Una película basada en un libro de Stephen King produce expectación por varios factores. El maestro del suspenso, prolífico como pocos, no deja de sorprender: a veces por el estilo con que aborda la mayoría de sus relatos y, en otras ocasiones, por giros radicales. Esta vez, estamos ante una historia que se aparta de lo que King suele entregar, una novela del mismo nombre incluida en su libro recopilatorio de 2020, “If It Bleeds”.
Desde la forma de narrar ya observamos diferencias. “La vida de Chuck” se cuenta en orden inverso -acto 3, acto 2, acto 1-, sorprendiendo de entrada a una audiencia que, de encontrarse algo desprevenida, podría llegar a confundirse. La entrada es lapidaria. Un terremoto de proporciones apocalípticas causa un caos generalizado, pero no solo eso. Desastres y sucesos sobrenaturales provocan un apagón mundial de internet y con ello la desconexión total. Cunde la desesperación. Mientras tanto, conocemos a dos personajes: el profesor de secundaria Marty Anderson -Chiwetel Ejiofor-, y su exesposa Felicia -Karen Gillan-, quienes, ante una incertidumbre generalizada, encuentran refugio para la inminente tragedia. El único denominador común ante la desolación total es un aviso publicitario que se repite en cada esquina y en diferentes formatos: "Charles Krantz: ¡39 grandes años! ¡Gracias, Chuck!"
El acto dos entrega unas pocas pistas más. Ya sabemos que Chuck, de solo 39 años, ha muerto producto de un agresivo tumor cerebral. Por eso, en esta sección intermedia, retrocedemos unos nueve meses para ver a este contador común y silvestre salir de una conferencia. En el recorrido, se encuentra con Taylor Franck -Taylor Gordon-, quien ha instalado una batería en la calle e interpreta secuencias rítmicas hipnóticas. Casi de la nada, Chuck comienza a bailar. La multitud los rodea. Pronto se les suma Janice Halliday -Annalise Basso-, una joven que acaba de sufrir una ruptura amorosa. El espectáculo es fenomenal y los improvisados artistas son aclamados por la multitud. Esta coincidente unión de tres almas rompe esquemas y nos deja preparados para la tercera parte.
En forma natural llega la conclusión del relato con los primeros años de la vida de Chuck, donde podremos conocer a sus abuelos, quienes lo criaron luego de la fatídica muerte de sus padres. Acá veremos la afición de Mia Sarah Krantz -Sara-, la "bubbe" de Chuck, quien le inspira el amor por la danza; a Albie Krantz -Mark Hamill-, el "zayde" o abuelo, que también es contador y quien le entrega a su nieto esa fascinación por los números. Y en la casa, signos importantes, muy propios de Stephen King: una cúpula cerrada con llave, lugar prohibido para todos los habitantes de la casa y, en especial, para el pequeño Chuck.
Los tres actos parecen tres historias diferentes a pesar de constituir una secuencia, inversamente ordenada, de la vida del protagonista. Claro, desde un punto de vista formal es así; sin embargo, lo que el relato contiene en su interior es una reflexión profunda sobre la vida entera, no solo de una persona en particular, sino algo que adquiere forma global. Por ejemplo, la asimilación de la historia del universo, desde el Big Bang a la actualidad, reducida a un año calendario, es notable. Situar los sucesos más importantes en los últimos meses de ese año y entender que la vida actual se reduce a los últimos milisegundos del 31 de diciembre es de una abstracción impresionante.
La metáfora respecto al fin de la existencia humana y el fin del universo es enorme. Las reflexiones que surgen ante el fin inminente no resultan indiferentes para nadie. Al quedarnos sin lo conocido, sin aquello que podemos llamar nuestro espacio de confort, emerge la incertidumbre. La conversación recupera su lugar cuando la tecnología se apaga. Hay un regreso a la esencia, una relación importante entre el final del universo y el final de la vida, una maravillosa reflexión sobre el verdadero sentido de la existencia.
Una frase llama a profundizar: “contengo multitudes”, del poema de Walt Whitman "Song of Myself". ¿Será la mente de Stephen King y su desbordante imaginación, producto de aquella sentencia? La inquietud por descubrir, abrirse a lo desconocido parece ser la premisa de Chuck, un reflejo perfecto de este autor retratado en el personaje. Vivir plenamente el presente, lo único real, se revela como premisa central ante cualquier inseguridad e incertidumbre. Esta es la única certeza: el minuto actual.
“La vida de Chuck” sorprende en sus casi dos horas de duración. Se trata de una veta distinta de Stephen King muy bien llevada a la pantalla a través del guion y dirección de Mike Flanagan y la certera interpretación de actores que ponen su talento al servicio del relato. Simple y directa, tiene muchas más capas de las que se ven a simple vista. Y ahí está el desafío.
¿Y si, de alguna u otra forma, todos fuéramos Chuck?
Ficha técnica
Título original: The Life of Chuck
Año: 2024
Duración: 110 minutos
País: Estados Unidos
Compañías: Intrepid Pictures, Red Room Pictures, QWGmire
Género: Drama. Fantástico. Ciencia ficción | Fin del mundo. Sobrenatural. Casas encantadas. Baile
Guion: Mike Flanagan. Historia: Stephen King
Música: The Newton Brothers
Fotografía: Eben Bolter
Reparto: Tom Hiddleston, Chiwetel Ejiofor, Karen Gillan, Mia Sara, Carl Lumbly, Benjamin Pajak, Jacob Tremblay, Mark Hamill
Dirección: Mike Flanagan
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