Inspirada en la novela del año 1990, “Vineland”, de Thomas Pynchon, esta película escrita y dirigida por Paul Thomas Anderson no es sencilla de ver ni digerir. Al contrario, nos desafía a un análisis posterior más allá de su visualización, porque es una cinta que queda dando vuelta y vueltas para encontrar un lugar dentro de nuestra mente, al interior de nuestro propio mundo.
Podría escribir bastante sobre la trama y también sobre algunas situaciones que ocurren a lo largo del metraje, pero evitaré hacerlo dado que, a mi modo de ver, ese sería un camino fácil. Me remitiré solo a su breve premisa, que no dice casi nada, pero que en sus breves letras resume la sencillez de la propuesta central: “cuando un malvado enemigo resurge después de 16 años, una banda de exrevolucionarios se reúne para rescatar a la hija de uno de los suyos”. Simple, clara y directa. Esa es, en esencia, la descripción de esta película, pero obviamente hay bastante más. Veamos.
Haciendo una síntesis que puede resultar muy delgada, esta película es una gran historia de amor tanto de pareja como, especialmente, amor desplegado a través de los lazos filiales de un padre con su hija. Por cierto, también existe otra vertiente que corre en paralelo y que tiene que ver con las aspiraciones y la búsqueda de poder, algo que es transversal, pero que se transforma, por momentos, en un foco que podría amenazar radicalmente la profundidad del amor como motor principal.
Vamos por partes, hilvanando algunos de sus componentes. Tenemos desesperación en grandes dosis; también lucha y rebelión a manos de una resistencia revolucionaria que arremete contra todo sistema, ejecutando acciones con una ira implacable que se contrapone con aquellos íntimos gestos de bondad y cariño que se entregan entre ellos. Vemos también movimientos radicales, como evocación directa a los años 60, pero insertos al día de hoy, tal vez como reflejo de la actual polarización a nivel mundial. En pocas palabras, activismo auténtico y desenfrenado como contrapunto a un poder militar que intenta mantener el orden y el estado de las cosas, tal y como los círculos de poder necesitan que estén.
Ahora revisemos los personajes, quizás lo más potente de este filme. Primero, Bob Ferguson -Leonardo DiCaprio-, miembro de un grupo revolucionario conocido como los French 75. Bob es duro y sensible a la vez. Es el encargado de las acciones “pirotécnicas” del grupo, pero eso no quita que pueda transformarse en un elemento letal si se modifican las circunstancias. A su lado se encuentra la líder natural del grupo en terreno, Perfidia Beverly Hills -Teyana Taylor-, una mujer valiente y decidida que es capaz de enfrentar la adversidad con la fuerza de una montaña. Ambos son pareja y viven felices la vida, apasionados tanto por sus acciones como por su revolucionario romance.
En las antípodas se encuentra el coronel Steven J. Lockjaw -Sean Penn-, encargado de las fuerzas militares que deben combatir todo intento de insurrección. Némesis total, porque Lockjaw es un líder solitario que está más preocupado del deber ser y de su ascenso personal en la escala social, que de dotar de humanidad cualquiera de sus acciones.
Este es el trío que protagoniza la primera mitad de la película, donde se sientan las bases de lo que elaborará la sección final. Este triángulo inicial también da paso a un cuarteto cuando la cinta salta 16 años y surge Willa Ferguson -Chase Infiniti-, la hija de la pareja, quien de inmediato se roba las cámaras. Su protagonismo junto al de Benicio del Toro, quien interpreta a Sergio St. Carlos, el sensei líder de los 75 franceses, entrega nuevos aires al relato, el que poco a poco va haciéndose cada vez más fino para de esa forma entrar de lleno en lo esencial.
Decir algo del elenco es fundamental, porque cada una de las piezas está ubicada donde debe estar. La solidez de DiCaprio, la arrogancia audaz de Taylor y la notable personificación de Penn para, tal vez, el personaje más complejo, se complementan perfectamente con la frescura de Infiniti y la experiencia de Del Toro. Entre todos construyen un equipo sólido que en ningún momento pierde el foco, logrando mantener la tensión incluso en los momentos en que la cinta perfectamente podría caer y disolverse. La decisión estructural de incluir a Willa en la segunda parte es acertadísima, no solo por la novedad que conlleva, sino también porque gira el eje y con ello modifica todo el peso dramático. La presencia de sus clarísimos genes, con espíritu y liderazgo sorprendente, provoca que todo lo que propone este salto en el tiempo se sienta coherente y relacionado con lo anterior, no como continuación, sino más bien como una equilibrada construcción hacia lo que podríamos llamar el punto cúlmine del relato.
Desde el punto de vista de la dirección, vemos una película confusa, muy enrevesada en sus inicios, pero sencilla en su interior. Paul Thomas Anderson dirige siempre de manera muy cuidadosa, manteniendo firme la cámara en una cinta que resulta tremendamente difícil de actuar y de producir. Muchas escenas son largas tomas, no necesariamente en plano secuencia, pero sí escenas que requieren una milimétrica coreografía para que cada elemento encuentre su espacio. La maestría del director es justamente aquella, invitarnos a ser parte de un vasto entorno y a la vez ser espectadores privilegiados de lo más íntimo y desgarrador que sucede con cada personaje, adornado con gran parafernalia que se encuentra siempre bien ubicada.
“One Battle After Another” es un thriller adrenalínico, trepidante por momentos, mordaz y muy audaz. Con una compleja edición que construye fases y etapas, va de más a menos pero no en tensión sino en densidad, descartando aquello que no es indispensable para ir centrándose lentamente en su punto principal. Tanto es así que podemos predecir el final, pero no podemos adivinar el resultado, porque Anderson se guarda algunas cartas hasta el último momento, preparando el terreno para que cualquier resolución posible resulte inesperada.
Dos horas y cuarenta minutos difíciles de observar pero que nos conducen a un proceso extremadamente rico y desafiante. Justamente, este es el tipo de películas que esperamos ver, las que descolocan, las disruptivas, las que nos hacen salir de lo conocido y nos remueven, y que, finalmente, nos acompañan un buen rato con su recuerdo.
Ficha técnica
Título original: One Battle After Another
Año: 2025
Duración: 161 minutos
País: Estados Unidos Estados Unidos
Compañías: Warner Bros., Ghoulardi Film Company. Distribuidora: Warner Bros.
Género: Acción. Thriller. Drama. Comedia | Comedia negra. Sátira. Crimen
Guion: Paul Thomas Anderson. Novela: Thomas Pynchon
Música: Jonny Greenwood
Fotografía: Paul Thomas Anderson, Michael Bauman
Reparto: Leonardo DiCaprio, Sean Penn, Benicio del Toro, Salón Regina, Teyana Taylor
Dirección: Paul Thomas Anderson
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