oscuras y luminosas, que nos impulsan también a expandir nuestro entendimiento, a ampliar nuestra reflexión.
Es fácil extraviarse con una película de estas características. Hay que poner atención y tener paciencia. Las composiciones de imágenes son hermosas y la cantidad de sustentos presentes son abundantes. Secuencias extensas, tal vez muy largas, producen ensoñación. Otras, cuando Selva juega con serpientes, producen inquietud. Saber leer cada cuadro, intentar ir más allá de la epidermis, se transforma en un desafío que debemos estar dispuestos a enfrentar. De lo contrario, podemos quedarnos con una hermosa película, con escenarios muy bien cuidados, y no descubrir la profundidad del relato al dejar de lado sus múltiples niveles de conexión.
Ficha técnica
Título original: Ceniza negra
Año: 2019
Duración: 82 minutos
País: Costa Rica
Productora: Co-production Costa Rica-Argentina-Chile-Francia; Sputnik Films, Murillo Cine, La Post Producciones, Promenade Films
Género: Drama | Adolescencia
Guion: (Obra: Sofia Quiros)
Música: Wissam Hojeij
Fotografía: Francisca Saez Agurto
Reparto: Keha Brown, Smashleen Gutiérrez, Humberto Samuels, Hortensia Smith
Dirección: Sofia Quiros
miércoles, 23 de diciembre de 2020
Canvas
Disponible en Netflix.
Cortísima narración que en solo nueve minutos nos llena de emoción.
La historia remite a un pintor que, producto de una dolorosa pérdida, ha dejado el oficio de su arte. Sin mediar palabras, el relato muestra la visita de su hija y su nieta, de quienes oculta su taller y sus pinturas, sin embargo, la inquietud de la pequeña descubre los tesoros poniendo en aprietos al abuelo.
La animación y la música son espléndidas, elementos suficientes para atraparnos en pocos instantes. El breve tiempo dispuesto no es problema para contar una historia cuyo desarrollo, aunque previsible, abarca un intenso arcoíris de sentimientos.
Las diversas emociones afloran al observar cada escena. Miradas y pausas; acciones y reflexiones. No conocemos causas, quizás solo podemos deducirlas. Es difícil imaginar el dolor; tal vez hay que haberlo experimentado. Además, el recuerdo del momento en que sucede la tragedia parece algo insuperable, inolvidable.
La ternura de la nieta conmueve. No solo derriba las barreras de contención del anciano, las nuestras también. Es una ternura sencilla, al igual que el escueto relato. En ocasiones olvidamos que en lo más sencillo, muchas veces, se esconden misterios de profundidad insondable.
“Canvas” no es del todo explícita y gracias a ello encierra tesoros similares a los del abuelo. Tal vez por ello despierta a ese niño o niña que llevamos dentro, para investigar, para sentir, para acompañar, para comprender. Este corto deja traslucir, con suaves pinceladas de amor, una historia gratificante y llena de esperanza.
Ficha técnica
Título original: Canvas (S)
Año: 2020
Duración: 9 minutos
País: Estados Unidos
Productora: (Distribuidora: Netflix)
Género: Animación. Drama | Pintura. Cortometraje (animación)
Guion: Frank E. Abney III
Música: Jermaine Stegall
Fotografía: Animación
Reparto: Animación
Dirección: Frank E. Abney III
Cortísima narración que en solo nueve minutos nos llena de emoción.
La historia remite a un pintor que, producto de una dolorosa pérdida, ha dejado el oficio de su arte. Sin mediar palabras, el relato muestra la visita de su hija y su nieta, de quienes oculta su taller y sus pinturas, sin embargo, la inquietud de la pequeña descubre los tesoros poniendo en aprietos al abuelo.
La animación y la música son espléndidas, elementos suficientes para atraparnos en pocos instantes. El breve tiempo dispuesto no es problema para contar una historia cuyo desarrollo, aunque previsible, abarca un intenso arcoíris de sentimientos.
Las diversas emociones afloran al observar cada escena. Miradas y pausas; acciones y reflexiones. No conocemos causas, quizás solo podemos deducirlas. Es difícil imaginar el dolor; tal vez hay que haberlo experimentado. Además, el recuerdo del momento en que sucede la tragedia parece algo insuperable, inolvidable.
La ternura de la nieta conmueve. No solo derriba las barreras de contención del anciano, las nuestras también. Es una ternura sencilla, al igual que el escueto relato. En ocasiones olvidamos que en lo más sencillo, muchas veces, se esconden misterios de profundidad insondable.
“Canvas” no es del todo explícita y gracias a ello encierra tesoros similares a los del abuelo. Tal vez por ello despierta a ese niño o niña que llevamos dentro, para investigar, para sentir, para acompañar, para comprender. Este corto deja traslucir, con suaves pinceladas de amor, una historia gratificante y llena de esperanza.
Ficha técnica
Título original: Canvas (S)
Año: 2020
Duración: 9 minutos
País: Estados Unidos
Productora: (Distribuidora: Netflix)
Género: Animación. Drama | Pintura. Cortometraje (animación)
Guion: Frank E. Abney III
Música: Jermaine Stegall
Fotografía: Animación
Reparto: Animación
Dirección: Frank E. Abney III
martes, 22 de diciembre de 2020
Lina de Lima
Disponible en OndaMedia.cl
Esta cinta de María Paz González narra la historia de Lina -Magaly Solier-, una mujer peruana inmigrante en Chile. Ella trabaja como asesora del hogar y como se acerca la Navidad, prepara el viaje a su tierra para ver a su hijo adolescente. Entre la búsqueda de los regalos para la familia y los arreglos en la casa en donde presta sus servicios, el tiempo avanza y la fecha apremia.
Con varios interludios, donde la propia Magaly Solier canta -episodios que dan cuenta de sus sueños y aspiraciones personificando a una diva andina-, el relato se transforma en una exploración íntima de la protagonista. La cámara muestra sus ojos, su mirada, su caminar. También la enfoca en planos donde se combina el transporte público con el entorno, con una fusión de imágenes artística, en los que observamos movimiento, tránsito e inquietud.
Lina vive intensamente su intimidad. Mientras se acrecienta la distancia emocional con su hijo y con su tierra, trata de descubrir sus motivaciones, aquello que la hace sentir viva, considerada, valorada. La compañía de Clara -Emilia Ossandón-, la hija del dueño de la casa, es cómplice, no explícitamente, del camino emprendido. Es una amistad basada en silencios y sensaciones, una acogida genuina que se percibe desde la ternura que emerge entre ambas.
El camino de Lina es pedregoso. Su condición de inmigrante trabajadora no es sencilla, pero esta mujer se muestra capaz de sobrellevar lo que le toca vivir. Es más, ella es dueña de su vida y a través de la sexualidad lo demuestra sin duda alguna. Parte del recorrido que observamos en el metraje tiene que ver con el empoderamiento, con la capacidad de tomar decisiones y enfrentar situaciones que a cualquiera pueden disminuir y aniquilar. Lina se sobrepone; mientras más difícil, más fuerza imprime, con seguridad, esfuerzo y también sagacidad.
El guion, escrito por la misma directora María Paz González, pone énfasis en el desarrollo interior del personaje principal sin dejar de lado las formas que hacen lucir a la protagonista. De hecho, la incursión en el género de “dramedy musical” puede parecer extraño, sin embargo su lectura posterior calza perfectamente con el viaje de auto descubrimiento emprendido por Lina. Por momentos, la película parece un documental, en otros un musical y en otros ficción. Existe, entonces, una fusión de narrativas que entregan variedad y diversidad a este particular relato.
“Lina de Lima” no se introduce en profundidades insondables, sin embargo es una muestra de lo que cientos de personas inmigrantes, en especial mujeres, viven en Chile. Describe anhelos íntimos, sueños, dificultades y también logros. Muestra la esencia de la voluntad para salir adelante y enseña la importancia de valorar la propia independencia para abrirse paso en un mundo ajeno, hostil e individualista. Lina sale fortalecida del recorrido, sin embargo éste no ha terminado. Hay solo una pausa en la estación continua del tiempo, y será justamente el tiempo el que llevará, tal vez, a un resultado final.
Ficha técnica
Título original: Lina de Lima
Año: 2019
Duración: 80 minutos
País: Chile
Productora: Co-production Chile-Perú-Argentina; Don Quijote Films, Gema Films, Carapulkra Films
Género: Drama | Inmigración
Guion: María Paz González
Música: Cali Flores, José Manuel Gatica Eguiguren
Fotografía: Benjamín Echazarreta
Reparto: Magaly Solier, Emilia Ossandón, Javiera Contador
Dirección: María Paz González
Esta cinta de María Paz González narra la historia de Lina -Magaly Solier-, una mujer peruana inmigrante en Chile. Ella trabaja como asesora del hogar y como se acerca la Navidad, prepara el viaje a su tierra para ver a su hijo adolescente. Entre la búsqueda de los regalos para la familia y los arreglos en la casa en donde presta sus servicios, el tiempo avanza y la fecha apremia.
Con varios interludios, donde la propia Magaly Solier canta -episodios que dan cuenta de sus sueños y aspiraciones personificando a una diva andina-, el relato se transforma en una exploración íntima de la protagonista. La cámara muestra sus ojos, su mirada, su caminar. También la enfoca en planos donde se combina el transporte público con el entorno, con una fusión de imágenes artística, en los que observamos movimiento, tránsito e inquietud.
Lina vive intensamente su intimidad. Mientras se acrecienta la distancia emocional con su hijo y con su tierra, trata de descubrir sus motivaciones, aquello que la hace sentir viva, considerada, valorada. La compañía de Clara -Emilia Ossandón-, la hija del dueño de la casa, es cómplice, no explícitamente, del camino emprendido. Es una amistad basada en silencios y sensaciones, una acogida genuina que se percibe desde la ternura que emerge entre ambas.
El camino de Lina es pedregoso. Su condición de inmigrante trabajadora no es sencilla, pero esta mujer se muestra capaz de sobrellevar lo que le toca vivir. Es más, ella es dueña de su vida y a través de la sexualidad lo demuestra sin duda alguna. Parte del recorrido que observamos en el metraje tiene que ver con el empoderamiento, con la capacidad de tomar decisiones y enfrentar situaciones que a cualquiera pueden disminuir y aniquilar. Lina se sobrepone; mientras más difícil, más fuerza imprime, con seguridad, esfuerzo y también sagacidad.
El guion, escrito por la misma directora María Paz González, pone énfasis en el desarrollo interior del personaje principal sin dejar de lado las formas que hacen lucir a la protagonista. De hecho, la incursión en el género de “dramedy musical” puede parecer extraño, sin embargo su lectura posterior calza perfectamente con el viaje de auto descubrimiento emprendido por Lina. Por momentos, la película parece un documental, en otros un musical y en otros ficción. Existe, entonces, una fusión de narrativas que entregan variedad y diversidad a este particular relato.
“Lina de Lima” no se introduce en profundidades insondables, sin embargo es una muestra de lo que cientos de personas inmigrantes, en especial mujeres, viven en Chile. Describe anhelos íntimos, sueños, dificultades y también logros. Muestra la esencia de la voluntad para salir adelante y enseña la importancia de valorar la propia independencia para abrirse paso en un mundo ajeno, hostil e individualista. Lina sale fortalecida del recorrido, sin embargo éste no ha terminado. Hay solo una pausa en la estación continua del tiempo, y será justamente el tiempo el que llevará, tal vez, a un resultado final.
Ficha técnica
Título original: Lina de Lima
Año: 2019
Duración: 80 minutos
País: Chile
Productora: Co-production Chile-Perú-Argentina; Don Quijote Films, Gema Films, Carapulkra Films
Género: Drama | Inmigración
Guion: María Paz González
Música: Cali Flores, José Manuel Gatica Eguiguren
Fotografía: Benjamín Echazarreta
Reparto: Magaly Solier, Emilia Ossandón, Javiera Contador
Dirección: María Paz González
lunes, 21 de diciembre de 2020
El Baile
Disponible en Netflix.
Las cosas son más o menos así. Por una parte, Emma Nolan -Jo Ellen Pellman-, es una joven estudiante de de secundaria a quien se le prohibe llevar a su novia al baile de graduación. Esta decisión arbitraria hace eco en redes sociales y hace explotar Twitter. Por otra parte, Dee Dee Allen -Meryl Streep, junto a Barry Glickman -James Corden-, participan en un musical llamado “Eleanor” sobre la primera dama Eleanor Roosevelt. Luego de un debut prometedor, la crítica los destroza, augurando el fin de sus carreras. En un mar de lamentos, se les acerca una corista de Broadway, Angie Dickinson -Nicole Kidman-, quien descubre en las redes la causa de Emma y la propone como salvación para todos, incluido el barman que les prepara los cocteles, el actor Trent Oliver -Andrew Rannells-.
La premisa de esta cinta dirigida por Ryan Murphy es simple y su objetivo es sencillamente entretener con música, baile y actores consolidados que llamen la atención. Obvio, ver juntos a Streep, Kidman, Corden, Rannells y a Kerry Washington, no pasa inadvertido. El tema es el resultado. ¿Funciona?
Veamos.
Desde el punto de vista de la temática, la discriminación que sufre Emma es de no creer, en especial debido a la forma, por muy conservadora que sea la clase dominante del lugar. Es de esperar que solo sea una exageración del caso de 2010, en Fulton, Mississippi, base del musical “The Prom”, estrenado en Atlanta el 2016, con música de Matthew Sklar, letra de Chad Beguelin y basado en un libro del mismo Beguelin y Bob Martin. Por otro lado, la decadencia de figuras del espectáculo, narcisistas y preocupados solo de si mismos, tal vez es un fiel reflejo de los tiempos y que estas estrellas elaboren una cruzada para autosalvarse, podría ser, tiene cierto sentido, pero podemos pensar también que es otro aliño para el show, esta vez llevado a la pantalla.
La cinta se mueve en el género musical y por ahí avanza. Cuando pausa, producto de las escenas que no tienen baile y canto, se detiene como si se tratara del viejo “un dos tres momia”. Mientras el tratamiento de escenas y coreografías dispone de todo el glamour requerido, las secciones de drama no producen jamás la tensión necesaria para darle una cierta continuidad.
Así, en más de dos horas de efecto circular -y es literal, porque con las cámaras y secuencias quedamos mareados de tantas vueltas en 360 grados-, la cinta se completa según lo esperado porque todo es predecible. Los números musicales desfilan unos tras otros y las destrezas coreográficas aumentan en dificultad y complejidad, dependiendo del entorno en el que se desarrollen. ¿Algo más que lo descrito? La verdad no mucho. Entretiene pero cansa, distrae pero adormece. Es liviana, si, pero ojo, que una pequeña brisa la puede levantar y borrar del mapa.
Rescato dos puntos. Primero, la composición musical extensa, una partitura original que llena la escena, mezcla coros con solitas y hace avanzar la historia. Interpretada correctamente, revela la polifuncionalidad de los actores a su cargo. Y segundo, la dirección de Ryan Murphy, que no se hace problema en filmar un producto de entretención sin aspiraciones. Claro, me da algo de pudor ver a un sólido director junto a un reparto estelar en roles de este tipo pero valoro la disposición y humildad para encararlos. Irradian simpatía, talento y destreza, pero aquello no basta para que nos logren cautivar. Debe existir algo más y aquí nos quedamos con solo cinco centímetros de profundidad que, si hubiera sido más acotada en duración, me arriesgo al decirlo, habría tenido un desempeño muchísimo mejor. Bien por la entretención liviana pero considero que debemos exigir más.
Ficha técnica
Título original: The Prom
Año: 2020
Duración: 131 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Netflix, Ryan Murphy Productions (Distribuidora: Netflix)
Género: Musical. Comedia. Drama | Homosexualidad
Guion: Jack Viertel (Libro: Chad Beguelin, Bob Martin) (Musical: Chad Beguelin, Bob Martin)
Música: Matthew Sklar
Fotografía: Matthew Libatique
Reparto: Meryl Streep, Nicole Kidman, James Corden, Andrew Rannells, Kerry Washington, Keegan-Michael Key, Kevin Chamberlin, Nico Greetham, Jo Ellen Pellman, Logan Riley Hassel, Ariana DeBose, Monroe Cline, Nathaniel J. Potvin, Kiara T. Romero, Briana Price, Ryan Kendrick, Tori Kostic, Jillana Laufer, Sydney Cope, Chelsea Corp, Jeni Jones, Erica Lynn, Sofia Deler, Donyea Martin, Jade Patteri, Marcus Bailey, Joe Abraham, Morgan Dudley, Annie Ruby, Matthew Moseley, David Eby, Sierra Puett, Tasha Casberg, Anna Berg, Jeffrey Lynn White Jr.
Dirección: Ryan Murphy
Las cosas son más o menos así. Por una parte, Emma Nolan -Jo Ellen Pellman-, es una joven estudiante de de secundaria a quien se le prohibe llevar a su novia al baile de graduación. Esta decisión arbitraria hace eco en redes sociales y hace explotar Twitter. Por otra parte, Dee Dee Allen -Meryl Streep, junto a Barry Glickman -James Corden-, participan en un musical llamado “Eleanor” sobre la primera dama Eleanor Roosevelt. Luego de un debut prometedor, la crítica los destroza, augurando el fin de sus carreras. En un mar de lamentos, se les acerca una corista de Broadway, Angie Dickinson -Nicole Kidman-, quien descubre en las redes la causa de Emma y la propone como salvación para todos, incluido el barman que les prepara los cocteles, el actor Trent Oliver -Andrew Rannells-.
La premisa de esta cinta dirigida por Ryan Murphy es simple y su objetivo es sencillamente entretener con música, baile y actores consolidados que llamen la atención. Obvio, ver juntos a Streep, Kidman, Corden, Rannells y a Kerry Washington, no pasa inadvertido. El tema es el resultado. ¿Funciona?
Veamos.
Desde el punto de vista de la temática, la discriminación que sufre Emma es de no creer, en especial debido a la forma, por muy conservadora que sea la clase dominante del lugar. Es de esperar que solo sea una exageración del caso de 2010, en Fulton, Mississippi, base del musical “The Prom”, estrenado en Atlanta el 2016, con música de Matthew Sklar, letra de Chad Beguelin y basado en un libro del mismo Beguelin y Bob Martin. Por otro lado, la decadencia de figuras del espectáculo, narcisistas y preocupados solo de si mismos, tal vez es un fiel reflejo de los tiempos y que estas estrellas elaboren una cruzada para autosalvarse, podría ser, tiene cierto sentido, pero podemos pensar también que es otro aliño para el show, esta vez llevado a la pantalla.
La cinta se mueve en el género musical y por ahí avanza. Cuando pausa, producto de las escenas que no tienen baile y canto, se detiene como si se tratara del viejo “un dos tres momia”. Mientras el tratamiento de escenas y coreografías dispone de todo el glamour requerido, las secciones de drama no producen jamás la tensión necesaria para darle una cierta continuidad.
Así, en más de dos horas de efecto circular -y es literal, porque con las cámaras y secuencias quedamos mareados de tantas vueltas en 360 grados-, la cinta se completa según lo esperado porque todo es predecible. Los números musicales desfilan unos tras otros y las destrezas coreográficas aumentan en dificultad y complejidad, dependiendo del entorno en el que se desarrollen. ¿Algo más que lo descrito? La verdad no mucho. Entretiene pero cansa, distrae pero adormece. Es liviana, si, pero ojo, que una pequeña brisa la puede levantar y borrar del mapa.
Rescato dos puntos. Primero, la composición musical extensa, una partitura original que llena la escena, mezcla coros con solitas y hace avanzar la historia. Interpretada correctamente, revela la polifuncionalidad de los actores a su cargo. Y segundo, la dirección de Ryan Murphy, que no se hace problema en filmar un producto de entretención sin aspiraciones. Claro, me da algo de pudor ver a un sólido director junto a un reparto estelar en roles de este tipo pero valoro la disposición y humildad para encararlos. Irradian simpatía, talento y destreza, pero aquello no basta para que nos logren cautivar. Debe existir algo más y aquí nos quedamos con solo cinco centímetros de profundidad que, si hubiera sido más acotada en duración, me arriesgo al decirlo, habría tenido un desempeño muchísimo mejor. Bien por la entretención liviana pero considero que debemos exigir más.
Ficha técnica
Título original: The Prom
Año: 2020
Duración: 131 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Netflix, Ryan Murphy Productions (Distribuidora: Netflix)
Género: Musical. Comedia. Drama | Homosexualidad
Guion: Jack Viertel (Libro: Chad Beguelin, Bob Martin) (Musical: Chad Beguelin, Bob Martin)
Música: Matthew Sklar
Fotografía: Matthew Libatique
Reparto: Meryl Streep, Nicole Kidman, James Corden, Andrew Rannells, Kerry Washington, Keegan-Michael Key, Kevin Chamberlin, Nico Greetham, Jo Ellen Pellman, Logan Riley Hassel, Ariana DeBose, Monroe Cline, Nathaniel J. Potvin, Kiara T. Romero, Briana Price, Ryan Kendrick, Tori Kostic, Jillana Laufer, Sydney Cope, Chelsea Corp, Jeni Jones, Erica Lynn, Sofia Deler, Donyea Martin, Jade Patteri, Marcus Bailey, Joe Abraham, Morgan Dudley, Annie Ruby, Matthew Moseley, David Eby, Sierra Puett, Tasha Casberg, Anna Berg, Jeffrey Lynn White Jr.
Dirección: Ryan Murphy
viernes, 18 de diciembre de 2020
Mank
Disponible en Netflix.
David Fincher dirige esta película sobre Herman Mankiewicz, guionista de “Ciudadano Kane”, obra maestra actuada y dirigida por Orson Welles, estrenada en 1941. Basada en un guion de su padre, Jack Fincher, “Mank” es una visita al Hollywood de los años 30/40, con luces y sombras retratadas gracias a un blanco y negro lleno de gradientes y ensoñación. Reluce y brilla la hermosa fotografía de Erik Messerschmidt. Las aperturas y los cierres de cuadros son también un homenaje al cine clásico de la época. La composición parece que fuera de ese tiempo, es un lujo en detalles y también en los significados que proyecta.
Volviendo al relato, la caracterización de Mank está a cargo de Gary Oldman en una actuación sobresaliente, que destaca respecto a los roles que le secundan en el rodaje. Oldman transpira su personaje y lo dota de un aura cargada de finas pinceladas. Responde a una historia de vida que debemos armar como si se tratara de un puzzle. Puede resultar parcial o incluso una reivindicación del controvertido guionista, pero la cinta es mucho más profunda que eso. Acompaña a Herman Mankiewicz, Rita Alexander -Lily Collins-, una joven secretaria personal, a quien Mank dicta su nuevo trabajo mientras se recupera de un accidente de auto.
Los flujos del guion son compuestos, la cinta no es lineal, utiliza saltos temporales para poder entregar su contexto. Tanto es así que, en un período corto de tiempo, podemos estar en varios presentes, algo que proporciona una atmósfera especial y al mismo tiempo desafía al espectador. Vemos muchos personajes desfilar en pantalla. Por ejemplo, al magnate William Randolph Hearst -Charles Dance-, acaso inspirador de “Kane”, a Louis B. Meyer -Arliss Howard-, de los famosos estudios MGM, al productor John Houseman -Sam Troughton-, a Joseph -Tom Pelphrey-, hermano de Herman, y a la esposa de Mank, Sara -Tuppence Middleton-, la “pobre Sara”. Debemos ubicarlos a todos en el relato, no es sencillo, pero vale el esfuerzo. Brilla también la actriz Marion Davies -Amanda Seyfried- quien actúa como nexo del guionista con los mandamases del negocio. A todos ellos se suma la presencia de otros peces gordos de la época que completan una variopinta lista de figuras resplandecientes.
La cinta muestra egos altísimos, casi inaccesibles. Las personalidades de Wells y Mankiewicz afloran rápidamente gracias a una pluma ágil que lentamente conforma un tejido de alta densidad. El magnífico choque de egos provoca que la relación entre ambos -Wells no tiene un protagonismo presente sino que más bien es alguien “omnipresente”- sea más del tipo utilitario. La manipulación es evidente, las relaciones humanas se entrampan y finalmente todo se mantiene y avanza solo por necesidad.
David Fincher pone mucho énfasis en el proceso creativo y sus influencias. El guion es rico en imaginación y sentencias, con diálogos interesantísimos donde se vislumbra “Ciudadano Kane” sin ser naturalmente explícito. La cámara del director es sagaz para mostrar diferentes escenarios y saca partido a cada uno de los gestos que Mank nos regala, no solo físicos, en especial su voz y particular entonación.
El poder y el control se ponen de relieve. También el dinero, las intrigas, la conveniencia y por qué no, los trapos sucios. ¿Hay amistad verdadera? Al parecer no existe. Los magnates del cine se enfrentan a los creativos y por cierto Fincher también desnuda las odiosas diferencias de la separación de clases. En un mundo que “parece ser”, la marginación, la arrogancia y el desprecio no pueden faltar, son ingredientes fundamentales en un ambiente que se mueve con otros códigos, muy diferentes a sus apariencias.
“Mank” resulta muy interesante si la leemos con calma, porque tiene un ritmo lento. El eje central es el arrojo y la virtud creativa por sobre la mecánica de la propia acción. Dicho de otra forma, el núcleo revela la importancia fundamental del guion y por supuesto de su creador. “El contenido es el Rey”, hemos escuchado una y mil veces, y ejemplos tenemos por doquier. Tal vez es por ello que este reconocimiento a Mankiewicz, en su propio ambiente y en su mismo lenguaje, funciona muy bien. Además, si añadimos el oficio de Fincher para guiarnos en este viaje -pienso que el director también homenajea a su padre con esta cinta-, con una cinematografía que nos hace recordar, añorar y soñar, los componentes calzan como piezas de un preciso rompecabezas. David Fincher, al permitir el despliegue y lucimiento de Gary Oldman y con ello realzar la figura de Mank, independiente de sus adicciones, temperamento o condición, nos recuerda, una vez más, que el trabajo cinematográfico lo tenemos que completar nosotros mismos. Entonces, adelante, ¡manos a la obra!
Ficha técnica
Título original: Mank
Año: 2020
Duración: 132 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Netflix. Distribuida por Netflix
Género: Drama. Comedia | Biográfico. Alcoholismo. Años 30. Años 40. Cine dentro del cine
Guion: Jack Fincher
Música: Trent Reznor, Atticus Ross
Fotografía: Erik Messerschmidt (B&W)
Reparto: Gary Oldman, Amanda Seyfried, Arliss Howard, Charles Dance, Tom Burke, Lily Collins, Tuppence Middleton, Tom Pelphrey, Ferdinand Kingsley, Jamie McShane, Joseph Cross, Sam Troughton, Toby Leonard Moore, Leven Rambin, Madison West, Adam Shapiro, Monika Gossmann, Paul Fox, Jessie Cohen, Amie Farrell, Alex Leontev, Stewart Skelton, Craig Robert Young, Derek Petropolis, Jaclyn Bethany, Arlo Mertz
Dirección: David Fincher
Volviendo al relato, la caracterización de Mank está a cargo de Gary Oldman en una actuación sobresaliente, que destaca respecto a los roles que le secundan en el rodaje. Oldman transpira su personaje y lo dota de un aura cargada de finas pinceladas. Responde a una historia de vida que debemos armar como si se tratara de un puzzle. Puede resultar parcial o incluso una reivindicación del controvertido guionista, pero la cinta es mucho más profunda que eso. Acompaña a Herman Mankiewicz, Rita Alexander -Lily Collins-, una joven secretaria personal, a quien Mank dicta su nuevo trabajo mientras se recupera de un accidente de auto.
Los flujos del guion son compuestos, la cinta no es lineal, utiliza saltos temporales para poder entregar su contexto. Tanto es así que, en un período corto de tiempo, podemos estar en varios presentes, algo que proporciona una atmósfera especial y al mismo tiempo desafía al espectador. Vemos muchos personajes desfilar en pantalla. Por ejemplo, al magnate William Randolph Hearst -Charles Dance-, acaso inspirador de “Kane”, a Louis B. Meyer -Arliss Howard-, de los famosos estudios MGM, al productor John Houseman -Sam Troughton-, a Joseph -Tom Pelphrey-, hermano de Herman, y a la esposa de Mank, Sara -Tuppence Middleton-, la “pobre Sara”. Debemos ubicarlos a todos en el relato, no es sencillo, pero vale el esfuerzo. Brilla también la actriz Marion Davies -Amanda Seyfried- quien actúa como nexo del guionista con los mandamases del negocio. A todos ellos se suma la presencia de otros peces gordos de la época que completan una variopinta lista de figuras resplandecientes.
La cinta muestra egos altísimos, casi inaccesibles. Las personalidades de Wells y Mankiewicz afloran rápidamente gracias a una pluma ágil que lentamente conforma un tejido de alta densidad. El magnífico choque de egos provoca que la relación entre ambos -Wells no tiene un protagonismo presente sino que más bien es alguien “omnipresente”- sea más del tipo utilitario. La manipulación es evidente, las relaciones humanas se entrampan y finalmente todo se mantiene y avanza solo por necesidad.
David Fincher pone mucho énfasis en el proceso creativo y sus influencias. El guion es rico en imaginación y sentencias, con diálogos interesantísimos donde se vislumbra “Ciudadano Kane” sin ser naturalmente explícito. La cámara del director es sagaz para mostrar diferentes escenarios y saca partido a cada uno de los gestos que Mank nos regala, no solo físicos, en especial su voz y particular entonación.
El poder y el control se ponen de relieve. También el dinero, las intrigas, la conveniencia y por qué no, los trapos sucios. ¿Hay amistad verdadera? Al parecer no existe. Los magnates del cine se enfrentan a los creativos y por cierto Fincher también desnuda las odiosas diferencias de la separación de clases. En un mundo que “parece ser”, la marginación, la arrogancia y el desprecio no pueden faltar, son ingredientes fundamentales en un ambiente que se mueve con otros códigos, muy diferentes a sus apariencias.
“Mank” resulta muy interesante si la leemos con calma, porque tiene un ritmo lento. El eje central es el arrojo y la virtud creativa por sobre la mecánica de la propia acción. Dicho de otra forma, el núcleo revela la importancia fundamental del guion y por supuesto de su creador. “El contenido es el Rey”, hemos escuchado una y mil veces, y ejemplos tenemos por doquier. Tal vez es por ello que este reconocimiento a Mankiewicz, en su propio ambiente y en su mismo lenguaje, funciona muy bien. Además, si añadimos el oficio de Fincher para guiarnos en este viaje -pienso que el director también homenajea a su padre con esta cinta-, con una cinematografía que nos hace recordar, añorar y soñar, los componentes calzan como piezas de un preciso rompecabezas. David Fincher, al permitir el despliegue y lucimiento de Gary Oldman y con ello realzar la figura de Mank, independiente de sus adicciones, temperamento o condición, nos recuerda, una vez más, que el trabajo cinematográfico lo tenemos que completar nosotros mismos. Entonces, adelante, ¡manos a la obra!
Ficha técnica
Título original: Mank
Año: 2020
Duración: 132 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Netflix. Distribuida por Netflix
Género: Drama. Comedia | Biográfico. Alcoholismo. Años 30. Años 40. Cine dentro del cine
Guion: Jack Fincher
Música: Trent Reznor, Atticus Ross
Fotografía: Erik Messerschmidt (B&W)
Reparto: Gary Oldman, Amanda Seyfried, Arliss Howard, Charles Dance, Tom Burke, Lily Collins, Tuppence Middleton, Tom Pelphrey, Ferdinand Kingsley, Jamie McShane, Joseph Cross, Sam Troughton, Toby Leonard Moore, Leven Rambin, Madison West, Adam Shapiro, Monika Gossmann, Paul Fox, Jessie Cohen, Amie Farrell, Alex Leontev, Stewart Skelton, Craig Robert Young, Derek Petropolis, Jaclyn Bethany, Arlo Mertz
Dirección: David Fincher
miércoles, 16 de diciembre de 2020
Harley Queen
Disponible en redsalas.cl
Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda nos sumergen en la vida de Carolina Flores, quien vive junto a su pareja, Cristian Donoso, y su hija Victoria, en Bajos de Mena, Puente Alto. Carolina tiene una productora junto a dos socios; Koke, un joven simpatizante nazi que usa linchacos, cuchillos y se ejercita físicamente, y una vecina adolescente cuyo sueño es independizarse. Ofrecen experiencias paranormales, “El túnel del diablo”, tours especiales que promocionan en redes sociales.
Pero el día a día de Carolina no es solo ser mamá y emprendedora. Ella aspira a ser una stripper, imita a la novia del Guasón -“Harley Quinn”-, y por eso su apodo artístico de “Harley Queen”. Entrena, toma clases prácticas en una academia, y sus actos se concentran en concursos y presentaciones que su guía organiza. Quiere salir adelante, luchar, ganarle a la vida, en un sector que, por su radical pobreza, ha sido llamado “el gueto más grande Chile”.
La cámara de Adriazola y Sepúlveda es invasiva. Se cuela en dos metros cuadrados, en una pieza del pequeño departamento y en el reducido living donde Carolina ensaya sus eróticos pasos frente a su pequeña hija que deambula y juega sin entender lo que hace su madre. Poco vemos a Cristian, su pareja, el padre de Victoria. Solo al final nos enteramos que madruga y atraviesa toda la ciudad para llegar a su trabajo de panadero. A los socios los perdemos prontamente, el relato es sobre Carolina, en primera, segunda y tercera persona.
“Harley Queen” está filmada con precisión. La realidad se presenta tal cual es, sin adornos, sin ropajes -tal como se exhibe Carolina-, en planos cercanos que angustian, en otros abiertos donde contemplamos abandono material y otros en los que ingresamos a aquellos blocks de población -denominados soluciones habitacionales, que de solución no tienen nada-, llenos de habitantes que conviven en un permanente día día en el que se ayudan y también se enfrentan.
La vida de Carolina da cuenta de su resiliencia. Vislumbramos un duelo; existe un antes y un después. Es confuso. Ella señala que “la muerte ronda su vida”. Hijos fallecidos, mascotas envenenadas por vecinos inescrupulosos, un lugar imposible para vivir. Carolina se mantiene firme, avanza hacia un futuro que ni siquiera sospecha pero que sabe está adelante, a la vuelta de la esquina. No será siempre stripper, a lo más hasta los 35 y con recauchaje, señala con seguridad.
El documental, por momentos, se hace ingrato de ver. No es que queramos esconder la cabeza ante lo que estamos observando, es el modo en que su esencia atraviesa la pantalla y nos golpea directamente. Adriazola y Sepúlveda desnudan lo que filman y también nos desnudan a nosotros, en la intimidad de nuestra propia realidad. Asoma el pudor y la vergüenza. No es posible tolerar este nivel de marginación, desprotección y vulnerabilidad. ¡Hasta cuándo!
Aun así, la cinta abre un espacio. Es el ejemplo de Carolina el que emerge, a pesar de los golpes mortales que ha sufrido y la desesperanza generalizada. Ella sabe que depende de ella y de nadie más. Lo fácil sería quedarse inmóvil, solo pedir ayuda e incluso mortificarse por tanta desgracia. Carolina no lo hace, se rearma una y otra vez, tal como en sus pasos de bailarina, para creer en un futuro, en una oportunidad, un cambio, una luz en el horizonte. El sacrificio y el esfuerzo valen, y aunque quedemos con una amargura persistente, Carolina no baja los brazos, continua avanzando. Por Victoria, por su propia vida, por ser mujer, por ser sobreviviente, por ser capaz de parase una y mil veces, por superar todas sus condiciones, materiales, íntimas y afectivas; por hacer honor a su nombre artístico; “Harley Queen”.
Ficha técnica
Título original: Harley Queen
Año: 2019
Duración: 100 minutos
País: Chile
Productora: Mitomana Producciones
Género: Drama
Guion: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
Reparto: Catalina Flores, Cristián Donoso, Victoria Donoso
Dirección: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
Pero el día a día de Carolina no es solo ser mamá y emprendedora. Ella aspira a ser una stripper, imita a la novia del Guasón -“Harley Quinn”-, y por eso su apodo artístico de “Harley Queen”. Entrena, toma clases prácticas en una academia, y sus actos se concentran en concursos y presentaciones que su guía organiza. Quiere salir adelante, luchar, ganarle a la vida, en un sector que, por su radical pobreza, ha sido llamado “el gueto más grande Chile”.
La cámara de Adriazola y Sepúlveda es invasiva. Se cuela en dos metros cuadrados, en una pieza del pequeño departamento y en el reducido living donde Carolina ensaya sus eróticos pasos frente a su pequeña hija que deambula y juega sin entender lo que hace su madre. Poco vemos a Cristian, su pareja, el padre de Victoria. Solo al final nos enteramos que madruga y atraviesa toda la ciudad para llegar a su trabajo de panadero. A los socios los perdemos prontamente, el relato es sobre Carolina, en primera, segunda y tercera persona.
“Harley Queen” está filmada con precisión. La realidad se presenta tal cual es, sin adornos, sin ropajes -tal como se exhibe Carolina-, en planos cercanos que angustian, en otros abiertos donde contemplamos abandono material y otros en los que ingresamos a aquellos blocks de población -denominados soluciones habitacionales, que de solución no tienen nada-, llenos de habitantes que conviven en un permanente día día en el que se ayudan y también se enfrentan.
La vida de Carolina da cuenta de su resiliencia. Vislumbramos un duelo; existe un antes y un después. Es confuso. Ella señala que “la muerte ronda su vida”. Hijos fallecidos, mascotas envenenadas por vecinos inescrupulosos, un lugar imposible para vivir. Carolina se mantiene firme, avanza hacia un futuro que ni siquiera sospecha pero que sabe está adelante, a la vuelta de la esquina. No será siempre stripper, a lo más hasta los 35 y con recauchaje, señala con seguridad.
El documental, por momentos, se hace ingrato de ver. No es que queramos esconder la cabeza ante lo que estamos observando, es el modo en que su esencia atraviesa la pantalla y nos golpea directamente. Adriazola y Sepúlveda desnudan lo que filman y también nos desnudan a nosotros, en la intimidad de nuestra propia realidad. Asoma el pudor y la vergüenza. No es posible tolerar este nivel de marginación, desprotección y vulnerabilidad. ¡Hasta cuándo!
Aun así, la cinta abre un espacio. Es el ejemplo de Carolina el que emerge, a pesar de los golpes mortales que ha sufrido y la desesperanza generalizada. Ella sabe que depende de ella y de nadie más. Lo fácil sería quedarse inmóvil, solo pedir ayuda e incluso mortificarse por tanta desgracia. Carolina no lo hace, se rearma una y otra vez, tal como en sus pasos de bailarina, para creer en un futuro, en una oportunidad, un cambio, una luz en el horizonte. El sacrificio y el esfuerzo valen, y aunque quedemos con una amargura persistente, Carolina no baja los brazos, continua avanzando. Por Victoria, por su propia vida, por ser mujer, por ser sobreviviente, por ser capaz de parase una y mil veces, por superar todas sus condiciones, materiales, íntimas y afectivas; por hacer honor a su nombre artístico; “Harley Queen”.
Ficha técnica
Título original: Harley Queen
Año: 2019
Duración: 100 minutos
País: Chile
Productora: Mitomana Producciones
Género: Drama
Guion: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
Reparto: Catalina Flores, Cristián Donoso, Victoria Donoso
Dirección: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
lunes, 14 de diciembre de 2020
Lazzaro felice
Disponible en Netflix.
Esta cinta, escrita y dirigida por Alice Rohrwacher, es una fábula que contiene múltiples capas. La historia se centra en Lazzaro -Adriano Tardiolo-, un joven campesino que vive y trabaja en “La Inviolata”, una pequeña aldea alejada de la ciudad, cuya patrona es la marquesa Alfonsina de Luna -Nicoletta Braschi-. Lazzaro es bondadoso y servicial. Todos se aprovechan de él. ¿Se defiende? No. Él es así, piensa en los demás, se posterga. ¿Les da en el gusto? Más bien es complaciente, de él emanan valores positivos, escucha, ayuda, se interesa por los otros.
La comunidad donde vive Lazzaro es especial. Trabajan y trabajan pero no obtienen ganancias, siempre están al debe. Quienes manejan el negocio -producción de tabaco-, la marquesa y su administrador, abusan de su poder y les ponen el pié encima. La ignorancia y la sumisión de estas trabajadoras y trabajadores es de no creer. La ruralidad y la falta de conocimientos juegan un papel importante pero, ¿por qué nunca se rebelan?
La llegada de Tancredi -Luca Chikovani -, el hijo de la marquesa, modifica el escenario. Encuentra en Lazzaro un confidente, alguien que puede acogerlo y también servirlo para sus propios intereses. A partir de ese momento, el relato se dirige hacia un punto de inflexión que nos descoloca y que marca el comienzo del realismo mágico.
La película compone, entre sus líneas, una denuncia social, muestra el abuso y sometimiento de trabajadores que desconocen sus derechos. La vulnerabilidad no se manifiesta solo con la pobreza material sino que se refleja en la condición de vida de los retratados, sus temores, su inacción, su parálisis ante un mundo que deben descubrir.
Lazzaro transita hacia otro ámbito. ¿Qué encuentra, qué cambia? Sus amigos de comunidad son ahora mayores y él sigue siendo el mismo joven por el que los años no han pasado. La marginalidad y pobreza del grupo se mantiene pese al paso de los años, sin embargo el contraste permanece inmutable gracias a los valores que representa Lazzaro; generosidad, preocupación, contención, espíritu verdadero de bondad.
¿La presencia de Lazzaro es real, o bien es una representación de la conciencia de cada uno? La cinta no lo responde porque debemos profundizar dentro de sus capas. Bajo una apariencia cándida, el relato se interna en una metáfora compleja sobre la belleza de la bondad y la generosidad.
La actuación de Adriano Tardiolo es simple, sin aspavientos, desprovista de atuendos, incluso físicos. Su fragilidad es extrema, su fortaleza está en su espíritu, en su acción, en su testimonio. Atrae la interpretación porque es transparente, iluminadora y a la vez esperanzadora. Es la búsqueda del bien, es la inocencia de la virtud, un sentido casi religioso, ¿un camino de santidad?.
“Lazzaro felice” nos desafía a reflexionar. No está todo dicho y el texto no es explícito. Al contrario, oculta bajo algunas sencillas capas un sentido profundo del ser, aquello que está aun intacto, un corazón inocente y bondadoso. Allí sucede el milagro, la transformación. Cuando tomamos cierta conciencia ya estamos atrapados en el relato y no queda más que dejarnos llevar. Es un viaje mágico, sobrenatural pero realista, que exige esfuerzo, contemplación y sagacidad. La directora Alice Rohrwacher invita a encontrar el propio sentido, a interpretarlo y a completarlo, haciendo el recorrido aun más interesante y complejo.
Ficha técnica
Título original: Lazzaro felice
Año: 2018
Duración: 125 minutos
País: Italia
Productora: Co-production Italia-Suiza-Francia-Alemania; Tempesta, Amka Films Productions, Ad Vitam Production
Género: Drama | Vida rural. Realismo mágico. Drama social
Guion: Alice Rohrwacher
Fotografía: Hélène Louvart
Reparto: Adriano Tardiolo, Alba Rohrwacher, Agnese Graziani, Luca Chikovani, Sergi López, Natalino Balasso, Tommaso Ragno, Nicoletta Braschi, Leonardo Nigro
Dirección: Alice Rohrwacher
Esta cinta, escrita y dirigida por Alice Rohrwacher, es una fábula que contiene múltiples capas. La historia se centra en Lazzaro -Adriano Tardiolo-, un joven campesino que vive y trabaja en “La Inviolata”, una pequeña aldea alejada de la ciudad, cuya patrona es la marquesa Alfonsina de Luna -Nicoletta Braschi-. Lazzaro es bondadoso y servicial. Todos se aprovechan de él. ¿Se defiende? No. Él es así, piensa en los demás, se posterga. ¿Les da en el gusto? Más bien es complaciente, de él emanan valores positivos, escucha, ayuda, se interesa por los otros.
La comunidad donde vive Lazzaro es especial. Trabajan y trabajan pero no obtienen ganancias, siempre están al debe. Quienes manejan el negocio -producción de tabaco-, la marquesa y su administrador, abusan de su poder y les ponen el pié encima. La ignorancia y la sumisión de estas trabajadoras y trabajadores es de no creer. La ruralidad y la falta de conocimientos juegan un papel importante pero, ¿por qué nunca se rebelan?
La llegada de Tancredi -Luca Chikovani -, el hijo de la marquesa, modifica el escenario. Encuentra en Lazzaro un confidente, alguien que puede acogerlo y también servirlo para sus propios intereses. A partir de ese momento, el relato se dirige hacia un punto de inflexión que nos descoloca y que marca el comienzo del realismo mágico.
La película compone, entre sus líneas, una denuncia social, muestra el abuso y sometimiento de trabajadores que desconocen sus derechos. La vulnerabilidad no se manifiesta solo con la pobreza material sino que se refleja en la condición de vida de los retratados, sus temores, su inacción, su parálisis ante un mundo que deben descubrir.
Lazzaro transita hacia otro ámbito. ¿Qué encuentra, qué cambia? Sus amigos de comunidad son ahora mayores y él sigue siendo el mismo joven por el que los años no han pasado. La marginalidad y pobreza del grupo se mantiene pese al paso de los años, sin embargo el contraste permanece inmutable gracias a los valores que representa Lazzaro; generosidad, preocupación, contención, espíritu verdadero de bondad.
¿La presencia de Lazzaro es real, o bien es una representación de la conciencia de cada uno? La cinta no lo responde porque debemos profundizar dentro de sus capas. Bajo una apariencia cándida, el relato se interna en una metáfora compleja sobre la belleza de la bondad y la generosidad.
La actuación de Adriano Tardiolo es simple, sin aspavientos, desprovista de atuendos, incluso físicos. Su fragilidad es extrema, su fortaleza está en su espíritu, en su acción, en su testimonio. Atrae la interpretación porque es transparente, iluminadora y a la vez esperanzadora. Es la búsqueda del bien, es la inocencia de la virtud, un sentido casi religioso, ¿un camino de santidad?.
“Lazzaro felice” nos desafía a reflexionar. No está todo dicho y el texto no es explícito. Al contrario, oculta bajo algunas sencillas capas un sentido profundo del ser, aquello que está aun intacto, un corazón inocente y bondadoso. Allí sucede el milagro, la transformación. Cuando tomamos cierta conciencia ya estamos atrapados en el relato y no queda más que dejarnos llevar. Es un viaje mágico, sobrenatural pero realista, que exige esfuerzo, contemplación y sagacidad. La directora Alice Rohrwacher invita a encontrar el propio sentido, a interpretarlo y a completarlo, haciendo el recorrido aun más interesante y complejo.
Ficha técnica
Título original: Lazzaro felice
Año: 2018
Duración: 125 minutos
País: Italia
Productora: Co-production Italia-Suiza-Francia-Alemania; Tempesta, Amka Films Productions, Ad Vitam Production
Género: Drama | Vida rural. Realismo mágico. Drama social
Guion: Alice Rohrwacher
Fotografía: Hélène Louvart
Reparto: Adriano Tardiolo, Alba Rohrwacher, Agnese Graziani, Luca Chikovani, Sergi López, Natalino Balasso, Tommaso Ragno, Nicoletta Braschi, Leonardo Nigro
Dirección: Alice Rohrwacher
viernes, 11 de diciembre de 2020
Hillbilly, una elegía rural
Disponible en Netflix.
Basada en hechos reales, “Hillbilly Elegy” presenta la historia de J.D. Vance -Gabriel Basso-, un joven estudiante de derecho en Yale. A punto de encontrar trabajo, una llamada telefónica de su hermana lo pone en alerta, pues su madre Beverly -Amy Adams- ha sufrido una recaída producto de las drogas. No le queda más remedio que regresar a su tierra, Middletown, Ohio, y enfrentarse a una realidad que hace tiempo desea olvidar.
J.D. tiene marcados recuerdos de su niñez, en Kentucky, donde tuvo una vida familiar compleja. Fue criado en realidad por su abuela Bonnie "Mamaw" Vance -Glenn Close-, una mujer fuerte, estricta, con un alto sentido del deber, poco cariñosa pero a la vez compasiva. Las dificultades de su madre hicieron que J.D. y su hermana Lindsay -Haley Bennett-, buscaran refugio permanente en la anciana, único punto de referencia en un entorno disfunsional, violento y cerrado.
La cinta explora tres generaciones. Al presentar una composición no lineal, con múltiples saltos temporales, el relato no se queda estático en un tiempo determinado. Es volátil pero no requerimos mayor atención para comprenderlo, sin embargo, el recurso se agota en algunos momentos.
El guion corresponde a Vanessa Taylor sobre el libro del mismo J.D. Vance, bestseller del The New York Times en agosto de 2016 y enero de 2017. Escrito ágilmente, Taylor entrega pistas que permiten armar la composición completa hacia la medianía de la cinta, pero impide que ciertas incógnitas queden en espera de ser descubiertas más adelante.
La dirección de Ron Howard es correcta, sin osadía ni riesgo, en un relato que se torna algo plano, sin puntos de inflexión y bastante predecible. Y no es que la historia carezca de interés. Es la decisión del enfoque narrativo la que produce, a mi modo de ver, este vacío que no encuentra así elementos para generar un despliegue mayor, especialmente en su último tercio.
Punto aparte son las actuaciones, que, sin duda, responden al pergamino de sus intérpretes. Glenn Close brilla en el papel de la abuela. Si bien en un comienzo su papel es bastante secundario, en aquellos momentos donde adquiere protagonismo, llena la pantalla y atrapa la atención. No es solo su modulación, acento y muecas lo que llama la atención, sino el esfuerzo que imprime a todo su cuerpo para representar a la matriarca de la familia. Amy Adams también logra destacar en su interpretación de la madre atormentada de J.D. Irreconocible por momentos, aporta una exagerada carga emocional que parece hundir el barco y arrastrar a todos a las profundidades más oscuras de su depresión.
Gabriel Basso y Haley Bennett, caracterizando a los hermanos Vance, representan un plano más débil, sin embargo se sobreponen a sí mismos entregando algunas escenas importantes y añadiendo una cuota de frescura cuando la narración lo requiere.
Curiosamente la música de David Fleming y Hans Zimmer no logra destacar. Relegada a un completo segundo plano, salvo un inicio prometedor que luego se diluye, no acierta como generadora de tensión y menos conteniendo hilos conductores que pudieran ser reconocibles posteriormente. Una lástima, esperaba más.
“Hillbilly Elegy” provoca curiosidad por el libro original, por el relato de esta historia en primera persona y en un género artístico diferente donde debemos imaginar más que reconocer. No obstante lo señalado y volviendo al cine, un acierto de la película es sin duda su casting, sobre todo al revisar las secuencias finales donde podemos visualizar videos que retratan a los verdaderos protagonistas.
¿Raya para la suma? “Hillbilly, una elegía rural” es una película que, en un lenguaje tradicional y sin sobresaltos, describe lo que llamamos “el sueño americano”. Son las dificultades familiares, la pobreza, la discriminación y la violencia sobrellevadas a fuerza de carácter, temple, vigor y perseverancia. Es el concepto de resiliencia puesto en relieve gracias a actitudes casi heroicas. También es una muestra de oportunidades que pocas veces se dan y que se deben aprovechar. En este sentido, la secuencia de J.D. trabajando como joven adolescente es demasiado rápida, demasiado corta, como para entender el momento del cambio, ese punto de inflexión que le hace comprender su realidad y rebelarse ante ella con acciones concretas. Habría sido interesante un mayor desarrollo de esa etapa, pero sin duda, entonces sería otra película.
Ficha técnica
Título original: Hillbilly Elegy
Año: 2020
Duración: 116 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Imagine Entertainment, Netflix. Distribuida por Netflix
Género: Drama | Vida rural (Norteamérica). Familia. Basado en hechos reales
Guion: Vanessa Taylor (Libro: J.D. Vance)
Música: David Fleming, Hans Zimmer
Fotografía: Maryse Alberti
Reparto: Amy Adams, Gabriel Basso, Glenn Close, Haley Bennett, Owen Asztalos, Freida Pinto, Bo Hopkins, William Mark McCullough, Jesse C. Boyd, Deja Dee, Tierney Smith, Lucy Capri, Sunny Mabrey, Stephen Kunken, Ryan Homchick, Ed Amatrudo, Holly A. Morris, Jason Davis, Keong Sim, Ethan Levy
Dirección: Ron Howard
Basada en hechos reales, “Hillbilly Elegy” presenta la historia de J.D. Vance -Gabriel Basso-, un joven estudiante de derecho en Yale. A punto de encontrar trabajo, una llamada telefónica de su hermana lo pone en alerta, pues su madre Beverly -Amy Adams- ha sufrido una recaída producto de las drogas. No le queda más remedio que regresar a su tierra, Middletown, Ohio, y enfrentarse a una realidad que hace tiempo desea olvidar.
J.D. tiene marcados recuerdos de su niñez, en Kentucky, donde tuvo una vida familiar compleja. Fue criado en realidad por su abuela Bonnie "Mamaw" Vance -Glenn Close-, una mujer fuerte, estricta, con un alto sentido del deber, poco cariñosa pero a la vez compasiva. Las dificultades de su madre hicieron que J.D. y su hermana Lindsay -Haley Bennett-, buscaran refugio permanente en la anciana, único punto de referencia en un entorno disfunsional, violento y cerrado.
La cinta explora tres generaciones. Al presentar una composición no lineal, con múltiples saltos temporales, el relato no se queda estático en un tiempo determinado. Es volátil pero no requerimos mayor atención para comprenderlo, sin embargo, el recurso se agota en algunos momentos.
El guion corresponde a Vanessa Taylor sobre el libro del mismo J.D. Vance, bestseller del The New York Times en agosto de 2016 y enero de 2017. Escrito ágilmente, Taylor entrega pistas que permiten armar la composición completa hacia la medianía de la cinta, pero impide que ciertas incógnitas queden en espera de ser descubiertas más adelante.
La dirección de Ron Howard es correcta, sin osadía ni riesgo, en un relato que se torna algo plano, sin puntos de inflexión y bastante predecible. Y no es que la historia carezca de interés. Es la decisión del enfoque narrativo la que produce, a mi modo de ver, este vacío que no encuentra así elementos para generar un despliegue mayor, especialmente en su último tercio.
Punto aparte son las actuaciones, que, sin duda, responden al pergamino de sus intérpretes. Glenn Close brilla en el papel de la abuela. Si bien en un comienzo su papel es bastante secundario, en aquellos momentos donde adquiere protagonismo, llena la pantalla y atrapa la atención. No es solo su modulación, acento y muecas lo que llama la atención, sino el esfuerzo que imprime a todo su cuerpo para representar a la matriarca de la familia. Amy Adams también logra destacar en su interpretación de la madre atormentada de J.D. Irreconocible por momentos, aporta una exagerada carga emocional que parece hundir el barco y arrastrar a todos a las profundidades más oscuras de su depresión.
Gabriel Basso y Haley Bennett, caracterizando a los hermanos Vance, representan un plano más débil, sin embargo se sobreponen a sí mismos entregando algunas escenas importantes y añadiendo una cuota de frescura cuando la narración lo requiere.
Curiosamente la música de David Fleming y Hans Zimmer no logra destacar. Relegada a un completo segundo plano, salvo un inicio prometedor que luego se diluye, no acierta como generadora de tensión y menos conteniendo hilos conductores que pudieran ser reconocibles posteriormente. Una lástima, esperaba más.
“Hillbilly Elegy” provoca curiosidad por el libro original, por el relato de esta historia en primera persona y en un género artístico diferente donde debemos imaginar más que reconocer. No obstante lo señalado y volviendo al cine, un acierto de la película es sin duda su casting, sobre todo al revisar las secuencias finales donde podemos visualizar videos que retratan a los verdaderos protagonistas.
¿Raya para la suma? “Hillbilly, una elegía rural” es una película que, en un lenguaje tradicional y sin sobresaltos, describe lo que llamamos “el sueño americano”. Son las dificultades familiares, la pobreza, la discriminación y la violencia sobrellevadas a fuerza de carácter, temple, vigor y perseverancia. Es el concepto de resiliencia puesto en relieve gracias a actitudes casi heroicas. También es una muestra de oportunidades que pocas veces se dan y que se deben aprovechar. En este sentido, la secuencia de J.D. trabajando como joven adolescente es demasiado rápida, demasiado corta, como para entender el momento del cambio, ese punto de inflexión que le hace comprender su realidad y rebelarse ante ella con acciones concretas. Habría sido interesante un mayor desarrollo de esa etapa, pero sin duda, entonces sería otra película.
Ficha técnica
Título original: Hillbilly Elegy
Año: 2020
Duración: 116 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Imagine Entertainment, Netflix. Distribuida por Netflix
Género: Drama | Vida rural (Norteamérica). Familia. Basado en hechos reales
Guion: Vanessa Taylor (Libro: J.D. Vance)
Música: David Fleming, Hans Zimmer
Fotografía: Maryse Alberti
Reparto: Amy Adams, Gabriel Basso, Glenn Close, Haley Bennett, Owen Asztalos, Freida Pinto, Bo Hopkins, William Mark McCullough, Jesse C. Boyd, Deja Dee, Tierney Smith, Lucy Capri, Sunny Mabrey, Stephen Kunken, Ryan Homchick, Ed Amatrudo, Holly A. Morris, Jason Davis, Keong Sim, Ethan Levy
Dirección: Ron Howard
miércoles, 9 de diciembre de 2020
La vida que queríamos
Disponible en Netflix.
Basada en el cuento de Von Peter Stamm, “Der Lauf Der Dinge” -El Curso de las Cosas-, esta cinta sigue a Alice -Lavinia Wilson- y a Niklas -Elyas M’Barek-, un matrimonio austríaco que ha intentando varios métodos para poder concebir un bebé. Presa de la frustración por un nuevo fracaso, y también por recomendación médica, deciden tomar vacaciones en un hermoso lugar de Cerdeña, Italia.
El tiempo de descanso, la posibilidad de tomar aire y respirar, alivia también la tensión producto de las remodelaciones que están efectuando en su casa, asunto que les mantiene conectados con su lugar habitual de residencia. Además, no están solos en el paradisiaco lugar. Tienen como vecinos a una pareja de coterráneos con dos hijos; el mayor, un adolescente retraído que pasa en silencio, y una pequeña niña muy sociable, inquieta y amorosa.
Al principio, estos vecinos producen confusión en Alice y Niklas. Por una parte, representan lo que ellos quisieran ser, una familia feliz, dichosa, libre, afortunada. Pero por otra, les incomoda un poco su presencia algo invasiva, tal vez incluso inquisidora, entendiendo que no existe mala voluntad, sino diferencias en la forma de comportarse y entender la proximidad.
Los días son propicios para que se produzcan encuentros donde las parejas descubran puntos de unión. El papel de la pequeña Denise -Iva Höperberg- es vital; se cuela en la casa vecina, busca a Alice, despierta en ella la profundidad del deseo maternal. Asimismo, Niklas entabla amistad con Romed -Lukas Spisser-, comienzan a compartir algunos espacios de recreación. Se suma al cuadro, Christi -Anna Unterberger-, la esposa de Romed, quien expone abiertamente sobre su experiencia de madre adolescente y lo que significó la llegada “accidental” de David -Fedor Teyml- a sus vidas.
La película encuentra su fondo en los sueños que tienen Alice y Niklas sobre su futuro, sobre los planes de tener familia y la frustración de no lograrlo. Esto se confronta con lo que ven a su lado, este matrimonio con dos hijos que les parece un ideal. Han viajado de vacaciones para sentirse mejor, pero el plan no está resultando. La preocupación sigue allí, Alice se siente egoísta, cierra la puerta a la adopción; o es un hijo/a de ellos o nada. Está en juego su propia proyección, su descendencia.
A la vez, este tiempo de pausa hace que afloren problemas tal vez ocultos por la rutina de años de vida juntos. Tienen problemas de pareja, la fertilidad es la excusa para los encuentros íntimos que ya no son por placer sino programados según calendario. Así, los deseos y la realidad se separan con un muro, una barrera imposible de salvar.
“La vida que queríamos” es una reflexión introspectiva. Habla sobre lo que se quiere ser dejando de lado lo que se es. La construcción de la vida sobre deseos se contrapone a la necesidad de contemplar la realidad. El texto pone acento en las conexiones que despiertan ciertas situaciones cotidianas. Son flashes, pequeños ases de luz, que entregan pistas sobre un relato que se introduce fuerte en la obsesión, en la soledad, en la frustración y en la necesidad de sanar mediante la aceptación.
Ulrike Kofler, que también participa en el guion junto a Sandra Bohle, Marie Kreutzer y Peter Stamm, filma con delicadeza cada una de las escenas. La inclinación por el melodrama pudo resultar tentadora, pero Kofler huye de aquello con elementos sobrios, escenas bien enmarcadas y diálogos precisos que se sienten sólidos, muy bien interpretados por cada uno de sus actores.
El título original del cuento, traducido como “el curso de las cosas”, es significativo. La cinta profundiza en los sueños de una pareja y en sus conflictos presentes. Por lo mismo, es paradójico que el reflejo del futuro incida en Alice y Niklas. El rumbo de las cosas marcará sus vidas.
Ficha técnica
Título original: Was wir wollten (What We Wanted)
Año: 2020
Duración: 93 minutos
País: Alemania
Productora: Distribuida por Netflix
Género: Drama
Guion: Ulrike Kofler, Sandra Bohle, Marie Kreutzer, Peter Stamm
Fotografía: Robert Oberrainer
Reparto: Lavinia Wilson, Elyas M'Barek, Anna Unterberger, Lukas Spisser, Klaus Huhle, Marta Manduca, Maria Hofstätter, Tina Haller, Fedor Teyml, Iva Höpperger
Dirección: Ulrike Kofler
Basada en el cuento de Von Peter Stamm, “Der Lauf Der Dinge” -El Curso de las Cosas-, esta cinta sigue a Alice -Lavinia Wilson- y a Niklas -Elyas M’Barek-, un matrimonio austríaco que ha intentando varios métodos para poder concebir un bebé. Presa de la frustración por un nuevo fracaso, y también por recomendación médica, deciden tomar vacaciones en un hermoso lugar de Cerdeña, Italia.
El tiempo de descanso, la posibilidad de tomar aire y respirar, alivia también la tensión producto de las remodelaciones que están efectuando en su casa, asunto que les mantiene conectados con su lugar habitual de residencia. Además, no están solos en el paradisiaco lugar. Tienen como vecinos a una pareja de coterráneos con dos hijos; el mayor, un adolescente retraído que pasa en silencio, y una pequeña niña muy sociable, inquieta y amorosa.
Al principio, estos vecinos producen confusión en Alice y Niklas. Por una parte, representan lo que ellos quisieran ser, una familia feliz, dichosa, libre, afortunada. Pero por otra, les incomoda un poco su presencia algo invasiva, tal vez incluso inquisidora, entendiendo que no existe mala voluntad, sino diferencias en la forma de comportarse y entender la proximidad.
Los días son propicios para que se produzcan encuentros donde las parejas descubran puntos de unión. El papel de la pequeña Denise -Iva Höperberg- es vital; se cuela en la casa vecina, busca a Alice, despierta en ella la profundidad del deseo maternal. Asimismo, Niklas entabla amistad con Romed -Lukas Spisser-, comienzan a compartir algunos espacios de recreación. Se suma al cuadro, Christi -Anna Unterberger-, la esposa de Romed, quien expone abiertamente sobre su experiencia de madre adolescente y lo que significó la llegada “accidental” de David -Fedor Teyml- a sus vidas.
La película encuentra su fondo en los sueños que tienen Alice y Niklas sobre su futuro, sobre los planes de tener familia y la frustración de no lograrlo. Esto se confronta con lo que ven a su lado, este matrimonio con dos hijos que les parece un ideal. Han viajado de vacaciones para sentirse mejor, pero el plan no está resultando. La preocupación sigue allí, Alice se siente egoísta, cierra la puerta a la adopción; o es un hijo/a de ellos o nada. Está en juego su propia proyección, su descendencia.
A la vez, este tiempo de pausa hace que afloren problemas tal vez ocultos por la rutina de años de vida juntos. Tienen problemas de pareja, la fertilidad es la excusa para los encuentros íntimos que ya no son por placer sino programados según calendario. Así, los deseos y la realidad se separan con un muro, una barrera imposible de salvar.
“La vida que queríamos” es una reflexión introspectiva. Habla sobre lo que se quiere ser dejando de lado lo que se es. La construcción de la vida sobre deseos se contrapone a la necesidad de contemplar la realidad. El texto pone acento en las conexiones que despiertan ciertas situaciones cotidianas. Son flashes, pequeños ases de luz, que entregan pistas sobre un relato que se introduce fuerte en la obsesión, en la soledad, en la frustración y en la necesidad de sanar mediante la aceptación.
Ulrike Kofler, que también participa en el guion junto a Sandra Bohle, Marie Kreutzer y Peter Stamm, filma con delicadeza cada una de las escenas. La inclinación por el melodrama pudo resultar tentadora, pero Kofler huye de aquello con elementos sobrios, escenas bien enmarcadas y diálogos precisos que se sienten sólidos, muy bien interpretados por cada uno de sus actores.
El título original del cuento, traducido como “el curso de las cosas”, es significativo. La cinta profundiza en los sueños de una pareja y en sus conflictos presentes. Por lo mismo, es paradójico que el reflejo del futuro incida en Alice y Niklas. El rumbo de las cosas marcará sus vidas.
Ficha técnica
Título original: Was wir wollten (What We Wanted)
Año: 2020
Duración: 93 minutos
País: Alemania
Productora: Distribuida por Netflix
Género: Drama
Guion: Ulrike Kofler, Sandra Bohle, Marie Kreutzer, Peter Stamm
Fotografía: Robert Oberrainer
Reparto: Lavinia Wilson, Elyas M'Barek, Anna Unterberger, Lukas Spisser, Klaus Huhle, Marta Manduca, Maria Hofstätter, Tina Haller, Fedor Teyml, Iva Höpperger
Dirección: Ulrike Kofler
lunes, 7 de diciembre de 2020
Mosul
Disponible en Netflix.
Esta película tiene, en su secuencia inicial, cinco minutos que nos llevan al borde de la silla. Luego de imágenes elocuentes en planos abiertos que muestran devastación, prosigue un cruento enfrentamiento. Se trata de una lucha sin cuartel y sin distingo entre grupos fuertemente armados. Entendemos algo de la historia con el relato previo, “en off”, pero de pronto nos vemos sumergidos en una acción donde lo único posible es matar o morir.
“Mosul” está basada en hechos reales. Trata del conflicto que, en Oriente Medio y en específico Irak, se produce entre el Estado Islámico (ISIS o Dáesh) y la población local luego de años de violenta ocupación. Mientras las últimas células terroristas huyen, policías de élite conformadas por hombres de la ciudad, también denominados “Equipo Swat de Nínive”, luchan por recuperar el control de la segunda ciudad iraquí.
Es difícil entender el estado de las cosas, requiere contexto, pero aquello se da por conocido y entramos de inmediato al desarrollo de la historia. ¿Quiénes son los buenos, quiénes son los malos? ¿Cuánto es verdad, cuánto es ficción?
El origen del relato es el artículo “The desperate battle to destroy ISIS” -La batalla desesperada para destruir EI-, escrito para The New Yorker por Luke Mogelson, texto que describe en detalle las operaciones de esta fuerza especial llamada SWAT. Convertido en guion por el director Matthew Michael Carnahan, la cinta filma de cerca, desde dentro y en una sola jornada, una verdadera odisea, con ángulos tomados desde el suelo, con varios planos continuos y cámaras temblorosas, imágenes que dan cuenta realista de los hechos y nos hacen partícipes de acabados detalles.
La esencia de la trama describe desde que el joven policía kurdo Kawa -Adam Bessa- junto a dos colegas son atacados por miembros del EI, y logran sobrevivir gracias a la precisa intervención del equipo SWAT liderado por el experimentado mayor Jasem -Suhail Dabbach-. Kawa, quien se une a ellos con muchas dudas tanto propias como del resto de sus nuevos aliados, pregunta insistentemente por la misión del grupo. No hay respuesta. ¿Porque piensan que no es de fiar? ¿Porque no tienen claro el objetivo? ¿Porque no hay una misión?
Observamos, durante sus 101 minutos de duración, el miedo, el horror y la inseguridad en primerísima persona. Carnahan nos ubica allí, al centro, como espectadores privilegiados. La inseguridad y el abandono son palpables, se sienten. ¿Luchan por ideales o están en “piloto automático”? No sabemos. Lo que sí está claro es que deben matar, matar, matar…
La supervivencia se juega en un segundo. Se puede perder todo al instante, en un parpadeo, en un descuido, en una trampa, en un enfrentamiento cara a cara. ¿De qué depende? Un paso en falso, y se acaba todo. Destrucción y devastación humana y también material. La inestabilidad es permanente, la sospecha, la desconfianza también; el odio abunda y la venganza se vislumbra en cada esquina.
¿Qué es lo real, lo fuerte, el vínculo más concreto, la más profunda motivación? Las respuestas no se encuentran fácilmente. La capa violenta que recubre la historia dificulta llegar al fondo, sin embargo surgen luces que dan algunas pistas. La compasión hacia los niños encontrados en el camino, el afecto y algunos lazos al interior del equipo dejan entrever íntimas convicciones. Demora mucho más en aparecer el centro fundacional del testimonio, aquel donde la presencia del amor es lo que finalmente otorga sentido a la vida y provoca que este grupo de personas siga adelante, sin importar los riesgos, para completar lo que han juramentado conseguir.
Ficha técnica
Título original: City of a Million Soldiers
Año: 2019
Duración: 101 minutos
País: Estados Unidos
Productora: AGBO, Conde Nast Entertainment
Género: Bélico. Drama | Basado en hechos reales. Terrorismo
Guion: Matthew Michael Carnahan
Música: Henry Jackman
Fotografía: Mauro Fiore
Reparto: Thaer Al-Shayei, Waleed Elgadi, Hayat Kamille, Suhail Dabbach, Mehdi Lamrini, Ben Affan, Adam Bessa, Abbas Abdulghani, Mohamed Attougui, Youssef Tounzi, Mohimen Mahbuba, Qutaiba Abdelhaq, Isaac Elias, Ahmed Ghanem, Faycal Zeglat
Dirección: Matthew Michael Carnahan
Esta película tiene, en su secuencia inicial, cinco minutos que nos llevan al borde de la silla. Luego de imágenes elocuentes en planos abiertos que muestran devastación, prosigue un cruento enfrentamiento. Se trata de una lucha sin cuartel y sin distingo entre grupos fuertemente armados. Entendemos algo de la historia con el relato previo, “en off”, pero de pronto nos vemos sumergidos en una acción donde lo único posible es matar o morir.
“Mosul” está basada en hechos reales. Trata del conflicto que, en Oriente Medio y en específico Irak, se produce entre el Estado Islámico (ISIS o Dáesh) y la población local luego de años de violenta ocupación. Mientras las últimas células terroristas huyen, policías de élite conformadas por hombres de la ciudad, también denominados “Equipo Swat de Nínive”, luchan por recuperar el control de la segunda ciudad iraquí.
Es difícil entender el estado de las cosas, requiere contexto, pero aquello se da por conocido y entramos de inmediato al desarrollo de la historia. ¿Quiénes son los buenos, quiénes son los malos? ¿Cuánto es verdad, cuánto es ficción?
El origen del relato es el artículo “The desperate battle to destroy ISIS” -La batalla desesperada para destruir EI-, escrito para The New Yorker por Luke Mogelson, texto que describe en detalle las operaciones de esta fuerza especial llamada SWAT. Convertido en guion por el director Matthew Michael Carnahan, la cinta filma de cerca, desde dentro y en una sola jornada, una verdadera odisea, con ángulos tomados desde el suelo, con varios planos continuos y cámaras temblorosas, imágenes que dan cuenta realista de los hechos y nos hacen partícipes de acabados detalles.
La esencia de la trama describe desde que el joven policía kurdo Kawa -Adam Bessa- junto a dos colegas son atacados por miembros del EI, y logran sobrevivir gracias a la precisa intervención del equipo SWAT liderado por el experimentado mayor Jasem -Suhail Dabbach-. Kawa, quien se une a ellos con muchas dudas tanto propias como del resto de sus nuevos aliados, pregunta insistentemente por la misión del grupo. No hay respuesta. ¿Porque piensan que no es de fiar? ¿Porque no tienen claro el objetivo? ¿Porque no hay una misión?
Observamos, durante sus 101 minutos de duración, el miedo, el horror y la inseguridad en primerísima persona. Carnahan nos ubica allí, al centro, como espectadores privilegiados. La inseguridad y el abandono son palpables, se sienten. ¿Luchan por ideales o están en “piloto automático”? No sabemos. Lo que sí está claro es que deben matar, matar, matar…
La supervivencia se juega en un segundo. Se puede perder todo al instante, en un parpadeo, en un descuido, en una trampa, en un enfrentamiento cara a cara. ¿De qué depende? Un paso en falso, y se acaba todo. Destrucción y devastación humana y también material. La inestabilidad es permanente, la sospecha, la desconfianza también; el odio abunda y la venganza se vislumbra en cada esquina.
¿Qué es lo real, lo fuerte, el vínculo más concreto, la más profunda motivación? Las respuestas no se encuentran fácilmente. La capa violenta que recubre la historia dificulta llegar al fondo, sin embargo surgen luces que dan algunas pistas. La compasión hacia los niños encontrados en el camino, el afecto y algunos lazos al interior del equipo dejan entrever íntimas convicciones. Demora mucho más en aparecer el centro fundacional del testimonio, aquel donde la presencia del amor es lo que finalmente otorga sentido a la vida y provoca que este grupo de personas siga adelante, sin importar los riesgos, para completar lo que han juramentado conseguir.
Ficha técnica
Título original: City of a Million Soldiers
Año: 2019
Duración: 101 minutos
País: Estados Unidos
Productora: AGBO, Conde Nast Entertainment
Género: Bélico. Drama | Basado en hechos reales. Terrorismo
Guion: Matthew Michael Carnahan
Música: Henry Jackman
Fotografía: Mauro Fiore
Reparto: Thaer Al-Shayei, Waleed Elgadi, Hayat Kamille, Suhail Dabbach, Mehdi Lamrini, Ben Affan, Adam Bessa, Abbas Abdulghani, Mohamed Attougui, Youssef Tounzi, Mohimen Mahbuba, Qutaiba Abdelhaq, Isaac Elias, Ahmed Ghanem, Faycal Zeglat
Dirección: Matthew Michael Carnahan
viernes, 4 de diciembre de 2020
Incierta Gloria
Disponible en Netflix.
1937, España, plena Guerra Civil. Al Frente de Aragón llega Lluís -Marcel Borràs-, un joven oficial republicano destinado al entrenamiento de soldados en un puesto de combate que se encuentra inactivo. Cuando conoce a “La Carlana” -Núria Prims-, se siente atraído por esta mujer, ya viuda, que tiene una particular historia en el pueblo y cuyos detalles Lluís desconoce completamente.
En el Frente de Aragón se encuentra también Juli Soleràs -Oriol Pla-, el mejor amigo de Lluís. Su lazo de amistad es sólido y prácticamente se sienten hermanos de la vida. Juli ha zafado a tiempo de la magnética Carlana, pero Lluís, como buen recién llegado, cede con ella, consiguiendo un certificado falso que la convierte en la gran Señora del lugar. La escena se completa en Barcelona, donde viven Trini, la mujer de Lluís y su pequeño hijo.
La película presenta situaciones de vida muy distintas. Un padre de familia deja todo atrás para cumplir su misión. Otro joven es idealista pero está confundido. Por su parte, la enigmática Carlana, está pendiente del poder y de defender su condición; una “viuda negra” o “araña”, manipuladora y sin escrúpulos. Un triángulo complejo, que por momentos se transforma en dos triángulos paralelos, cuyo límite no es sencillos de dimensionar. La historia entreteje tramas y subtramas, algunas profundas y otras que se aprecian como extraídas de otros géneros. El origen de la cinta es la novela de Joan Sales escrita en 1956, transformada en guion por Coral Cruz y el mismo director, Agustí Villaronga.
La guerra, el conflicto entre los bandos y la situación que se vive en el Frente de Aragón es solo un trasfondo. No es lo principal, porque los ejércitos se ven difusos, cuesta visualizar dónde está el verdadero antagonismo, aunque la frase de la Carlana es también una sentencia: “Señor, te damos gracias por permitir que la amistad y las alianzas aun sean posibles en medio de esta guerra tan cruel y por dejarnos vivir entre tanta muerte”. Vemos las crisis personales provocadas por diferentes acciones. De ese modo, el relato consiste en la exploración del comportamientos de sus protagonistas, el descubrimiento de sus afectos, las renuncias que están -o no- dispuestos a realizar y la permanente lucha entre lo ideal y la realidad.
Surgen cuestionamientos. ¿Qué se hace ante una situación de vida o muerte? ¿Mantenerse firme? ¿Dejar de lado los valores? ¿Cuáles son las principales motivaciones en este actuar? La cinta también explora diferencias sociales, muestra las relaciones entre patrones y servidumbre. La élite por un lado, el pueblo por otro. Hay secretos, historias y también pasiones, que son totalmente transversales. “Incerta glòria” deja al descubierto dudas éticas y morales en todas las situaciones que retrata y no escatima en mostrar los peores demonios que habitan las oscuridades de cada uno de los individuos.
Agustí Villaronga filma con un alto nivel estético. Las tomas son amplias en exteriores, cercanas y con poca luz en interiores. El director elabora un relato que bien puede suceder en cualquier escenario dado que su centro de gravedad son los actos de sus personajes. En ese sentido, la Guerra Civil aporta poco a la sustancia narrativa y se diluye con el correr de los minutos. Es cierto, es solo el escenario, el marco de fondo, pero se le entrega un papel que dista de la tensión inherente a un conflicto que trasciende a los involucrados.
“Incierta Gloria” se inscribe dentro del cine de autor. La mano de su realizador se percibe con cada toma, con cada secuencia y sobre todo con las actuaciones de sus protagonistas. En mi opinión, algunas partes resultan menos convincentes, tal vez por la dificultad de retratar la novela o bien por decisiones respecto al metraje. Sin embargo, y aun así, apreciamos una obra que, superando algunas capas, es capaz de producir intriga y mantenernos inquietos en sus casi dos horas de duración.
Ficha técnica
Título original: Incerta glòria
Año: 2017
Duración: 115 minutos
País: España
Productora: Massa d'Or Produccions
Género: Drama | Guerra Civil Española. Años 30
Guion: Agustí Villaronga, Coral Cruz (Novela: Joan Sales 1956)
Música: Marcús Jgr
Fotografía: Josep M. Civit
Reparto: Marcel Borrás, Nuria Prims, Oriol Pla, Bruna Cusí, Luisa Gavasa, Terele Pávez, Juan Diego, Fernando Esteso, Bruno Bergonzini, Mario Alberto Díez, David Bages, Jorge Usón, Roger Casamajor, Rubén Jiménez Sanz
Dirección: Agustí Villaronga
1937, España, plena Guerra Civil. Al Frente de Aragón llega Lluís -Marcel Borràs-, un joven oficial republicano destinado al entrenamiento de soldados en un puesto de combate que se encuentra inactivo. Cuando conoce a “La Carlana” -Núria Prims-, se siente atraído por esta mujer, ya viuda, que tiene una particular historia en el pueblo y cuyos detalles Lluís desconoce completamente.
En el Frente de Aragón se encuentra también Juli Soleràs -Oriol Pla-, el mejor amigo de Lluís. Su lazo de amistad es sólido y prácticamente se sienten hermanos de la vida. Juli ha zafado a tiempo de la magnética Carlana, pero Lluís, como buen recién llegado, cede con ella, consiguiendo un certificado falso que la convierte en la gran Señora del lugar. La escena se completa en Barcelona, donde viven Trini, la mujer de Lluís y su pequeño hijo.
La película presenta situaciones de vida muy distintas. Un padre de familia deja todo atrás para cumplir su misión. Otro joven es idealista pero está confundido. Por su parte, la enigmática Carlana, está pendiente del poder y de defender su condición; una “viuda negra” o “araña”, manipuladora y sin escrúpulos. Un triángulo complejo, que por momentos se transforma en dos triángulos paralelos, cuyo límite no es sencillos de dimensionar. La historia entreteje tramas y subtramas, algunas profundas y otras que se aprecian como extraídas de otros géneros. El origen de la cinta es la novela de Joan Sales escrita en 1956, transformada en guion por Coral Cruz y el mismo director, Agustí Villaronga.
La guerra, el conflicto entre los bandos y la situación que se vive en el Frente de Aragón es solo un trasfondo. No es lo principal, porque los ejércitos se ven difusos, cuesta visualizar dónde está el verdadero antagonismo, aunque la frase de la Carlana es también una sentencia: “Señor, te damos gracias por permitir que la amistad y las alianzas aun sean posibles en medio de esta guerra tan cruel y por dejarnos vivir entre tanta muerte”. Vemos las crisis personales provocadas por diferentes acciones. De ese modo, el relato consiste en la exploración del comportamientos de sus protagonistas, el descubrimiento de sus afectos, las renuncias que están -o no- dispuestos a realizar y la permanente lucha entre lo ideal y la realidad.
Surgen cuestionamientos. ¿Qué se hace ante una situación de vida o muerte? ¿Mantenerse firme? ¿Dejar de lado los valores? ¿Cuáles son las principales motivaciones en este actuar? La cinta también explora diferencias sociales, muestra las relaciones entre patrones y servidumbre. La élite por un lado, el pueblo por otro. Hay secretos, historias y también pasiones, que son totalmente transversales. “Incerta glòria” deja al descubierto dudas éticas y morales en todas las situaciones que retrata y no escatima en mostrar los peores demonios que habitan las oscuridades de cada uno de los individuos.
Agustí Villaronga filma con un alto nivel estético. Las tomas son amplias en exteriores, cercanas y con poca luz en interiores. El director elabora un relato que bien puede suceder en cualquier escenario dado que su centro de gravedad son los actos de sus personajes. En ese sentido, la Guerra Civil aporta poco a la sustancia narrativa y se diluye con el correr de los minutos. Es cierto, es solo el escenario, el marco de fondo, pero se le entrega un papel que dista de la tensión inherente a un conflicto que trasciende a los involucrados.
“Incierta Gloria” se inscribe dentro del cine de autor. La mano de su realizador se percibe con cada toma, con cada secuencia y sobre todo con las actuaciones de sus protagonistas. En mi opinión, algunas partes resultan menos convincentes, tal vez por la dificultad de retratar la novela o bien por decisiones respecto al metraje. Sin embargo, y aun así, apreciamos una obra que, superando algunas capas, es capaz de producir intriga y mantenernos inquietos en sus casi dos horas de duración.
Ficha técnica
Título original: Incerta glòria
Año: 2017
Duración: 115 minutos
País: España
Productora: Massa d'Or Produccions
Género: Drama | Guerra Civil Española. Años 30
Guion: Agustí Villaronga, Coral Cruz (Novela: Joan Sales 1956)
Música: Marcús Jgr
Fotografía: Josep M. Civit
Reparto: Marcel Borrás, Nuria Prims, Oriol Pla, Bruna Cusí, Luisa Gavasa, Terele Pávez, Juan Diego, Fernando Esteso, Bruno Bergonzini, Mario Alberto Díez, David Bages, Jorge Usón, Roger Casamajor, Rubén Jiménez Sanz
Dirección: Agustí Villaronga
miércoles, 2 de diciembre de 2020
Medianoche en el Magnolia
Disponible en Netflix.
Dos jóvenes conductores radiales, Maggie Quinn -Natalie Hall- y Jack Russo -Evan Williams-, tienen gran éxito con su programa matutino en una radio local de Chicago. Ellos se conocen desde pequeños, son mejores amigos y sus familias se encuentran unidas desde toda la vida.
Tanto es la repercusión del programa que surge como oportunidad única la posibilidad de emitirlo con alcance nacional. Como uno de los principales puntos que abordan cada día son los consejos a personas sobre relaciones personales, Maggie y Jack ejemplifican todo con sus propias vidas. Y los consejos los aplican también ellos mismos. Por ejemplo, acaba de pasar Nochebuena y aún ninguno de los dos ha presentado su pareja a la familia.
La audiencia nacional es un éxito y por supuesto se requiere más. Surge entonces la idea de celebrar el Año Nuevo en directo, oportunidad en que, ahora sí, presentarán a sus novios en el magno evento, que será, ni más ni menos, en el “Magnolia”, el restaurant familiar. Pero esto es película y por supuesto todo falla, por lo que la joven pareja debe improvisar un plan: fingir que en realidad ellos dos son pareja para hacerlo público con el “beso de medianoche”.
La cinta es livianísima y sin una pizca de pretensión. El guion es ágil y por supuesto carece de propuestas más arriesgadas cuando atisba temas un poquito más densos. No importa. Es bueno distraerse y una cinta de este tipo consigue el objetivo, aunque esté llena de muletillas, frases olvidables, numerosos vacíos e inconsistencias.
Lo que funciona, y bastante bien, es la química entre Natalie Hall y Evan Williams. Desde el comienzo se nota su complicidad, su comodidad y simpatía. Logran que los veamos con una sonrisa y que no cuestionemos sus actuaciones. Esa libertad de cuerpo es la que permite que la cinta fluya a pesar de algunos secundarios que, la verdad, no aportan mucho, en especial Hunder, el novio de Maggie.
“Midnight at the Magnolia” es un “placer culpable” en medio de dramas y otras cintas con notable peso dramático. Es un descanso, necesario al fin y al cabo, mirar algo diferente y recordar que el cine permite variedad de opciones para que podamos elegir según gustos, estados de ánimo y disposición. ¿Y si en una de esas descubrimos que el amor está más cerca de lo que pensamos? Tal vez podamos darle una oportunidad.
Ficha técnica
Título original: Midnight at the Magnolia
Año: 2020
Duración: 87 minutos
País: Canadá
Productora: Neshama Entertainment. Distribuida por MarVista Entertainment, Netflix
Género: Drama. Romance | Radio
Guion: Carley Smale
Música: Adam Damelin
Fotografía: Jonathan Kischel
Reparto: Natalie Hall, Evan Williams, Alison Brooks, Olivier Renaud, Susan Hamann, Victoria Maria, Michael Gordin Shore, Hannah Gordon, Sean Williams
Dirección: Max McGuire
Dos jóvenes conductores radiales, Maggie Quinn -Natalie Hall- y Jack Russo -Evan Williams-, tienen gran éxito con su programa matutino en una radio local de Chicago. Ellos se conocen desde pequeños, son mejores amigos y sus familias se encuentran unidas desde toda la vida.
Tanto es la repercusión del programa que surge como oportunidad única la posibilidad de emitirlo con alcance nacional. Como uno de los principales puntos que abordan cada día son los consejos a personas sobre relaciones personales, Maggie y Jack ejemplifican todo con sus propias vidas. Y los consejos los aplican también ellos mismos. Por ejemplo, acaba de pasar Nochebuena y aún ninguno de los dos ha presentado su pareja a la familia.
La audiencia nacional es un éxito y por supuesto se requiere más. Surge entonces la idea de celebrar el Año Nuevo en directo, oportunidad en que, ahora sí, presentarán a sus novios en el magno evento, que será, ni más ni menos, en el “Magnolia”, el restaurant familiar. Pero esto es película y por supuesto todo falla, por lo que la joven pareja debe improvisar un plan: fingir que en realidad ellos dos son pareja para hacerlo público con el “beso de medianoche”.
La cinta es livianísima y sin una pizca de pretensión. El guion es ágil y por supuesto carece de propuestas más arriesgadas cuando atisba temas un poquito más densos. No importa. Es bueno distraerse y una cinta de este tipo consigue el objetivo, aunque esté llena de muletillas, frases olvidables, numerosos vacíos e inconsistencias.
Lo que funciona, y bastante bien, es la química entre Natalie Hall y Evan Williams. Desde el comienzo se nota su complicidad, su comodidad y simpatía. Logran que los veamos con una sonrisa y que no cuestionemos sus actuaciones. Esa libertad de cuerpo es la que permite que la cinta fluya a pesar de algunos secundarios que, la verdad, no aportan mucho, en especial Hunder, el novio de Maggie.
“Midnight at the Magnolia” es un “placer culpable” en medio de dramas y otras cintas con notable peso dramático. Es un descanso, necesario al fin y al cabo, mirar algo diferente y recordar que el cine permite variedad de opciones para que podamos elegir según gustos, estados de ánimo y disposición. ¿Y si en una de esas descubrimos que el amor está más cerca de lo que pensamos? Tal vez podamos darle una oportunidad.
Ficha técnica
Título original: Midnight at the Magnolia
Año: 2020
Duración: 87 minutos
País: Canadá
Productora: Neshama Entertainment. Distribuida por MarVista Entertainment, Netflix
Género: Drama. Romance | Radio
Guion: Carley Smale
Música: Adam Damelin
Fotografía: Jonathan Kischel
Reparto: Natalie Hall, Evan Williams, Alison Brooks, Olivier Renaud, Susan Hamann, Victoria Maria, Michael Gordin Shore, Hannah Gordon, Sean Williams
Dirección: Max McGuire
lunes, 30 de noviembre de 2020
Pájaros de Verano
En Cine Arte Normandie.
Esta película, ambientada entre las décadas de 1960 y 1980, narra la historia de una familia Wayúu en el desierto de Guajira, Colombia. Rapayet -José Acosta-, pide la mano de la joven Zaida -Natalia Reyes-. La matriarca del clan de los Pushaina, Úrsula -Carmiña Martínez-, exige una dote prácticamente impagable; treinta cabras, veinte reses, dos mulas y cinco collares. Rapayet, contra todo pronóstico, logra conseguir el pago gracias al incipiente y lucrativo negocio que inicia con su primo Moisés -John Narváez-; la venta de marihuana a los Estados Unidos.
Una vez producida la unión de las familias, el negocio prospera. Contactos con otro clan permiten ampliar el horizonte, crecen los embarques y los cargamentos. Pero esta bonanza acarrea consecuencias. La riqueza y el poder traen conflictos. La competencia por el control del tráfico se agudiza y los pasos en falso se pagan con la vida. La familia no está en paz, el peligro acecha y esta modernidad rivaliza con sus ancestrales tradiciones.
Ciro Guerra y Cristina Gallego dirigen un guion escrito por Maria Camila Arias y Jacques Toulemonde que se cocina a fuego lento, sin prisa pero sin pausa. El inicio es difícil. Es necesario dar contexto a la forma de vida y a las costumbres nativas. Sin embargo, a los 45 minutos todo cambia gracias a un golpe que nos saca de la ensoñación. Desde ese momento, la escritura es intrigante, va de menos a más, crece la tensión, comprendemos la dirección del relato.
La configuración de la narrativa es poética, con imágenes y entornos que forman dibujos que nos llevan poco a poco hacia la contemplación. Hablada mayoritariamente en lengua Wayúu, cada capítulo de la cinta -sus cinco Cantos-, resuena con su propia e incesante voz.
El foco en las tradiciones y los valores se contrapone con el cambio de condiciones materiales producto de los mayores recursos económicos. La importancia de la tierra, sus raíces, sus creencias, y la lucha por el bienestar de la familia, hacen que los clanes disputen su prevalencia en la zona. La ambición por nuevos negocios y la prosperidad que brinda el dinero no son suficientes para una disputa de poder que no da tregua y que se ve incrementada al estar en juego el honor. Una afrenta tiene el deber de ser vengada, a como de lugar, incluso tomando la ofrenda de la vida.
“Pájaros de verano” es una cinta reflexiva, profunda, en especial por la intervención de la que da cuenta. Refleja un cambio cultural, una colisión entre las tradiciones y los cambios que acarrea la modernidad. Queda como anécdota el “anticomunismo” de los compradores extranjeros y el “capitalismo” de los nuevos empresarios, pero sin duda, es un tema de fondo.
Basada en una historia real -no sabemos cuánto es verdad y cuánto es ficción-, la cinta se interna en la humanidad de las familias protagonistas, sus sueños, sus ambiciones y también sus temores. Deja muy claro los efectos de una guerra motivada por el odio. La venganza se transforma en sinónimo de devastación. La metafórica presencia de las bandadas de pájaros, mira desde lejos y revela lo más profundo del sentido de pertenencia, las raíces y la cultura de este pueblo. La vida ya no es la misma, los valores se ven trastocados y en estos nuevos tiempos, es la supervivencia lo principal.
Ficha técnica
Título original: Pájaros de verano
Año: 2018
Duración: 125 minutos
País: Colombia
Productora: Coproducción Colombia-Dinamarca-México; Ciudad Lunar Producciones, Blond Indian Films, Pimienta Films, Snowglobe Films, Films Boutique, Ibermedia
Género: Drama | Drogas. Mafia. Familia. Años 60. Años 70
Guion: Maria Camila Arias, Jacques Toulemonde
Música: Leonardo Heiblum
Fotografía: David Gallego
Reparto: Carmiña Martínez, José Acosta, Natalia Reyes, Jhon Narváez, Greider Meza, José Vicente Cote, Juan Bautista Martínez
Dirección: Ciro Guerra, Cristina Gallego
Una vez producida la unión de las familias, el negocio prospera. Contactos con otro clan permiten ampliar el horizonte, crecen los embarques y los cargamentos. Pero esta bonanza acarrea consecuencias. La riqueza y el poder traen conflictos. La competencia por el control del tráfico se agudiza y los pasos en falso se pagan con la vida. La familia no está en paz, el peligro acecha y esta modernidad rivaliza con sus ancestrales tradiciones.
Ciro Guerra y Cristina Gallego dirigen un guion escrito por Maria Camila Arias y Jacques Toulemonde que se cocina a fuego lento, sin prisa pero sin pausa. El inicio es difícil. Es necesario dar contexto a la forma de vida y a las costumbres nativas. Sin embargo, a los 45 minutos todo cambia gracias a un golpe que nos saca de la ensoñación. Desde ese momento, la escritura es intrigante, va de menos a más, crece la tensión, comprendemos la dirección del relato.
La configuración de la narrativa es poética, con imágenes y entornos que forman dibujos que nos llevan poco a poco hacia la contemplación. Hablada mayoritariamente en lengua Wayúu, cada capítulo de la cinta -sus cinco Cantos-, resuena con su propia e incesante voz.
El foco en las tradiciones y los valores se contrapone con el cambio de condiciones materiales producto de los mayores recursos económicos. La importancia de la tierra, sus raíces, sus creencias, y la lucha por el bienestar de la familia, hacen que los clanes disputen su prevalencia en la zona. La ambición por nuevos negocios y la prosperidad que brinda el dinero no son suficientes para una disputa de poder que no da tregua y que se ve incrementada al estar en juego el honor. Una afrenta tiene el deber de ser vengada, a como de lugar, incluso tomando la ofrenda de la vida.
“Pájaros de verano” es una cinta reflexiva, profunda, en especial por la intervención de la que da cuenta. Refleja un cambio cultural, una colisión entre las tradiciones y los cambios que acarrea la modernidad. Queda como anécdota el “anticomunismo” de los compradores extranjeros y el “capitalismo” de los nuevos empresarios, pero sin duda, es un tema de fondo.
Basada en una historia real -no sabemos cuánto es verdad y cuánto es ficción-, la cinta se interna en la humanidad de las familias protagonistas, sus sueños, sus ambiciones y también sus temores. Deja muy claro los efectos de una guerra motivada por el odio. La venganza se transforma en sinónimo de devastación. La metafórica presencia de las bandadas de pájaros, mira desde lejos y revela lo más profundo del sentido de pertenencia, las raíces y la cultura de este pueblo. La vida ya no es la misma, los valores se ven trastocados y en estos nuevos tiempos, es la supervivencia lo principal.
Ficha técnica
Título original: Pájaros de verano
Año: 2018
Duración: 125 minutos
País: Colombia
Productora: Coproducción Colombia-Dinamarca-México; Ciudad Lunar Producciones, Blond Indian Films, Pimienta Films, Snowglobe Films, Films Boutique, Ibermedia
Género: Drama | Drogas. Mafia. Familia. Años 60. Años 70
Guion: Maria Camila Arias, Jacques Toulemonde
Música: Leonardo Heiblum
Fotografía: David Gallego
Reparto: Carmiña Martínez, José Acosta, Natalia Reyes, Jhon Narváez, Greider Meza, José Vicente Cote, Juan Bautista Martínez
Dirección: Ciro Guerra, Cristina Gallego
viernes, 27 de noviembre de 2020
El Agente Topo
La misión es ultra secreta. Se trata de descubrir si una residente del hogar de ancianos “San Francisco” en la comuna de El Monte, la señora Sonia Pérez, es víctima de malos tratos o recibe efectivamente la atención que le corresponde. Su hija, muy preocupada -y también muy ocupada al parecer-, contrata a la agencia de Rómulo Aitken para llevar a cabo una investigación que requiere un “especialista”. Surge, entonces, la idea de un infiltrado, un “agente”, un “topo”, que pueda internarse en el hogar y comprobar, desde adentro, la verdad de las cosas.
La idea de poner un aviso en el diario buscando “un adulto mayor hombre, de 80 a 90 años, buena salud, autovalente, discreto, con manejo de la tecnología y disponibilidad para vivir fuera de su casa por tres meses”, da resultado. Los postulantes, con las más variadas características, son numerosos, sin embargo Sergio Chamy se destaca entre ellos. De 83 años, viudo hace muy poco, contextura delgada, animoso, con hijos y nietos, resulta elegido para llevar a cabo el mentado y osado plan.
Maite Alberdi nos regala un trabajo profundamente humano, realizado con cariño, preocupación y esmero. La historia atrapa desde su título, porque se trata de un tema actual al que que la directora añade elementos de thriller que generan expectativa y curiosidad. ¡Y vaya resultado!
Las imágenes hablan por si solas. La cámara de Alberdi es una ventana al interior del hogar. Desde la llegada de Sergio, el registro de lo cotidiano, las conversaciones, miradas y gestos, son captados por su lente con precisión única. La directora filma los detalles con gran calidad. Sus encuadres entregan diferentes perspectivas y no hay una toma similar a otra. El trabajo de sonido es excepcional, escuchamos perfecto cada uno de los diálogos entre los presentes. No es sencillo conseguir naturalidad cuando las personas filmadas se enfrentan a un equipo de rodaje. Maite Alberdi, al igual que en “La Once” y en “Los Niños”, lo consigue y lo hace parecer en extremo natural. Esa es la espontaneidad que brota de la pantalla y nos aborda, porque somos nosotros los que estamos ahí, mirando, escudriñando, sintiendo. La realización de Alberdi es prístina, se transforma en un imán que nos atrae cada vez más en la medida que avanzan los minutos. ¡Entrañable!
La cinta deja al descubierto lo que es importante a la edad de los protagonistas. El cariño, el cuidado, la compañía, la contención y la salud, son trascendentes cuando asoma la vulnerabilidad, la desprotección, la despreocupación, la tristeza, el abandono y el olvido. ¡Qué bien retrata esta cinta cada uno de los aspectos mencionados! ¡Nos remece, nos conmueve!
Aun más interesante resulta ser el viaje de su protagonista, nuestro infiltrado Sergio, “el agente topo”. Sin duda la investigación le llama la atención desde un comienzo y, aunque no es ducho en lo tecnológico, acepta el desafío con bastante buen humor y sobre todo deseos de superar las pruebas. Su carácter es fuerte, se nota desde su primera entrevista para el trabajo, aunque lo disimula bien. La misión lo rejuvenece porque Sergio está de duelo. Han pasado solo tres meses desde el fallecimiento de su mujer, pero no se bajonea, al contrario, parece buscar en qué distraerse y este encargo le viene como anillo al dedo.
Sergio tiene herramientas emocionales para enfrentar a su misión. Lo observamos en su trato, en lo generoso de su amistad, en lo acogedor que es y en el vínculo que logra crear con sus pares. Mientras avanza en su investigación debe enviar informes y eso es como escribir un diario. Son tres meses en los que debe seguir cualquier pista, cualquier indicio, algo sobre lo que pueda existir alguna duda razonable. Pero la investigación finalmente se torna sobre él; se descubre a si mismo, reconoce su propia situación. La misión le permite sentirse útil, sentirse vivo, valorizar su condición actual, reconocer a su familia y por supuesto reflexionar sobre su vida.
¿Estamos en presencia de una realidad o una ficción? Por momentos, la respuesta puede resultar equívoca. El hogar es real, quienes residen allí son adultos mayores reales, Sergio es real, la investigación es real, las conversaciones son reales pero, ¿la historia es real? No lo sabemos. ¿Importa acaso? Tal vez, desde lo formal. Ficción y realidad se funden en este trabajo de Maite Alberdi. Los límites entre un género y otro son difusos pero no confunden. Al contrario, yo diría que agregan valor a una obra cuyo centro es visibilizar un tema que tal vez relegamos a un segundo plano. Al relevarlo, Alberdi nos impulsa a reflexionar desde la emoción que nos provoca lo que observamos. Al conmovernos, nos involucra y realmente nos interpela. Y al retratarlo, con delicadeza y finos trazos, nos hace sentir parte y así nos convoca.
La revelación que hace “El Agente Topo” va mucho más allá del mensaje de una cinta que emerge de una pantalla grande, mediana o chica; es la pantalla de nuestra propia vida la que tenemos delante; por eso resulta imprescindible.
Ficha técnica
Título original: El agente topo
Año: 2020
Duración: 90 minutos
País: Chile
Productora: Coproducción Chile-Alemania-España-Países Bajos (Holanda)-Estados Unidos; Micromundo Producciones, Motto Pictures, Sutor Kolonko, Volya Films, Malvalanda
Género: Documental | Vejez
Guion: Maite Alberdi
Música: Vincent van Warmerdam
Fotografía: Pablo Valdés
Reparto: Documental (intervenciones de: Sergio Chamy, Rómulo Aitken, Marta Olivares, Berta Ureta, Zoila González, Petronila Abarca, Rubira Olivares)
Dirección: Maite Alberdi
La idea de poner un aviso en el diario buscando “un adulto mayor hombre, de 80 a 90 años, buena salud, autovalente, discreto, con manejo de la tecnología y disponibilidad para vivir fuera de su casa por tres meses”, da resultado. Los postulantes, con las más variadas características, son numerosos, sin embargo Sergio Chamy se destaca entre ellos. De 83 años, viudo hace muy poco, contextura delgada, animoso, con hijos y nietos, resulta elegido para llevar a cabo el mentado y osado plan.
Maite Alberdi nos regala un trabajo profundamente humano, realizado con cariño, preocupación y esmero. La historia atrapa desde su título, porque se trata de un tema actual al que que la directora añade elementos de thriller que generan expectativa y curiosidad. ¡Y vaya resultado!
Las imágenes hablan por si solas. La cámara de Alberdi es una ventana al interior del hogar. Desde la llegada de Sergio, el registro de lo cotidiano, las conversaciones, miradas y gestos, son captados por su lente con precisión única. La directora filma los detalles con gran calidad. Sus encuadres entregan diferentes perspectivas y no hay una toma similar a otra. El trabajo de sonido es excepcional, escuchamos perfecto cada uno de los diálogos entre los presentes. No es sencillo conseguir naturalidad cuando las personas filmadas se enfrentan a un equipo de rodaje. Maite Alberdi, al igual que en “La Once” y en “Los Niños”, lo consigue y lo hace parecer en extremo natural. Esa es la espontaneidad que brota de la pantalla y nos aborda, porque somos nosotros los que estamos ahí, mirando, escudriñando, sintiendo. La realización de Alberdi es prístina, se transforma en un imán que nos atrae cada vez más en la medida que avanzan los minutos. ¡Entrañable!
La cinta deja al descubierto lo que es importante a la edad de los protagonistas. El cariño, el cuidado, la compañía, la contención y la salud, son trascendentes cuando asoma la vulnerabilidad, la desprotección, la despreocupación, la tristeza, el abandono y el olvido. ¡Qué bien retrata esta cinta cada uno de los aspectos mencionados! ¡Nos remece, nos conmueve!
Aun más interesante resulta ser el viaje de su protagonista, nuestro infiltrado Sergio, “el agente topo”. Sin duda la investigación le llama la atención desde un comienzo y, aunque no es ducho en lo tecnológico, acepta el desafío con bastante buen humor y sobre todo deseos de superar las pruebas. Su carácter es fuerte, se nota desde su primera entrevista para el trabajo, aunque lo disimula bien. La misión lo rejuvenece porque Sergio está de duelo. Han pasado solo tres meses desde el fallecimiento de su mujer, pero no se bajonea, al contrario, parece buscar en qué distraerse y este encargo le viene como anillo al dedo.
Sergio tiene herramientas emocionales para enfrentar a su misión. Lo observamos en su trato, en lo generoso de su amistad, en lo acogedor que es y en el vínculo que logra crear con sus pares. Mientras avanza en su investigación debe enviar informes y eso es como escribir un diario. Son tres meses en los que debe seguir cualquier pista, cualquier indicio, algo sobre lo que pueda existir alguna duda razonable. Pero la investigación finalmente se torna sobre él; se descubre a si mismo, reconoce su propia situación. La misión le permite sentirse útil, sentirse vivo, valorizar su condición actual, reconocer a su familia y por supuesto reflexionar sobre su vida.
¿Estamos en presencia de una realidad o una ficción? Por momentos, la respuesta puede resultar equívoca. El hogar es real, quienes residen allí son adultos mayores reales, Sergio es real, la investigación es real, las conversaciones son reales pero, ¿la historia es real? No lo sabemos. ¿Importa acaso? Tal vez, desde lo formal. Ficción y realidad se funden en este trabajo de Maite Alberdi. Los límites entre un género y otro son difusos pero no confunden. Al contrario, yo diría que agregan valor a una obra cuyo centro es visibilizar un tema que tal vez relegamos a un segundo plano. Al relevarlo, Alberdi nos impulsa a reflexionar desde la emoción que nos provoca lo que observamos. Al conmovernos, nos involucra y realmente nos interpela. Y al retratarlo, con delicadeza y finos trazos, nos hace sentir parte y así nos convoca.
La revelación que hace “El Agente Topo” va mucho más allá del mensaje de una cinta que emerge de una pantalla grande, mediana o chica; es la pantalla de nuestra propia vida la que tenemos delante; por eso resulta imprescindible.
Ficha técnica
Título original: El agente topo
Año: 2020
Duración: 90 minutos
País: Chile
Productora: Coproducción Chile-Alemania-España-Países Bajos (Holanda)-Estados Unidos; Micromundo Producciones, Motto Pictures, Sutor Kolonko, Volya Films, Malvalanda
Género: Documental | Vejez
Guion: Maite Alberdi
Música: Vincent van Warmerdam
Fotografía: Pablo Valdés
Reparto: Documental (intervenciones de: Sergio Chamy, Rómulo Aitken, Marta Olivares, Berta Ureta, Zoila González, Petronila Abarca, Rubira Olivares)
Dirección: Maite Alberdi
miércoles, 25 de noviembre de 2020
La vida ante sí
Disponible en Netflix.
Basada en la novela “La Vie devant soi” -La vida por delante-, del escritor francés Romain Gary, esta cinta narra la historia de Momo -Ibrahima Gueye-, un niño senegalés de 12 años que debe sobrevivir en la calle de una ciudad italiana. “Dicen que todo está escrito, que no se puede cambiar nada; yo quiero cambiar todo”, son palabras que escuchamos “en off” y que reflejan la rebeldía del pequeño protagonista.
Momo roba a transeúntes y también trafica drogas, subsiste apenas. Una ventana de esperanza se genera cuando su custodio lo encarga con Madama Rosa -Sophia Loren-, una mujer judía, sobreviviente del holocausto, y que a sus 86 años aun cuida de hijos prostitutas, abandonados o huérfanos. “Solo dos meses, ni un minuto más”, señala perentoria ante el médico que le suplica para que cuide al menor.
No es fácil esta nueva relación. Poco antes, Momo había robado a Madama Rosa unos artículos valiosos en la calle. De entrada, peor no podría ser, sin embargo ella lo acoge, le abre las puertas de su casa y le ofrece una oportunidad.
Ambientada en la ciudad de Bari, la película enfatiza la tragedia de Momo. Madama Rosa, reconocida por su refugio (o pocilga, como dice el niño), tiene carácter fuerte. No se guarda nada y señala lo que considera es la realidad. “Es malo por dentro, no es un niño normal”, dice, sin embargo, pasan los días y lentamente surge un vínculo difícil de describir, un vínculo que cambia sus vidas; la amistad, el amor, la compañía y la esperanza aparecen con fuerza, cobran vigor con el correr del metraje.
El director Edoardo Ponti -hijo de Loren-, es cuidadoso. Sus enfoques son certeros en mostrar a Madama Rosa y a Momo como los extremos que son. La amabilidad no es la principal virtud de la mujer, tampoco el niño es paciente. Agua y aceite, varias características impiden que congenien, no obstante la magia surge de pronto cuando ambos comprenden que ambos son vulnerables; Ella, con una marca indeleble, él, reflejo del abandono, la soledad y la miseria.
La conexión tarda en llegar. Son las miradas, dejando entrever una leve apertura, las que comienzan a producir esa acogida, esa aceptación mutua, el respeto. La línea del amor comienza a trazar su camino. No es delicada, más bien es brusca, las más veces tosca. El corazón de ambos está endurecido, curtido y a la vez indefenso. No basta la intención, debe existir la acción. Compartir espacios tampoco es suficiente, debe existir una mínima complicidad. Madame Rosa lo sabe, Momo lo intuye.
Sophia Loren, con este regreso a la pantalla, muestra lo vigente que se encuentra su estrella. Es capaz de transmitir sentimientos con pequeños gestos, con miradas profundas y rostro señero. Ella expresa vida, brilla cada vez que la cámara advierte su presencia, llena la escena de una forma magnífica y solo con mirarla nos queda claro su papel. ¡Qué decir del pequeño Ibrahima Gueye! Resulta un complemento perfecto. No solo se roba el corazón de Madama Rosa, el nuestro también. Su actuación deslumbra y augura que lo mejor está por venir.
La canción final, interpretada por Laura Pausini y compuesta especialmente para la película, funciona como toque de gracia. Conmueve su letra y música. Recomiendo revisar un video clip especial que se encuentra en YouTube, pues depara una emotiva sorpresa.
“La vida ante sí” se sumerge en lo sustantivo de la vida, en lo más vital, en la esencia humana. A través de dos miradas diferentes apreciamos la importancia de los valores en juego, la urgencia de tratar al otro como persona, de hacerlo visible, de reconocerlo verdadero. Y eso emociona, porque sin lugar a dudas, nos llega al alma.
Ficha técnica
Título original: La vita davanti a sé
Año: 2020
Duración: 94 minutos
País: Italia
Productora: Palomar. Distribuida por Netflix
Género: Drama | Inmigración
Guion: Ugo Chiti, Romain Gary, Fabio Natale, Edoardo Ponti (Libro: Romain Gary)
Música: Gabriel Yared
Fotografía: Angus Hudson
Reparto: Sophia Loren, Ibrahima Gueye, Renato Carpentieri, Babak Karimi, Abril Zamora, Massimiliano Rossi, Francesco Cassano
Dirección: Edoardo Ponti
Basada en la novela “La Vie devant soi” -La vida por delante-, del escritor francés Romain Gary, esta cinta narra la historia de Momo -Ibrahima Gueye-, un niño senegalés de 12 años que debe sobrevivir en la calle de una ciudad italiana. “Dicen que todo está escrito, que no se puede cambiar nada; yo quiero cambiar todo”, son palabras que escuchamos “en off” y que reflejan la rebeldía del pequeño protagonista.
Momo roba a transeúntes y también trafica drogas, subsiste apenas. Una ventana de esperanza se genera cuando su custodio lo encarga con Madama Rosa -Sophia Loren-, una mujer judía, sobreviviente del holocausto, y que a sus 86 años aun cuida de hijos prostitutas, abandonados o huérfanos. “Solo dos meses, ni un minuto más”, señala perentoria ante el médico que le suplica para que cuide al menor.
No es fácil esta nueva relación. Poco antes, Momo había robado a Madama Rosa unos artículos valiosos en la calle. De entrada, peor no podría ser, sin embargo ella lo acoge, le abre las puertas de su casa y le ofrece una oportunidad.
Ambientada en la ciudad de Bari, la película enfatiza la tragedia de Momo. Madama Rosa, reconocida por su refugio (o pocilga, como dice el niño), tiene carácter fuerte. No se guarda nada y señala lo que considera es la realidad. “Es malo por dentro, no es un niño normal”, dice, sin embargo, pasan los días y lentamente surge un vínculo difícil de describir, un vínculo que cambia sus vidas; la amistad, el amor, la compañía y la esperanza aparecen con fuerza, cobran vigor con el correr del metraje.
El director Edoardo Ponti -hijo de Loren-, es cuidadoso. Sus enfoques son certeros en mostrar a Madama Rosa y a Momo como los extremos que son. La amabilidad no es la principal virtud de la mujer, tampoco el niño es paciente. Agua y aceite, varias características impiden que congenien, no obstante la magia surge de pronto cuando ambos comprenden que ambos son vulnerables; Ella, con una marca indeleble, él, reflejo del abandono, la soledad y la miseria.
La conexión tarda en llegar. Son las miradas, dejando entrever una leve apertura, las que comienzan a producir esa acogida, esa aceptación mutua, el respeto. La línea del amor comienza a trazar su camino. No es delicada, más bien es brusca, las más veces tosca. El corazón de ambos está endurecido, curtido y a la vez indefenso. No basta la intención, debe existir la acción. Compartir espacios tampoco es suficiente, debe existir una mínima complicidad. Madame Rosa lo sabe, Momo lo intuye.
Sophia Loren, con este regreso a la pantalla, muestra lo vigente que se encuentra su estrella. Es capaz de transmitir sentimientos con pequeños gestos, con miradas profundas y rostro señero. Ella expresa vida, brilla cada vez que la cámara advierte su presencia, llena la escena de una forma magnífica y solo con mirarla nos queda claro su papel. ¡Qué decir del pequeño Ibrahima Gueye! Resulta un complemento perfecto. No solo se roba el corazón de Madama Rosa, el nuestro también. Su actuación deslumbra y augura que lo mejor está por venir.
La canción final, interpretada por Laura Pausini y compuesta especialmente para la película, funciona como toque de gracia. Conmueve su letra y música. Recomiendo revisar un video clip especial que se encuentra en YouTube, pues depara una emotiva sorpresa.
“La vida ante sí” se sumerge en lo sustantivo de la vida, en lo más vital, en la esencia humana. A través de dos miradas diferentes apreciamos la importancia de los valores en juego, la urgencia de tratar al otro como persona, de hacerlo visible, de reconocerlo verdadero. Y eso emociona, porque sin lugar a dudas, nos llega al alma.
Ficha técnica
Título original: La vita davanti a sé
Año: 2020
Duración: 94 minutos
País: Italia
Productora: Palomar. Distribuida por Netflix
Género: Drama | Inmigración
Guion: Ugo Chiti, Romain Gary, Fabio Natale, Edoardo Ponti (Libro: Romain Gary)
Música: Gabriel Yared
Fotografía: Angus Hudson
Reparto: Sophia Loren, Ibrahima Gueye, Renato Carpentieri, Babak Karimi, Abril Zamora, Massimiliano Rossi, Francesco Cassano
Dirección: Edoardo Ponti
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