
La visita a Santiago de la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar el pasado miércoles 30 de Junio nos ha dejado un recuerdo imborrable. En una tarde lluviosa, los jóvenes músicos han inundado el Teatro Municipal de Santiago con ánimo, vitalidad y una calidad musical asombrosa. Bajo la dirección de su director titular, Gustavo Dudamel, han ofrecido la Séptima Sinfonía de Gustav Mahler en una versión única, mágica, llena de detalles y con una entrega y energía impresionante en el marco de los 200 años de la República Bolivariana de Venezuela que los ha llevado en una gira continental de celebración.
Vamos por parte. Dos actividades se habían programado ese miércoles 30. Un ensayo -18.00 hrs.- dirigido a músicos estudiantes pertenecientes a la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile y un Concierto de Gala a las 20.00 hrs., invitado por la Embajada de Venezuela en Chile. Un retraso en la llegada de los instrumentos complicó las cosas de tal modo que el ensayo recién partió minutos después de la hora prevista para el Concierto. No obstante el tiempo de espera, ningún estudiante se movió de sus asientos aguardando la entrada de la orquesta. Incluso, el mismo director Gustavo Dudamel dio públicas excusas por el retraso lo que fue ovacionado por los presentes.
Ya en el escenario, el breve ensayo de no más de 15 minutos fue sorprendente. El programa comprendía la Sinfonía de Mahler, por lo que director y orquesta, junto con adaptarse a la nueva acústica, probaron secciones muy específicas de la obra. Ya podíamos percibir como sería el Concierto al escuchar acordes de cada movimiento con sus diferentes enlaces. Sutiles indicaciones de fraseo, duración de sonidos y acomodación sobre el escenario marcaron las secciones estudiadas. Al finalizar, y como el tiempo apremiaba, la orquesta regaló a los presentes una versión del "Mambo" de Leonard Bernstain que han popularizado en sus numerosas giras al exterior.
El concierto comenzó pasadas las 21.30 hrs. El programa se veía extenso; la Sinfonía de Mahler y una serie de otras obras, situación que el mismo director aclaró antes de comenzar. En el programa entregado estaban las alternativas de Conciertos de esta gira y para Santiago estaba reservada solo la Sinfonía. Analizar la musicalidad de la orquesta, la delicadeza de sus secciones, el virtuosismo de sus solistas -concertino, primera viola, cornos- y la enorme unidad del conjunto parece innecesario, sin embargo creo importante dedicar unas palabras a ello. Esta agrupación graba desde el año 2006 con el prestigioso sello Deutsche Grammophon por lo que su nivel artístico es realmente de excelencia. Tener la oportunidad de escuchar en vivo a un conjunto de este nivel no es algo de todos los días. Se produce una sensación difícil de describir donde nos podemos dar cuenta por qué es infinitamente mejor un Concierto en vivo que una grabación; descubrimos la magia de los sonidos que impregnan todo el ambiente creando atmósfera, provocando sentimientos. Aparece ante nosotros la música en estado puro, donde logramos apreciar al compositor en su plena integridad en una verdadera resurrección.
Tal vez la Séptima Sinfonía en mi menor de Mahler es una de las obras más complejas de interpretar. Sus cinco movimientos transcurren sin pausa entre arrebatos rítmicos, juegos armónicos y momentos de quietud que la hacen difícil de abordar. En este sentido Dudamel está un paso adelante. Su concepción particular de la obra, un profundo estudio de la partitura y un cabal conocimiento de la sonoridad que quiere lograr le permiten interpretar esta obra con una madurez sorprendente. La orquesta sigue cada uno de sus movimientos, desde los más sutiles a los más generosos, con preocupación, atención y profunda intención. Es la música que fluye, que transita, que no se queda inmóvil, que se alimenta del público y del entorno y que trasciende a fronteras más allá de lo presencial. Es justamente aquello que no se puede describir con palabras sencillas, que permite transportarse, pasar por variados estados de ánimo y llegar al final de la obra con la convicción de haber recorrido un extenso camino donde nos encontramos con todo. No en vano, el mismo Mahler señalaba que la Sinfonía debía ser como la vida, que debía contenerlo todo.
Una interpretación brillante, una versión sólida, intérpretes afiatados y consolidados como gran cuerpo orquestal bajo la batuta de Dudamel -tal vez el músico más promisorio de la nueva generación de jóvenes directores- nos han dejado uno de los mayores regalos de estos últimos años. Por un lado una calidad musical a toda prueba y por otro, la concreción de un sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles que realmente hace que presenciemos como realidad los sueños de los maestros Jorge Peña Hen, Fernando Rosas y del incansable Jose Antonio Abreu, padre de esta revolución musical venezolana.
Ficha técnica
Teatro Municipal de Santiago
Miércoles 30 de junio 2011
Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar
Director: Gustavo Dudamel
Gustav Mahler: Sinfonía No. 7 en mi menor
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