Un excelente programa se presentó el viernes 19 de diciembre en el teatro Municipal de Santiago. Obras norteamericanas dieron marco al último concierto de la Temporada 2008, dirigido por el maestro Maximiano Valdés.
Comenzamos escuchando la Primavera Apalache de Aaron Copland ( 1900 - 1990 ). Obra de 1944 ofrece una riqueza sonora y rítmica muy característica del compositor. Las melodías largas, sobre camas armónicas producen climas y ambientes delicados los que son interrumpidos por vigorosos momentos en los que los cambios de tiempo producen aquella irregularidad rítmica que balancea la pieza. La orquesta, y en especial las cuerdas, tuvieron un especial cuidado sonoro. Algunos intrumentinos de maderas, en ocasiones faltos de afinación exacta, se lucieron en sus solos correspondientes. La batuta del maestro Valdés, serena y clara, transmitió aquello en el resultado sonoro final.
Como segunda obra escuchamos el Concierto para Violín de Samuel Barber ( 1910 - 1981 ). Este brillante concierto, escrito en 1939, presenta grandes desafíos técnicos, sonoros y musicales para el solista. El violinista Mark Kapland fue el encargado de dar vida al concierto. El solista es norteamericano, estudió en Juilliard School y toca en un Stradivarius llamado "El marqués". Y se nota desde el comienzo entregando un sonido precioso, lleno de colores y texturas que no compite con la masa orquestal. Destaca en forma notable el manejo del arco en el solista. De una simpleza y suavidad, logró sonidos encantadores sin dejar de lado la expresividad. Con un brillante final - un tercer movimiento lleno de gran virtuosismo y temple - Kapland conquistó al público del Municipal. Luego del concierto ofreció como bis el Capricho 9 de Paganinni.
En la segunda parte, y luego de una breve explicación a cargo del maestro Valdés, escuchamos de Charles Ives ( 1874 - 1954 ) "La pregunta sin respuesta", obra mínima a cargo de las cuerdas, un grupo de flautas y una trompeta solista fuera del escenario. Audaz y compleja, esta obra aborda la gran pregunta de la humanidad sobre la existencia, y presenta tres planos distintos, superpuestos e interrelacionados. El resultado fue muy interesante desde el punto de vista sonoro, y sin duda la explicación anterior a la obra permitió a la audiencia comprenderla y recibirla de mejor forma.
Finalmente escuchamos una suite con las Danzas Sinfónicas de West Side Story de Leonard Bernstain ( 1918 - 1990 ). En una excelente y sólida interpretación, el maestro Valdés logró plasmar la intensidad rítmica y sonora de estas piezas, una suerte de conjunción entre lo docto, popular y el jazz sinfónico que logró entusiasmar al teatro por completo. Se destacaron mucho las secciones de bronces y percusión de la orquesta, con una riqueza sonora y rítmica apropiada a la obra, logrando un resultado del conjunto notable.
De hecho, la repetición del "Mambo" fue el corolario de una noche llena de magia musical.
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