Sinopsis: La historia de Robbie Williams, uno de los mejores artistas del mundo, las experiencias que lo convirtieron en quien es y los demonios con los que luchó tanto dentro como fuera del escenario.
Esta película puede resultar un poco extraña debido a su extravagante propuesta. Es que ver al carismático Robbie Williams con la apariencia de simio se aleja bastante del prototipo de un biopic tradicional. Y justamente esa es la idea, romper esquemas y sacarnos de nuestra zona de confort.
Hay que reconocer que los efectos visuales son impactantes. El director Michael Gracey, -“The Greatest Showman”-, logra innovar con esta representación de Williams como un chimpancé generado por CGI. Narrada por el mismo Williams y con el actor Jonno Davies permitiendo la captura de los movimientos con su actuación, “Better Man” parece enfatizar la percepción que tiene de sí mismo el emblemático cantante inglés. Pero no solo eso, creo que la ejecución se queda incluso corta en mostrar el verdadero yo de un cantante excéntrico y avasallador.
Si desde el punto de vista visual la caricaturización resulta inesperada, en el ámbito musical la película encuentra un cable a tierra que se encarga de recorrer la vida del cantante, desde sus modestos inicios hasta alcanzar una fama difícil de dimensionar. La cinta también da cuenta de las presiones mediáticas y las luchas internas del artista, las que, por momentos, parecen ser intentos condescendientes de limpiar su imagen y expiar sus culpas.
No logré sintonizar con esta película, ni en su narrativa ni con el recorrido musical. Me incomodó siempre la caricatura, y por sobre todo la obsesión por acrecentar todos los escenarios, actuaciones y relaciones personales. Desconozco la vida privada de Robbie Williams, solo conozco una parte de su producción musical, pero esta cinta, en vez de acercarme o mostrarme más sobre la persona, siento que me alejó aún más del músico exitoso.
Me gustaría saber qué piensan los seguidores de Williams, sus fans y conocedores. ¿Aceptan esta figuración poco convencional o les causa algún tipo de rechazo? ¿Les hace sentido esta curiosa representación?
Creo que “Better Man” es más una película de nicho, una especie de filme experimental que busca un camino diferenciador a través de formas estrafalarias poco exploradas. La verdad, no sé si funcione. La taquilla y la opinión de personas conocedoras podrán tener una opinión mucho más fundada que la mía.
Ficha técnica
Título original: Better Man
Año: 2024
Duración: 131 minutos
País: Reino Unido Reino Unido
Compañías: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos-Francia-Australia-China; Footloose Productions, Lost Bandits, Rocket Science, Partizan, VicScreen, Zero Gravity Management, Sina Studios, Facing East Entertainment
Género: Musical. Drama | Biográfico. Música
Guion: Oliver Cole, Simon Gleeson, Michael Gracey
Música: Batu Sener
Fotografía: Erik Wilson
Reparto: Robbie Williams, Jonno Davies, Steve Pemberton, Alison Steadman
Dirección: Michael Graceya
miércoles, 26 de febrero de 2025
martes, 18 de febrero de 2025
¡La Filarmónica de Berlín en vivo! Comentario de un concierto perfecto
El 14 de febrero de 2025 quedará en mi retina como un día especial, y no solo por San Valentín, el día de los enamorados, y el regalo de un viaje soñado junto a Sandra -lo más importante-, sino porque tuve el privilegio de escuchar por primera vez en vivo a la Orquesta Filarmónica de Berlín en su principal escenario, la Philharmonie.
Kirill Petrenko, su director titular, debió cancelar sus presentaciones desde finales de enero por problemas de salud. Reemplazar a un conductor a última hora no es algo fácil, por lo que la elección del maestro David Robertson fue toda una sorpresa.
El programa comenzó con “Arcana para gran orquesta” (versión revisada de 1960), del compositor Edgard Varèse (1883-1965). Concebida como poema sinfónico, en menos de 20 minutos, Varèse logra exponer el sello característico de sus trabajos. Desde el inicio, con cuatro notas que abarcan una tercera menor y, posteriormente, a lo largo de todo su desarrollo, el francés impone un tono fuerte y decidido. Mientras los instrumentos de la orquesta despuntan a través de colores, sus timbres se superponen marcando luces y sombras que contrastan con sutiles dinámicas perfectamente dibujadas. A través de varios pasajes de la obra, percibimos experimentos sonoros que podrían resultar algo extremos, pero, si nos dejamos llevar por el descubrimiento de su procedencia, pronto se verán transformados en un delicioso cuadro plástico, dinámico y envolvente. Técnicamente ejecutada de manera impecable, “Arcana” recibió de manos de Robertson el carácter y la impronta que una pieza de estas características necesita, mostrando gran seguridad y solidez al crear un ambiente delicioso e inesperadamente cercano.
Luego fue el turno de “Superorganismos”, del compositor Miroslav Srnka (Praga, 1975). Escrita por encargo de la Fundación Berliner Philharmoniker, la Orquesta Sinfónica de la NHK, la Filarmónica de Los Ángeles y la Filarmónica Checa, fue este su estreno en Alemania. La obra consta de cuatro partes bien definidas. En las dos primeras, la creación de atmósferas es lo que más llama la atención, sobre todo las texturas y la flexibilidad de las capas presentes en su orquestación. Por momentos parecen ser suaves olas sonoras que se mueven juntas, que crecen y decrecen a la par, y que conducen a un mismo ambiente y lugar. El mismo compositor lo describe muy bien al señalar que “cada miembro de la orquesta tiene un papel independiente; hay literalmente miles de pequeños puntos de sonido, líneas de sonido y flechas de sonido. Las cuerdas, a veces, se tratan casi como solistas, pero solo se abren como un grupo". Se trata de un efecto precioso en el que las definiciones de cada solista se separan del cuerpo para luego volverse a juntar. Cuando se distinguen armonías, la música fluye hacia disonancias que posteriormente resuelven en cálidas convergencias. El extremo virtuosismo del tercer número, donde, literalmente, cada músico es solista, da paso a un final escrito en múltiples capas y secuencias. El compositor expone los elementos de forma separada y luego los reúne en grupos, como formando una pirámide que se puede leer como un constructo, o bien como una deconstrucción de todo lo anterior.
David Robertson había estrenado mundialmente esta obra con la Orquesta Filarmónica Checa y, tal vez por ello, fue llamado de urgencia para este concierto con el fin de mantener la obra en el programa. Y se entiende perfectamente, porque el conocimiento y pulso implacable del maestro fue un verdadero gozo, tanto para la orquesta como para la audiencia, pues resultó ser un guía perfecto para el cuerpo orquestal y para todos quienes la escuchábamos por primera vez. Es impresionante cómo la orquesta, al igual que una gran masa uniforme, se mueve con una unidad, armonía y flexibilidad que solo conjuntos como este pueden ofrecer. Resulta sorprendente cómo todos los colores y los timbres presentes se logran identificar en los grandes “tutti”, interrumpidos solo por hermosos sonidos provenientes de las cuerdas y algunas notas satélite que aportan las maderas y los bronces. En la sección de percusión, con variados instrumentos para solo cuatro intérpretes, destacan cuatro marimbas puestas en el sector superior del escenario, formando un único gran instrumento cuando son tocadas en conjunto.
La interpretación fue soberbia. Toda la técnica de los músicos puesta al servicio de la partitura. El movimiento conjunto, los dibujos sonoros y el manejo de las dinámicas, dan cuenta de un trabajo orquestal que alcanzó la perfección, apoyado por una acústica maravillosa y la notable conducción del maestro Robertson.
Para la segunda parte estaba prevista la Sinfonía 6 en Fa mayor, op. 68, “Pastoral”, de Ludvig van Beethoven (1770-1827). Con una orquesta reducida en relación a las obras anteriores, aquello no fue excusa para ofrecer una sonoridad excepcional. Y no me refiero al volumen sonoro, sino a la regulación del espacio que el sonido ocupa en todo el auditorio. Las clarísimas diferencias dinámicas entre ‘pianissimo’ (muy débil), ‘piano’ (débil), ‘mezzoforte’ (medianamente fuerte, literalmente la mitad de ‘forte’), ‘forte’ (fuerte) y ‘fortissimo’ (muy fuerte), resultaron sencillamente perfectas.
En el sonido, una de las características más increíbles de esta orquesta, destacó la “pastosidad” de las cuerdas, funcionando como un quinteto esencial en el que cada fila resultó ser un solo instrumento. Las maderas se presentaron como un sólido bloque, con cada instrumento diferenciado gracias a su propio timbre. Lideradas por sus solistas, el oboe de Albrecht Mayer ofreció un sonido maravilloso con un timbre agudo, fino y delicado. La flauta (reemplazante del solista principal, Emmanuel Pahud), un tanto más envuelta, en especial en el registro medio alto, solo logró abrirse a cabalidad en sus intervenciones solistas. El clarinete de Wenzel Fuchs, de timbre oscuro y misterioso, logró un juego fantástico en sus intervenciones del tercer movimiento, donde exploró gran parte de su registro y entregó a cada uno su color característico. En el fagot de Stefan Schweigert resaltó la sonoridad en tesitura aguda, la que logró empastar delicadamente con el ya expuesto timbre del oboe. Los bronces, reducidos por las indicaciones de la obra, solo incluyeron dos cornos, dos trompetas y dos trombones. Mientras estos últimos se mostraron precisos en armonías y apoyos, los dos cornos franceses se lucieron con una sonoridad preciosa en conjunto. ¡Excepcional el solista Stefan Dohr a lo largo de sus variadas intervenciones! El timbal, muchas veces relegado a papeles secundarios, cobró vital importancia en “su” momento, en el cuarto movimiento, cuando Vincent Vogel representó con vigor los rayos y truenos de una feroz tempestad.
Desde un punto de vista técnico, en esta versión no hay nada que objetar: afinación perfecta, ritmo preciso, ataques y cortes sincronizados, y volúmenes oscilantes marcados por claros escalones dinámicos. Pareciera que director y orquesta se hubieran conocido desde siempre. David Robertson se vio libre y fluido, con precisión y carácter en sus claras indicaciones y gestos que fueron mostrando constantemente el paso de la música, carismáticamente secundado por el concertino de la Orquesta, Noah Bendix-Balgley.
Siento que Beethoven se hizo presente en la Philharmonie. Los tiempos ágiles, especialmente en el primer y tercer movimiento, la serenidad del segundo y el quinto, y el nervio del cuarto, configuraron una versión amable, elegante y sólida, que fue reconocida con largos diez minutos de aplausos y ovaciones para cada uno de los solistas mencionados. Un merecido reconocimiento del público berlinés al trabajo maravilloso desarrollado por la orquesta junto a su director invitado.
El 14 de febrero fue una noche de excepción. Brillante y mágica, recordando que no hay nada como escuchar en vivo a una orquesta de la calidad de la Filarmónica de Berlín. Esto fue, sin duda, mejor que cualquier grabación o filmación disponible. Constituyó una experiencia irremplazable e inmejorable. Un lujo técnico, musical y estético.
Me emocioné hasta las lágrimas en ese momento, me emociono ahora, escribiendo estas líneas, y seguramente seguiré emocionándome cada vez que recuerde el pasado 14 de febrero.
¡Gracias, Sandra, por cumplir mi sueño!
Kirill Petrenko, su director titular, debió cancelar sus presentaciones desde finales de enero por problemas de salud. Reemplazar a un conductor a última hora no es algo fácil, por lo que la elección del maestro David Robertson fue toda una sorpresa.
El programa comenzó con “Arcana para gran orquesta” (versión revisada de 1960), del compositor Edgard Varèse (1883-1965). Concebida como poema sinfónico, en menos de 20 minutos, Varèse logra exponer el sello característico de sus trabajos. Desde el inicio, con cuatro notas que abarcan una tercera menor y, posteriormente, a lo largo de todo su desarrollo, el francés impone un tono fuerte y decidido. Mientras los instrumentos de la orquesta despuntan a través de colores, sus timbres se superponen marcando luces y sombras que contrastan con sutiles dinámicas perfectamente dibujadas. A través de varios pasajes de la obra, percibimos experimentos sonoros que podrían resultar algo extremos, pero, si nos dejamos llevar por el descubrimiento de su procedencia, pronto se verán transformados en un delicioso cuadro plástico, dinámico y envolvente. Técnicamente ejecutada de manera impecable, “Arcana” recibió de manos de Robertson el carácter y la impronta que una pieza de estas características necesita, mostrando gran seguridad y solidez al crear un ambiente delicioso e inesperadamente cercano.
Luego fue el turno de “Superorganismos”, del compositor Miroslav Srnka (Praga, 1975). Escrita por encargo de la Fundación Berliner Philharmoniker, la Orquesta Sinfónica de la NHK, la Filarmónica de Los Ángeles y la Filarmónica Checa, fue este su estreno en Alemania. La obra consta de cuatro partes bien definidas. En las dos primeras, la creación de atmósferas es lo que más llama la atención, sobre todo las texturas y la flexibilidad de las capas presentes en su orquestación. Por momentos parecen ser suaves olas sonoras que se mueven juntas, que crecen y decrecen a la par, y que conducen a un mismo ambiente y lugar. El mismo compositor lo describe muy bien al señalar que “cada miembro de la orquesta tiene un papel independiente; hay literalmente miles de pequeños puntos de sonido, líneas de sonido y flechas de sonido. Las cuerdas, a veces, se tratan casi como solistas, pero solo se abren como un grupo". Se trata de un efecto precioso en el que las definiciones de cada solista se separan del cuerpo para luego volverse a juntar. Cuando se distinguen armonías, la música fluye hacia disonancias que posteriormente resuelven en cálidas convergencias. El extremo virtuosismo del tercer número, donde, literalmente, cada músico es solista, da paso a un final escrito en múltiples capas y secuencias. El compositor expone los elementos de forma separada y luego los reúne en grupos, como formando una pirámide que se puede leer como un constructo, o bien como una deconstrucción de todo lo anterior.
David Robertson había estrenado mundialmente esta obra con la Orquesta Filarmónica Checa y, tal vez por ello, fue llamado de urgencia para este concierto con el fin de mantener la obra en el programa. Y se entiende perfectamente, porque el conocimiento y pulso implacable del maestro fue un verdadero gozo, tanto para la orquesta como para la audiencia, pues resultó ser un guía perfecto para el cuerpo orquestal y para todos quienes la escuchábamos por primera vez. Es impresionante cómo la orquesta, al igual que una gran masa uniforme, se mueve con una unidad, armonía y flexibilidad que solo conjuntos como este pueden ofrecer. Resulta sorprendente cómo todos los colores y los timbres presentes se logran identificar en los grandes “tutti”, interrumpidos solo por hermosos sonidos provenientes de las cuerdas y algunas notas satélite que aportan las maderas y los bronces. En la sección de percusión, con variados instrumentos para solo cuatro intérpretes, destacan cuatro marimbas puestas en el sector superior del escenario, formando un único gran instrumento cuando son tocadas en conjunto.
La interpretación fue soberbia. Toda la técnica de los músicos puesta al servicio de la partitura. El movimiento conjunto, los dibujos sonoros y el manejo de las dinámicas, dan cuenta de un trabajo orquestal que alcanzó la perfección, apoyado por una acústica maravillosa y la notable conducción del maestro Robertson.
Para la segunda parte estaba prevista la Sinfonía 6 en Fa mayor, op. 68, “Pastoral”, de Ludvig van Beethoven (1770-1827). Con una orquesta reducida en relación a las obras anteriores, aquello no fue excusa para ofrecer una sonoridad excepcional. Y no me refiero al volumen sonoro, sino a la regulación del espacio que el sonido ocupa en todo el auditorio. Las clarísimas diferencias dinámicas entre ‘pianissimo’ (muy débil), ‘piano’ (débil), ‘mezzoforte’ (medianamente fuerte, literalmente la mitad de ‘forte’), ‘forte’ (fuerte) y ‘fortissimo’ (muy fuerte), resultaron sencillamente perfectas.
En el sonido, una de las características más increíbles de esta orquesta, destacó la “pastosidad” de las cuerdas, funcionando como un quinteto esencial en el que cada fila resultó ser un solo instrumento. Las maderas se presentaron como un sólido bloque, con cada instrumento diferenciado gracias a su propio timbre. Lideradas por sus solistas, el oboe de Albrecht Mayer ofreció un sonido maravilloso con un timbre agudo, fino y delicado. La flauta (reemplazante del solista principal, Emmanuel Pahud), un tanto más envuelta, en especial en el registro medio alto, solo logró abrirse a cabalidad en sus intervenciones solistas. El clarinete de Wenzel Fuchs, de timbre oscuro y misterioso, logró un juego fantástico en sus intervenciones del tercer movimiento, donde exploró gran parte de su registro y entregó a cada uno su color característico. En el fagot de Stefan Schweigert resaltó la sonoridad en tesitura aguda, la que logró empastar delicadamente con el ya expuesto timbre del oboe. Los bronces, reducidos por las indicaciones de la obra, solo incluyeron dos cornos, dos trompetas y dos trombones. Mientras estos últimos se mostraron precisos en armonías y apoyos, los dos cornos franceses se lucieron con una sonoridad preciosa en conjunto. ¡Excepcional el solista Stefan Dohr a lo largo de sus variadas intervenciones! El timbal, muchas veces relegado a papeles secundarios, cobró vital importancia en “su” momento, en el cuarto movimiento, cuando Vincent Vogel representó con vigor los rayos y truenos de una feroz tempestad.
Desde un punto de vista técnico, en esta versión no hay nada que objetar: afinación perfecta, ritmo preciso, ataques y cortes sincronizados, y volúmenes oscilantes marcados por claros escalones dinámicos. Pareciera que director y orquesta se hubieran conocido desde siempre. David Robertson se vio libre y fluido, con precisión y carácter en sus claras indicaciones y gestos que fueron mostrando constantemente el paso de la música, carismáticamente secundado por el concertino de la Orquesta, Noah Bendix-Balgley.
Siento que Beethoven se hizo presente en la Philharmonie. Los tiempos ágiles, especialmente en el primer y tercer movimiento, la serenidad del segundo y el quinto, y el nervio del cuarto, configuraron una versión amable, elegante y sólida, que fue reconocida con largos diez minutos de aplausos y ovaciones para cada uno de los solistas mencionados. Un merecido reconocimiento del público berlinés al trabajo maravilloso desarrollado por la orquesta junto a su director invitado.
El 14 de febrero fue una noche de excepción. Brillante y mágica, recordando que no hay nada como escuchar en vivo a una orquesta de la calidad de la Filarmónica de Berlín. Esto fue, sin duda, mejor que cualquier grabación o filmación disponible. Constituyó una experiencia irremplazable e inmejorable. Un lujo técnico, musical y estético.
Me emocioné hasta las lágrimas en ese momento, me emociono ahora, escribiendo estas líneas, y seguramente seguiré emocionándome cada vez que recuerde el pasado 14 de febrero.
¡Gracias, Sandra, por cumplir mi sueño!
sábado, 8 de febrero de 2025
Aún Estoy Aquí
Cuando el ex diputado Rubens Paiva -Selton Mello- es capturado por el régimen durante la dictadura militar de Brasil, en 1971, Eunice -Fernanda Torres-, su mujer, intenta desesperadamente conocer el paradero de su esposo. Sola a cargo de sus hijos, Eunice no solamente se ve obligada a luchar por sacar a su familia adelante, sino que también se transforma en una perseverante activista para combatir las injusticias políticas y sociales de su país.
“Aún estoy aquí”, dirigida por Walter Salles y basada en las memorias de Marcelo Rubens Paiva -hijo de Eunice y Rubens-, es una película triste; la desolación y el sinsentido acechan por sus cuatro costados. Para narrar la historia, Salles se apoya en la excelente elección de sus actores principales y en la fotografía de Adrian Teijido, tan fina que parece dar cuenta documental de los hechos.
La vida idílica que lleva la familia, justo frente a la playa en Río de Janeiro, contrasta con la oscuridad del régimen, solo palpable por los constantes movimientos de tropas y los múltiples agentes que vigilan el barrio. Los Paiva parecen ajenos a todo, disfrutan juntos sin advertir los suplicios que vendrán luego del secuestro de Rubens.
Delicada en su forma y artística en su tratamiento, esta cinta deja en claro la brutal violación de los Derechos Humanos sufrida por personas opositoras al régimen dictatorial. Y no lo hace en forma explícita, lo logra con contrastes marcados, situando en relieve la gran resiliencia de Eunice para sobreponerse a una desolación y amargura capaz de liquidar a cualquiera.
Fernanda Torres interpreta a Eunice con el corazón en la piel. El compromiso con su rol va transitando el camino del dolor y la pérdida para volverse cada vez más fuerte. Si al principio es solo una amorosa madre presente, con el transcurso del metraje pasa a ser un pilar inamovible, con emociones contenidas que luego se vuelcan hacia una expresividad que emana a raudales. Selton Mello, y tal vez gracias al gran parecido que tiene con Rubens, desarrolla un personaje carismático, un político hábil para moverse en aguas difíciles sin dejar mucho rastro; esposo y padre, inquieto y cercano, siempre preocupado por los suyos.
Las características de los personajes después de los avances en el tiempo se mantienen intactas. En otro punto alto de la cinta, un casting notable no deja al azar la esencia de sus representados, lo que entrega la continuidad necesaria para obtener la visión completa de un largo período. Estupendo trabajo de edición y montaje por lo ya mencionado, aunque en algunos momentos, especialmente en su sección central, quizás se extienda un poco más de la cuenta.
“Ainda estou aqui” queda en la retina como una luz de esperanza porque los esfuerzos denodados de Eunice por demostrar y obtener la verdad de lo sucedido, resultan edificantes. Contra viento y marea, incluso poniendo en riesgo su vida, nada de eso importa si se trata de un bien mayor. Es Rubens, es su familia, cierto, pero es mucho más que eso. Se trata de la lucha por la dignidad de un pueblo cuya recuperación depende de la acción de todos y cada uno de sus habitantes. Con Eunice adelante, a la cabeza, como ejemplo cercano y real. Un esfuerzo inconmensurable, un impulso vital.
Ficha técnica
Título original: Ainda estou aqui
Año: 2024
Duración: 135 minutos
País: Brasil
Compañías: Coproducción Brasil-Francia; VideoFilmes, RT Features, MACT Productions, Cospiraçao Filmes, arte
Género: Drama | Biográfico. Política. Secuestros / Desapariciones. Años 70
Guion: Murilo Hauser, Heitor Lorega. Novela: Marcelo Rubens Paiva
Música: Warren Ellis
Fotografía: Adrian Teijido
Reparto: Fernanda Torres, Selton Mello, Fernanda Montenegro
Dirección: Walter Salles
“Aún estoy aquí”, dirigida por Walter Salles y basada en las memorias de Marcelo Rubens Paiva -hijo de Eunice y Rubens-, es una película triste; la desolación y el sinsentido acechan por sus cuatro costados. Para narrar la historia, Salles se apoya en la excelente elección de sus actores principales y en la fotografía de Adrian Teijido, tan fina que parece dar cuenta documental de los hechos.
La vida idílica que lleva la familia, justo frente a la playa en Río de Janeiro, contrasta con la oscuridad del régimen, solo palpable por los constantes movimientos de tropas y los múltiples agentes que vigilan el barrio. Los Paiva parecen ajenos a todo, disfrutan juntos sin advertir los suplicios que vendrán luego del secuestro de Rubens.
Delicada en su forma y artística en su tratamiento, esta cinta deja en claro la brutal violación de los Derechos Humanos sufrida por personas opositoras al régimen dictatorial. Y no lo hace en forma explícita, lo logra con contrastes marcados, situando en relieve la gran resiliencia de Eunice para sobreponerse a una desolación y amargura capaz de liquidar a cualquiera.
Fernanda Torres interpreta a Eunice con el corazón en la piel. El compromiso con su rol va transitando el camino del dolor y la pérdida para volverse cada vez más fuerte. Si al principio es solo una amorosa madre presente, con el transcurso del metraje pasa a ser un pilar inamovible, con emociones contenidas que luego se vuelcan hacia una expresividad que emana a raudales. Selton Mello, y tal vez gracias al gran parecido que tiene con Rubens, desarrolla un personaje carismático, un político hábil para moverse en aguas difíciles sin dejar mucho rastro; esposo y padre, inquieto y cercano, siempre preocupado por los suyos.
Las características de los personajes después de los avances en el tiempo se mantienen intactas. En otro punto alto de la cinta, un casting notable no deja al azar la esencia de sus representados, lo que entrega la continuidad necesaria para obtener la visión completa de un largo período. Estupendo trabajo de edición y montaje por lo ya mencionado, aunque en algunos momentos, especialmente en su sección central, quizás se extienda un poco más de la cuenta.
“Ainda estou aqui” queda en la retina como una luz de esperanza porque los esfuerzos denodados de Eunice por demostrar y obtener la verdad de lo sucedido, resultan edificantes. Contra viento y marea, incluso poniendo en riesgo su vida, nada de eso importa si se trata de un bien mayor. Es Rubens, es su familia, cierto, pero es mucho más que eso. Se trata de la lucha por la dignidad de un pueblo cuya recuperación depende de la acción de todos y cada uno de sus habitantes. Con Eunice adelante, a la cabeza, como ejemplo cercano y real. Un esfuerzo inconmensurable, un impulso vital.
Ficha técnica
Título original: Ainda estou aqui
Año: 2024
Duración: 135 minutos
País: Brasil
Compañías: Coproducción Brasil-Francia; VideoFilmes, RT Features, MACT Productions, Cospiraçao Filmes, arte
Género: Drama | Biográfico. Política. Secuestros / Desapariciones. Años 70
Guion: Murilo Hauser, Heitor Lorega. Novela: Marcelo Rubens Paiva
Música: Warren Ellis
Fotografía: Adrian Teijido
Reparto: Fernanda Torres, Selton Mello, Fernanda Montenegro
Dirección: Walter Salles
miércoles, 5 de febrero de 2025
Cónclave
El Papa ha muerto. La Sede está vacante. Esto marca los primeros compases de “Conclave”, la nueva película del director Edward Berger, basada en la exitosa novela del mismo nombre escrita por Robert Harris, en 2016.
La responsabilidad de convocar, supervisar y conducir el Cónclave Papal recae en el Cardenal Thomas Lawrence -Ralph Fiennes-, un británico liberal y Decano del Colegio de Cardenales que debe elegir al nuevo Sumo Pontífice. Los candidatos, cómo no, están bastante definidos de entrada: el cardenal Aldo Bellini -Stanley Tucci-, un liberal estadounidense; el cardenal Joseph Tremblay -John Lithgow-, un moderado canadiense; el cardenal Joshua Adeyemi -Lucian Msamati-, un conservador nigeriano; y el cardenal Goffredo Tedesco -Sergio Castellitto-, un ultratradicionalista italiano. Las cartas están echadas y la disputa entre ellos promete ser voto a voto.
Desde la intempestiva muerte del Santo Padre a causa de un infarto, el escenario comienza a cambiar rápidamente en el instante en que el cardenal Lawrence se entera de un secreto que podría tener trascendentes implicancias. No vale la pena adelantar nada al respecto. Es mejor ir descubriendo lentamente la serie de acontecimientos que van uniendo los puntos. Naturalmente, todos poseen aristas políticas e involucran a los bandos establecidos, lo que desarrolla una fascinante intriga con giros y vueltas de tuerca difíciles de anticipar.
“Conclave” es una película estupenda. No solo la hermosa fotografía y la recreación de los rincones Vaticanos resultan envolventes, sino que también captura nuestra atención el excelente pulso impreso, el que no decae en ningún momento. La música, compuesta por Volker Bertelmann, aumenta progresivamente la tensión dramática, en especial acompañando las imágenes que requieren un impulso para profundizar los momentos cruciales del desarrollo de cada uno de sus protagonistas. Esa secuencia ascendente -una sexta menor, entregada al “pizzicato” de las cuerdas-, marca y queda resonando como un inquietante y misterioso augurio.
Naturalmente, lo que vemos en pantalla es absolutamente ficción, aunque el autor de la novela haya señalado que se basó en el Cónclave de 2013 en el que resultó elegido Francisco. Incluso, añade que consultó al cardenal Cormac Murphy-O'Connor como parte de su investigación para la confección del libro. Valga la aclaración sobre la ficción, pues en torno al Vaticano y los secretos de palacio se ha escrito mucho y seguramente se seguirá escribiendo. Es un tema que llama mucho la atención, tal vez por lo misterioso de sus recovecos y por la natural humanidad que conllevan sus habitantes.
Analizar lo que vemos en pantalla no resulta complicado pues es del todo evidente. Las caricaturas abundan, y las posiciones eclesiales y políticas están aumentadas exponencialmente. Tal vez sea difícil ejemplificar de otra manera aquellos aspectos de los que no se conoce demasiado, y quizá por lo mismo la tentación es simplificar extremando las posturas para así dibujar personalidades que respondan más a los mitos y leyendas que a la realidad.
Dado lo anterior, quisiera poner el foco en aquello que no es evidente, en lo que está entrelíneas y logra emerger desde algunas capas subterráneas de la historia. Primero, la transformación. Vemos un recorrido en cada personaje que no resulta indiferente. Cómo los afecta la muerte del Papa es una cosa, pero cómo deciden sobre el futuro de la Iglesia es otra. El cardenal Lawrence no se siente digno de ser el sucesor de Pedro, sin embargo, en el camino va descubriendo algunas luces que lo hacen dudar y cambiar ciertos paradigmas. Por otra parte, el cardenal Bellini, convencido de su próximo rol, trata de mantenerse al margen de manera solapada, pero intenta influir vigorosamente en sus pares. Cuando la pista se pone cuesta arriba, ambos parecen no dar su brazo a torcer; sin embargo los hechos los hacen recapacitar y centrarse en lo verdaderamente importante y trascendente. En lo descrito hay un viaje, hay un tránsito, humano y también espiritual, porque sin duda son dos personas diferentes al final del relato.
De los cardenales Tremblay, Adeyemi y Tedesco podemos añadir características y rasgos marcados, pero claramente un menor desarrollo conceptual, no tanto porque sean figuras decorativas, sino por estar supeditados a otras fuerzas que el argumento les adjudica en cuanto a sus corrientes de pensamiento y a la ejecución práctica de ciertas políticas. Dejo para el final al “cardenal in pectore”, Vincent Benítez -Carlos Diehz-, el Arzobispo de Kabul, un cardenal nombrado en secreto por el Papa y que llega sin anuncio al Cónclave, una sorpresa mayúscula que tendrá importantes consecuencias.
“Conclave” es rica en cinematografía pero también en cuanto a su narrativa. Para disfrutarla, hay que entrar en la historia y dejarse llevar sin cuestionar las figuras o los estereotipos que se presentan. Repito que es ficción, un invento, pero está bien logrado. Por supuesto, no lo podemos tomar al pie de la letra, y menos creer que en la realidad funciona todo así. En los ambientes que rodean los Cónclaves, siempre escuchamos que quien entra papa, sale cardenal. Algo de ello se plasma en esta película, la que no elude un tema de fondo: ante decisiones humanas, finalmente es la voluntad de Dios la que se sobrepone a todas las circunstancias y a todos los hechos.
No deje de ir a verla, por favor. ¡Es una película imperdible de esta temporada!
Ficha técnica
Título original: Conclave
Año: 2024
Duración: 115 minutos
País: Reino Unido
Compañías: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; Indian Paintbrush, Filmnation Entertainment, Access Entertainment, House Productions. Distribuidora: Focus Features
Género: Drama. Thriller. Intriga | Religión. Clero
Guion: Peter Straughan. Novela: Robert Harris
Música: Volker Bertelmann
Fotografía: Stéphane Fontaine
Reparto: Ralph Fiennes, Stanley Tucci, John Lithgow, Sergio Castellitto, Isabella Rossellini.
Dirección: Edward Berger
La responsabilidad de convocar, supervisar y conducir el Cónclave Papal recae en el Cardenal Thomas Lawrence -Ralph Fiennes-, un británico liberal y Decano del Colegio de Cardenales que debe elegir al nuevo Sumo Pontífice. Los candidatos, cómo no, están bastante definidos de entrada: el cardenal Aldo Bellini -Stanley Tucci-, un liberal estadounidense; el cardenal Joseph Tremblay -John Lithgow-, un moderado canadiense; el cardenal Joshua Adeyemi -Lucian Msamati-, un conservador nigeriano; y el cardenal Goffredo Tedesco -Sergio Castellitto-, un ultratradicionalista italiano. Las cartas están echadas y la disputa entre ellos promete ser voto a voto.
Desde la intempestiva muerte del Santo Padre a causa de un infarto, el escenario comienza a cambiar rápidamente en el instante en que el cardenal Lawrence se entera de un secreto que podría tener trascendentes implicancias. No vale la pena adelantar nada al respecto. Es mejor ir descubriendo lentamente la serie de acontecimientos que van uniendo los puntos. Naturalmente, todos poseen aristas políticas e involucran a los bandos establecidos, lo que desarrolla una fascinante intriga con giros y vueltas de tuerca difíciles de anticipar.
“Conclave” es una película estupenda. No solo la hermosa fotografía y la recreación de los rincones Vaticanos resultan envolventes, sino que también captura nuestra atención el excelente pulso impreso, el que no decae en ningún momento. La música, compuesta por Volker Bertelmann, aumenta progresivamente la tensión dramática, en especial acompañando las imágenes que requieren un impulso para profundizar los momentos cruciales del desarrollo de cada uno de sus protagonistas. Esa secuencia ascendente -una sexta menor, entregada al “pizzicato” de las cuerdas-, marca y queda resonando como un inquietante y misterioso augurio.
Naturalmente, lo que vemos en pantalla es absolutamente ficción, aunque el autor de la novela haya señalado que se basó en el Cónclave de 2013 en el que resultó elegido Francisco. Incluso, añade que consultó al cardenal Cormac Murphy-O'Connor como parte de su investigación para la confección del libro. Valga la aclaración sobre la ficción, pues en torno al Vaticano y los secretos de palacio se ha escrito mucho y seguramente se seguirá escribiendo. Es un tema que llama mucho la atención, tal vez por lo misterioso de sus recovecos y por la natural humanidad que conllevan sus habitantes.
Analizar lo que vemos en pantalla no resulta complicado pues es del todo evidente. Las caricaturas abundan, y las posiciones eclesiales y políticas están aumentadas exponencialmente. Tal vez sea difícil ejemplificar de otra manera aquellos aspectos de los que no se conoce demasiado, y quizá por lo mismo la tentación es simplificar extremando las posturas para así dibujar personalidades que respondan más a los mitos y leyendas que a la realidad.
Dado lo anterior, quisiera poner el foco en aquello que no es evidente, en lo que está entrelíneas y logra emerger desde algunas capas subterráneas de la historia. Primero, la transformación. Vemos un recorrido en cada personaje que no resulta indiferente. Cómo los afecta la muerte del Papa es una cosa, pero cómo deciden sobre el futuro de la Iglesia es otra. El cardenal Lawrence no se siente digno de ser el sucesor de Pedro, sin embargo, en el camino va descubriendo algunas luces que lo hacen dudar y cambiar ciertos paradigmas. Por otra parte, el cardenal Bellini, convencido de su próximo rol, trata de mantenerse al margen de manera solapada, pero intenta influir vigorosamente en sus pares. Cuando la pista se pone cuesta arriba, ambos parecen no dar su brazo a torcer; sin embargo los hechos los hacen recapacitar y centrarse en lo verdaderamente importante y trascendente. En lo descrito hay un viaje, hay un tránsito, humano y también espiritual, porque sin duda son dos personas diferentes al final del relato.
De los cardenales Tremblay, Adeyemi y Tedesco podemos añadir características y rasgos marcados, pero claramente un menor desarrollo conceptual, no tanto porque sean figuras decorativas, sino por estar supeditados a otras fuerzas que el argumento les adjudica en cuanto a sus corrientes de pensamiento y a la ejecución práctica de ciertas políticas. Dejo para el final al “cardenal in pectore”, Vincent Benítez -Carlos Diehz-, el Arzobispo de Kabul, un cardenal nombrado en secreto por el Papa y que llega sin anuncio al Cónclave, una sorpresa mayúscula que tendrá importantes consecuencias.
“Conclave” es rica en cinematografía pero también en cuanto a su narrativa. Para disfrutarla, hay que entrar en la historia y dejarse llevar sin cuestionar las figuras o los estereotipos que se presentan. Repito que es ficción, un invento, pero está bien logrado. Por supuesto, no lo podemos tomar al pie de la letra, y menos creer que en la realidad funciona todo así. En los ambientes que rodean los Cónclaves, siempre escuchamos que quien entra papa, sale cardenal. Algo de ello se plasma en esta película, la que no elude un tema de fondo: ante decisiones humanas, finalmente es la voluntad de Dios la que se sobrepone a todas las circunstancias y a todos los hechos.
No deje de ir a verla, por favor. ¡Es una película imperdible de esta temporada!
Ficha técnica
Título original: Conclave
Año: 2024
Duración: 115 minutos
País: Reino Unido
Compañías: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; Indian Paintbrush, Filmnation Entertainment, Access Entertainment, House Productions. Distribuidora: Focus Features
Género: Drama. Thriller. Intriga | Religión. Clero
Guion: Peter Straughan. Novela: Robert Harris
Música: Volker Bertelmann
Fotografía: Stéphane Fontaine
Reparto: Ralph Fiennes, Stanley Tucci, John Lithgow, Sergio Castellitto, Isabella Rossellini.
Dirección: Edward Berger
martes, 4 de febrero de 2025
Golpe de Suerte en Paris
Fanny -Lou de Laâge- y Jean -Melvil Poupaud-, componen un matrimonio marcado por un romance fresco como si se tratara del primer día. Vida de ensueño en el centro de París, sin problemas económicos y con un futuro prometedor por delante. Todo cambia cuando, por casualidad, Fanny se cruza en la calle con Alain -Niels Schneider-, un compañero de juventud que le confiesa que siempre estuvo enamorado de ella. Algo se despierta en Fanny. ¿Una nueva pasión, cuestionamientos? ¿Dudas, al menos? Se suma el misterioso éxito profesional de Jean, quien no es explícito en las razones de su riqueza. Se instala entonces el clásico triángulo amoroso entre la mujer, el amante y el marido, quien empieza a controlar cada situación sospechosa.
Woody Allen, incombustible, regresa a la cartelera local con esta película de 2023 realizada completamente en francés. Con un ágil guion -sello de Allen-, condensa una historia con ritmos precisos y excelentes actuaciones. Los detalles del director se observan en cada toma y escena, las que muchas veces parecen sacadas de una obra de teatro. Interesantes resultan esas cámaras que rodean a los personajes y captan gestos que implícitamente dicen muchas cosas sin expresar ninguna palabra. Otro ejemplo de la delicadeza de la filmación es el cruce de los extras, que siempre van configurando espacios, entregando matices y dando cuenta de la cultura y el modo de vivir de la Ciudad Luz.
El toque de “Match Point” se siente desde el comienzo. Acá también las situaciones fortuitas son las que inclinan la balanza hacia un lado o hacia otro. Muchas veces no están claros los porqués, sino más bien el foco está en la casuística que provoca cada una de las acciones y resoluciones.
¡Qué decir del desarrollo de los personajes! Otra clara característica del director, quien, como si usara un pincel, dibuja con precisión cada una de las facetas de sus protagonistas. Por ejemplo Fanny, con su intimidad, sus dudas y tránsitos que le hacen abrir una delicada y peligrosa puerta capaz de agrietar un matrimonio que parece sacado de un cuento de hadas. También está el desagrado creciente que provoca la figura de Jean, cuyo control agobia y desgasta a su joven esposa. O la figura de la madre de Fanny -Valérie Lemercier-, hincha acérrima de su yerno, al punto de incidir en su hija para aceptar que, al tenerlo todo, no debe arriesgar nada.
“Coup de chance” es como un trozo delicioso de pastel. Una película “boutique”, fina y delicada, hablada en un francés musical que se complementa perfectamente con una banda sonora basada en piezas clásicas del jazz norteamericano. Es cierto que no tiene el brillo de otras cintas de Allen, pero es un trabajo interesante que parece volver a la esencia de sus mejores obras: aquella curiosa combinación de romance, intriga, dilemas morales y el rol que juega el azar en nuestras vidas. ¡No se la pierda!
Ficha técnica
Título original: Coup de chance
Año: 2023
Duración: 96 minutos
País: Francia
Compañías: Coproducción Francia-Estados Unidos; Petite Fleur Productions, Gravier Productions, Perdido Productions, Dippermouth
Género: Romance. Comedia. Drama | Comedia romántica. Drama romántico. Comedia negra
Guion: Woody Allen
Fotografía: Vittorio Storaro
Reparto: Lou de Laâge, Valérie Lemercier, Melvil Poupaud, Niels Schneider.
Dirección: Woody Allen
Woody Allen, incombustible, regresa a la cartelera local con esta película de 2023 realizada completamente en francés. Con un ágil guion -sello de Allen-, condensa una historia con ritmos precisos y excelentes actuaciones. Los detalles del director se observan en cada toma y escena, las que muchas veces parecen sacadas de una obra de teatro. Interesantes resultan esas cámaras que rodean a los personajes y captan gestos que implícitamente dicen muchas cosas sin expresar ninguna palabra. Otro ejemplo de la delicadeza de la filmación es el cruce de los extras, que siempre van configurando espacios, entregando matices y dando cuenta de la cultura y el modo de vivir de la Ciudad Luz.
El toque de “Match Point” se siente desde el comienzo. Acá también las situaciones fortuitas son las que inclinan la balanza hacia un lado o hacia otro. Muchas veces no están claros los porqués, sino más bien el foco está en la casuística que provoca cada una de las acciones y resoluciones.
¡Qué decir del desarrollo de los personajes! Otra clara característica del director, quien, como si usara un pincel, dibuja con precisión cada una de las facetas de sus protagonistas. Por ejemplo Fanny, con su intimidad, sus dudas y tránsitos que le hacen abrir una delicada y peligrosa puerta capaz de agrietar un matrimonio que parece sacado de un cuento de hadas. También está el desagrado creciente que provoca la figura de Jean, cuyo control agobia y desgasta a su joven esposa. O la figura de la madre de Fanny -Valérie Lemercier-, hincha acérrima de su yerno, al punto de incidir en su hija para aceptar que, al tenerlo todo, no debe arriesgar nada.
“Coup de chance” es como un trozo delicioso de pastel. Una película “boutique”, fina y delicada, hablada en un francés musical que se complementa perfectamente con una banda sonora basada en piezas clásicas del jazz norteamericano. Es cierto que no tiene el brillo de otras cintas de Allen, pero es un trabajo interesante que parece volver a la esencia de sus mejores obras: aquella curiosa combinación de romance, intriga, dilemas morales y el rol que juega el azar en nuestras vidas. ¡No se la pierda!
Ficha técnica
Título original: Coup de chance
Año: 2023
Duración: 96 minutos
País: Francia
Compañías: Coproducción Francia-Estados Unidos; Petite Fleur Productions, Gravier Productions, Perdido Productions, Dippermouth
Género: Romance. Comedia. Drama | Comedia romántica. Drama romántico. Comedia negra
Guion: Woody Allen
Fotografía: Vittorio Storaro
Reparto: Lou de Laâge, Valérie Lemercier, Melvil Poupaud, Niels Schneider.
Dirección: Woody Allen
lunes, 3 de febrero de 2025
Cuándo te vas?
Sinopsis: Patricio y Érica, una pareja que soñaba con disfrutar su vida en solitario, enfrentan un problema inesperado: Natalia, su hija de casi 32 años, se niega a dejar el hogar y no tiene planes de independizarse. Desesperados, sus padres recurren a ideas cada vez más disparatadas para echarla de casa, desde regalos con indirectas hasta consejos de una inteligencia artificial. Pero lo que comienza como un plan sencillo se convierte en un torbellino de malentendidos y caos familiar. Con humor y situaciones delirantes, ¿Cuándo te vas? nos muestra que, a veces, lo más difícil no es criar a los hijos... ¡es lograr que se vayan!
Boris Quercia regresa con una comedia cargada de situaciones y conceptos muy actuales, adobada con una capa externa de variadas caricaturas. Lo cotidiano se refleja en diálogos simples, algunos rozando lo ridículo, lo que viene a constituir una delgada tela como quien intenta tapar el sol con un dedo. La multilateralidad del guion y sus diversos puntos de entrada, algo ya característico en Quercia, permite que esta cinta sea leída y abordada desde muchos puntos de vista.
Vamos a lo central. ¿Cómo se enfrenta la premisa expuesta en el título y también profusamente en todos los avances? Simple. Luego de darse muchas vueltas, a Patricio -Álvaro Rudolphy-, no le queda más remedio que acatar la instrucción de su esposa Érica -Francisca Imboden-, y enfrentar a su hija Natalia -Luciana Echeverría-. ¡Te vas!
Lo que a todas luces podría ser el final de una larga espera, se transforma en el comienzo de una nueva etapa, pero no la que por años habían soñado. No. Ahora, súbitamente, el matrimonio se encuentra en problemas. Lo añorado se esfuma como agua entre los dedos, y en lo que sería el nuevo paraíso, hace más calor que el infierno.
Dejemos un ratito al matrimonio para entrar a otro tema que ingresa veloz: los extranjeros. Ejemplificados con un migrante venezolano y otro descendiente de alemanes, ambos como nuevos novios de Natalia, la cinta se hace cargo de la actual realidad chilena, y además la vincula con la distancia entre generaciones: “los viejos” -de cincuenta años, como los padres de Natalia-, y “los jóvenes”, alrededor de 20 años menores.
Y acá un punto que puede entregar un par de luces. Mientras los jóvenes viven a través de las redes sociales, Patricio usa inteligencia artificial para su trabajo y también para que le aconseje en su día a día, en tanto Érica se dedica a su pasión de la pintura. Parecen distantes los puntos de interés, casi sin ninguna convergencia, sin embargo, pronto vemos que hay puntos en común inesperados. Érica es alcohólica y Patricio fuma hierba, drogas que les permiten sobrellevar frustraciones, penas y evadirse de la realidad. ¿Y qué tal si las redes sociales, su afición y en algunos casos su adicción, no son una droga para evadir la misma realidad, solo que bajo otro prejuicio y excusas diferentes?
Volvamos a la pareja porque tal vez lo más profundo se vive allí, con la desatada crisis matrimonial que es más bien una crisis existencial. Más que mal, son treinta años juntos, y claro, no pasan en vano. ¿Aroma a los famosos “treinta años”? No necesariamente, pero al menos rima, porque parece mucho tiempo y el arrastre de penurias los hace cuestionarse cada vez más. En ese sentido, el guion se desvía hacia el mundo del trabajo, con una oficina clásica, con un jefe “a la antigua” -Fernando Larraín-, y la irrupción de la inteligencia artificial como panacea total.
En medio del cóctel de temas, aún hay más: el coaching como solucionador de problemas al estilo de la sicología, la pansexualidad o el poliamor como irrupción natural y la revalorización de lo humano como mensaje transversal. Tal como reza el dicho, “nada muere, todo se transforma”, a esta altura la ensalada da vueltas y se revuelve completamente, provocando una inversión de roles que da cuenta de un caos generalizado muy difícil de abordar.
"Cuándo te vas?" resulta ambiciosa pues parece querer abarcar demasiado. La premisa sobre la salida de los hijos del hogar apenas logra estar presente un cuarto del metraje, y es solo el punto de partida para abrir temáticas que, en general, no se logran cerrar adecuadamente. Son tantas las aristas que se van abriendo que ni siquiera el carisma que entregan sus protagonistas logra enfocar el metraje. Es más, la historia es tan amplia y la vuelta tan larga, que la conclusión queda al debe, es decir, sin cierre ni apertura, diluida y, al mismo tiempo, sobreexpuesta.
Encomiable esfuerzo de Boris Quercia, hay que reconocerlo. Vivir inquieto, con ideas, proyectos y sueños es digno de merecidos elogios. Sin embargo, a renglón seguido, vale la pena preguntarse por la profundidad y el alcance de este tipo de producciones, ya que abarcar mucho puede significar apretar poco. En este caso, júzguelo usted mismo. Vaya a ver esta comedia que abre el año, pues puntos más o puntos menos, de todos modos se va a entretener.
Ficha técnica
Título original: ¿Cuándo te vas?
Año: 2025
País: Chile
Duración: 82 minutos
Compañías: AtacamaFilms, Poston Works
Género: Comedia
Guion: Aníbal Herrera, Boris Quercia
Fotografía: Antonio Quercia
Reparto: Francisca Imboden, Boris Quercia, Luciana Echeverría, Fernando Larraín, Benjamín Castillo, Karla Melo, Raimundo Alcalde
Dirección: Boris Quercia
Boris Quercia regresa con una comedia cargada de situaciones y conceptos muy actuales, adobada con una capa externa de variadas caricaturas. Lo cotidiano se refleja en diálogos simples, algunos rozando lo ridículo, lo que viene a constituir una delgada tela como quien intenta tapar el sol con un dedo. La multilateralidad del guion y sus diversos puntos de entrada, algo ya característico en Quercia, permite que esta cinta sea leída y abordada desde muchos puntos de vista.
Vamos a lo central. ¿Cómo se enfrenta la premisa expuesta en el título y también profusamente en todos los avances? Simple. Luego de darse muchas vueltas, a Patricio -Álvaro Rudolphy-, no le queda más remedio que acatar la instrucción de su esposa Érica -Francisca Imboden-, y enfrentar a su hija Natalia -Luciana Echeverría-. ¡Te vas!
Lo que a todas luces podría ser el final de una larga espera, se transforma en el comienzo de una nueva etapa, pero no la que por años habían soñado. No. Ahora, súbitamente, el matrimonio se encuentra en problemas. Lo añorado se esfuma como agua entre los dedos, y en lo que sería el nuevo paraíso, hace más calor que el infierno.
Dejemos un ratito al matrimonio para entrar a otro tema que ingresa veloz: los extranjeros. Ejemplificados con un migrante venezolano y otro descendiente de alemanes, ambos como nuevos novios de Natalia, la cinta se hace cargo de la actual realidad chilena, y además la vincula con la distancia entre generaciones: “los viejos” -de cincuenta años, como los padres de Natalia-, y “los jóvenes”, alrededor de 20 años menores.
Y acá un punto que puede entregar un par de luces. Mientras los jóvenes viven a través de las redes sociales, Patricio usa inteligencia artificial para su trabajo y también para que le aconseje en su día a día, en tanto Érica se dedica a su pasión de la pintura. Parecen distantes los puntos de interés, casi sin ninguna convergencia, sin embargo, pronto vemos que hay puntos en común inesperados. Érica es alcohólica y Patricio fuma hierba, drogas que les permiten sobrellevar frustraciones, penas y evadirse de la realidad. ¿Y qué tal si las redes sociales, su afición y en algunos casos su adicción, no son una droga para evadir la misma realidad, solo que bajo otro prejuicio y excusas diferentes?
Volvamos a la pareja porque tal vez lo más profundo se vive allí, con la desatada crisis matrimonial que es más bien una crisis existencial. Más que mal, son treinta años juntos, y claro, no pasan en vano. ¿Aroma a los famosos “treinta años”? No necesariamente, pero al menos rima, porque parece mucho tiempo y el arrastre de penurias los hace cuestionarse cada vez más. En ese sentido, el guion se desvía hacia el mundo del trabajo, con una oficina clásica, con un jefe “a la antigua” -Fernando Larraín-, y la irrupción de la inteligencia artificial como panacea total.
En medio del cóctel de temas, aún hay más: el coaching como solucionador de problemas al estilo de la sicología, la pansexualidad o el poliamor como irrupción natural y la revalorización de lo humano como mensaje transversal. Tal como reza el dicho, “nada muere, todo se transforma”, a esta altura la ensalada da vueltas y se revuelve completamente, provocando una inversión de roles que da cuenta de un caos generalizado muy difícil de abordar.
"Cuándo te vas?" resulta ambiciosa pues parece querer abarcar demasiado. La premisa sobre la salida de los hijos del hogar apenas logra estar presente un cuarto del metraje, y es solo el punto de partida para abrir temáticas que, en general, no se logran cerrar adecuadamente. Son tantas las aristas que se van abriendo que ni siquiera el carisma que entregan sus protagonistas logra enfocar el metraje. Es más, la historia es tan amplia y la vuelta tan larga, que la conclusión queda al debe, es decir, sin cierre ni apertura, diluida y, al mismo tiempo, sobreexpuesta.
Encomiable esfuerzo de Boris Quercia, hay que reconocerlo. Vivir inquieto, con ideas, proyectos y sueños es digno de merecidos elogios. Sin embargo, a renglón seguido, vale la pena preguntarse por la profundidad y el alcance de este tipo de producciones, ya que abarcar mucho puede significar apretar poco. En este caso, júzguelo usted mismo. Vaya a ver esta comedia que abre el año, pues puntos más o puntos menos, de todos modos se va a entretener.
Ficha técnica
Título original: ¿Cuándo te vas?
Año: 2025
País: Chile
Duración: 82 minutos
Compañías: AtacamaFilms, Poston Works
Género: Comedia
Guion: Aníbal Herrera, Boris Quercia
Fotografía: Antonio Quercia
Reparto: Francisca Imboden, Boris Quercia, Luciana Echeverría, Fernando Larraín, Benjamín Castillo, Karla Melo, Raimundo Alcalde
Dirección: Boris Quercia
sábado, 1 de febrero de 2025
Las Aventuras de Dog Man
Knight, un arriesgado policía, y su fiel perro Greg, sufren un accidente y se lesionan de gravedad después de perseguir al felino Petey. El humano solo salva su cuerpo, y el perro solo su cabeza. Para mantenerlos con vida, a los médicos se les ocurre la idea genial de fusionarlos, y así crear una extraña variedad a la que denominan “Dog Man”, que, tal como reza su nombre, es mitad perro mitad hombre.
Como nuevo integrante y parte formal del cuerpo de policía, la obsesión de “Policán” por el Gato Petey persiste y se acrecienta. Aquello, eso sí, va a cambiar radicalmente cuando aparezca en escena el pequeño Li'l Petey, un clon hecho a su medida por Petey, pero que posee una diferencia sustantiva con él: tiene buen corazón.
Escrita y dirigida por Peter Hastings, “Dog Man” tiene su origen en una serie de novelas gráficas infantiles de Dav Pilkey. De hecho, corresponde a un spin-off, que proviene de “Captain Underpants: The First Epic Movie”, una película estrenada el año 2017. DreamWorks Animation anunció esta adaptación cinematográfica justo después de la exitosa experiencia del director con la serie animada “The Epic Tales of Captain Underpants” (2018-2020), una secuela independiente del largometraje mencionado.
“Dog Man” está especialmente destinada a los más pequeños de la casa. Colorida, vibrante y llena de alocadas persecuciones, la cinta no da tregua en sus 89 minutos de duración. Abundantes caricaturas, humor simple y mensajes sin equívocos consiguen poblar un escenario bastante austero, donde los efectos de animación llevan, por lejos, la delantera.
Panorama para las vacaciones, sin lugar a dudas. Sencilla y directa, una película para disfrutar en familia, sin cuestionamientos ni complejas elaboraciones. Una sana entretención.
Ficha técnica
Título original: Dog Man
Año: 2025
Duración: 89 minutos
País: Estados Unidos
Compañías: DreamWorks Animation, Treehouse Comix. Distribuidora: Universal Pictures
Género: Animación. Comedia | Perros/Lobos
Guion: Peter Hastings. Libros: Dav Pilkey
Música: Tom Howe
Fotografía: Animación
Reparto: Pete Davidson, Lil Rel Howery, Isla Fisher, Poppy Liu, Stephen Root, Billy Boyd y Ricky Gervais, Peter Hastings
Dirección: Peter Hastings
Como nuevo integrante y parte formal del cuerpo de policía, la obsesión de “Policán” por el Gato Petey persiste y se acrecienta. Aquello, eso sí, va a cambiar radicalmente cuando aparezca en escena el pequeño Li'l Petey, un clon hecho a su medida por Petey, pero que posee una diferencia sustantiva con él: tiene buen corazón.
Escrita y dirigida por Peter Hastings, “Dog Man” tiene su origen en una serie de novelas gráficas infantiles de Dav Pilkey. De hecho, corresponde a un spin-off, que proviene de “Captain Underpants: The First Epic Movie”, una película estrenada el año 2017. DreamWorks Animation anunció esta adaptación cinematográfica justo después de la exitosa experiencia del director con la serie animada “The Epic Tales of Captain Underpants” (2018-2020), una secuela independiente del largometraje mencionado.
“Dog Man” está especialmente destinada a los más pequeños de la casa. Colorida, vibrante y llena de alocadas persecuciones, la cinta no da tregua en sus 89 minutos de duración. Abundantes caricaturas, humor simple y mensajes sin equívocos consiguen poblar un escenario bastante austero, donde los efectos de animación llevan, por lejos, la delantera.
Panorama para las vacaciones, sin lugar a dudas. Sencilla y directa, una película para disfrutar en familia, sin cuestionamientos ni complejas elaboraciones. Una sana entretención.
Ficha técnica
Título original: Dog Man
Año: 2025
Duración: 89 minutos
País: Estados Unidos
Compañías: DreamWorks Animation, Treehouse Comix. Distribuidora: Universal Pictures
Género: Animación. Comedia | Perros/Lobos
Guion: Peter Hastings. Libros: Dav Pilkey
Música: Tom Howe
Fotografía: Animación
Reparto: Pete Davidson, Lil Rel Howery, Isla Fisher, Poppy Liu, Stephen Root, Billy Boyd y Ricky Gervais, Peter Hastings
Dirección: Peter Hastings
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