domingo, 18 de marzo de 2007

Primer Concierto 2007 Orquesta Filarmonica de Santiago

Con una ilusión muy grande esperé este primer concierto del año 2007 de la Orquesta Filarmónica, luego de la crisis de 2006 y la llegada de cerca de 40 instrumentistas extranjeros a completar las plazas vacantes.

El concierto a cargo del nuevo director titular de la agrupación, el Inglés Jan Latham-Koenig, abordó como primera pieza la Obertura El Príncipe Igor de A. Borodin. Tal vez producto del retraso en iniciarse el concierto ( cerca de 10 minutos pasadas las 19.00, cosa inusual para el Teatro Municipal ) la Obertura se sintió insegura, falta de carácter y muy nerviosa. Las secciones orquestales parecían por momentos pequeñas islas. Imperfecciones en los ataques - y afinación - de las maderas y bronces y un sonido extremadamente blando en las cuerdas dieron lugar a una interpretación modesta, sin brillo y con terminaciones algo bruscas.

Acto seguido nos aprestamos a deleitarnos con el Concierto para Piano Nº 2 en do menor Op. 18, de S. Rachmaninoff, a cargo de la solista Valentina Igoshina. En este Concierto la orquesta no juega sólo un papel de acompañante. Es un gran instrumento que en ocasiones compite codo a codo con el virtuoso piano solista. La versión que escuchamos fue correcta, ya que no contó con el brío y la pasión que acompaña la obra. La solista, dueña de una gran técnica, por momentos no lograba amalgamar el sonido con la orquesta y a la vez, pasaba rápidamente por cada una de las deliciosas cadencias que ofrece el primer movimiento. La orquesta, por su parte, siempre algo tarde en las reacciones, hacía grandes esfuerzos por no opacar el volumen del piano. El segundo movimiento, obra maestra para el lucimiento de la flauta y el clarinete solista, junto a las cuerdas, fue abordado con pulcritud, muy cuidadoso, entregando una sección central muy arrebatada, indicio que algo más de música aparecía desde los intérpretes. El tercer movimiento, explosión de júbilo y rítmo constante fue lo mejor de la entrega. Con cuidados tempos, que no se arrancaron de ninguna forma, el diálogo de la solista con la orquesta llegó a su mejor nivel. Los fugattos centrales se escucharon cristalinos y las sutiles intervenciones del tutti entregaron la preparación necesaria para el gran final. Luego de grandes aplausos para la solista, el director y la orquesta escuchamos, como encore, dos piezas que a mi gusto, luego de la majestuosa obra de Rachmaninoff, estuvieron de más. Un Chopin, veloz, virtuoso, pero sin detención y enfoque, dio paso a una pieza suave de naturaleza calma para poder cerrar la presentación.

Algo inquieto por el resultado de la primera parte, sabía que lo que vendría podía ser más de lo mismo o bien el punto culminante y lo mejor de la noche. Por suerte fue lo segundo: los Cuadros de una Exposición de M. Mussorgsky, - original para piano - en la genial e insuperable orquestación de Ravel fueron, sin duda, la guinda de la torta. Con todas las secciones luciendo al máximo, el director logó sacar a la luz esa bella paleta instrumental que Ravel le da a los Cuadros. Brillo, transparencia y una buena variedad de colores fueron mostrados en esta interpretación, que nos hace ver con muy buenos ojos los futuros conciertos de esta agrupación que se está afiatando recién y que esperamos sea cada vez mejor. Puedo señalar dos detalles algo bajos en esta versión. Alguna inseguridad en los bronces, especialmente en el sólo de corno del Promenade 2 y una entrada totalmente falsa - se adelantaron innecesariamente - del grupo de maderas en el Ballet Of The Chicks que puso un momento de mucho nerviosismo en dicho cuadro. Fuera de estas dos imperfecciones notorias, todo lo demás estuvo a gran nivel. Sin duda lo mejor del Concierto fue el sólo de trompeta en Samuel Goldenberg & Schmuyle, ya que parecía que estuvieramos en otro nivel de interpretación. Las cuerdas y maderas brillaron prístinas en The Marketplace At Limoges, finas y con un espíritu de unidad exquisito. El final coral de The Great Gate Of Kiev, fue solemne y brillante, pese a algún pequeño desequilibrio sonoro entre bronces y el resto de la orquesta pero que no opacó la merecida ovación que bajó desde las casi 1000 personas que asistimos. En resumen, una versión muy bien lograda y que ubica a nuestra Orquesta Filarmónica como una agrupación de excelencia.

No hay comentarios: