Quisiera escribir mis comentarios sobre tres películas recientemente vistas:
Deja vu
En esta película me sorprendió gratamente el tratamiento de un tema que siempre ha inspirado preguntas: hay dimensiones paralelas? se estará viviendo simultáneamente el pasado y el futuro?
En la historia, los personajes viven realmente en dos tiempos: un presente que mira el pasado con cuatro días y medio de desface. Y esa mirada al pasado supone llegar a conocer las causas de lo que está sucediendo en el presente. Hasta que en algún momento se comienza a mezclar y surge la tentación de intervenir el pasado sin sospechar de consecuencias posibles.
Una trama interesante, tecnológicamente llena de nuevas propuestas, y un lado humano que refleja que una historia con nombre y apellido vale más que mil historias anónimas.
La Conquista del Honor
Con su título original, Banderas de cuatro padres, esta es una película intensa. Eatswood filma bien, no hay duda. Transmite con la cámara experiencias individuales y grupales muy bien detalladas. La emoción, la soledad y la solidaridad quedan reflejadas en cada toma. Desde la llegada a la playa vacía hasta la gran escena del desembarco y ataque sorpresa, pasando por todos los momentos del desarrollo.
La temporalidad de la narración es una virtud que permite recorrer en una misma línea cada historia en su momento correspondiente, fundiéndolas o separándolas de acuerdo a la necesidad del relato.
Hay muchas películas de guerra, y particularmente de la Segunda Guerra, sin embargo esta nos da cuenta de una mirada especial. Financiar la guerra, conseguirlo a costa de la vida de los combatientes, llamar o crear héroes, todo con un mismo objetivo: financiamiento. Nada nuevo quizá, pero con la guerra como telón de fondo, reflejando el sufrimiento, orgullo y decepción de las familias involucradas es un acierto en términos de la construcción de la película.
Babel
La tercera película de la trilogía de González Iñárritu es maciza. Contundente en la forma de construir las historias y enlazarlas en torno al eje que las mantiene, con total independencia una de otras.
Se puede observar, en común, la desesperación humana en distintas dimensiones: la agresión sufrida, la soledad de la incomunicación, la solitaria vida de extranjero y la lucha por la sobrevivencia en condiciones sufridas.
González mueve las cámaras en distinto ritmo según cada historia: de modo brusco y tosco en la reacción de los agredidos, con calma y si apuros en la soledad incomunicada, con desesperanza en el relato mexicano y con planos abiertos en la narración montañosa.
El eje es claro, la temporalidad no. A eso estamos acostumbrados con el autor de Amores Perros. Se nota un trabajo muy cuidado, con actuaciones convincentes, entregando emociones a raudales, moviéndonos rápidamente y dejándonos caer de improviso en un mundo desconocido. El relato es vertiginoso, las cámaras puestas en excelentes ubicaciones: un Babel desordenado y a la vez redondo: dolor y felicidad puesto en culturas distintas, parecidas e individuales cobran vida y dan vida a esta película.
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