El segundo concierto de la Orquesta Filarmónica de Santiago resultó ser uno de los mejores de los últimos meses.
Bajo la segura y atenta conducción del maestro chileno Rodolfo Fischer, la Orquesta pudo dar vuelta en 180 grados la presentación de la semana anterior.
Atrás quedaron las durezas, para dar paso a los matices. La seguridad en las entradas se recuperó gracias a la precisa batuta del maestro y la concepción musical lograda da cuenta de la excelencia que puede lograr este conjunto cuando es correctamente liderado.
El concierto comenzó con la Suite Pulcinella de Stravinsky. Obra escrita en estilo clásico, nada tiene en común con los grandes ballets del compositor. Podemos descubrir algunas sorpresas armónicas y rítmicas dentro el armado de la composición, que sin embargo no alteran el sentido clásico de la partitura. Destacaron por sobre todo los colores de la cuerda y el ensamble de las maderas y bronces. El maestro Fischer, destacado por su búsqueda del color en la paleta orquestal, logró imprimir la jovialidad que la partitura requiere y la orquesta respondió en un muy buen nivel.
A continuación escuchamos el Concierto para piano en Re Mayor de Haydn con la participación del maestro chileno Alfredo Perl como solista. Probablemente falten las palabras que describan el maravilloso sonido que imprime al piano el maestro, que en variados pasajes hacía olvidar la técnica, dejando sólo florecer las frases y delicadas terminaciones en una obra clásica de excelencia. El acompañamiento de la orquesta estuvo en un nivel muy preciso, poniendo las alfombras sonoras justas para el lucimiento del solista.
En la segunda parte fue el turno del Concierto para piano y orquesta Nº 2 en Re menor, Op. 40, de F. Mendelssohn. Ya sorprende la decisión de incluir en un mismo programa dos conciertos de piano con el mismo solista, sin embargo la capacidad técnica y musical del maestro Perl hace olvidar este hecho. Abordado desde su estilo romántico y avasallador, el concierto fue conducido entre finos y sutiles momentos y grandiosos tuttis orquestales. El maestro Perl volcó todo su ímpetu en este concierto, logrando pasajes brillantes y encantadoramente bellos. La orquesta estuvo siempre a la altura, con gran precisión rítmica y siempre colaborando con el solista en la búsqueda del mejor sonido ensamblado. Tanto Perl como Fischer fuero ovacionados por largos minutos, coronando una mágica noche compartida.
Para finalizar el concierto escuchamos una de las obras más inquietas de R. Strauss: Las travesuras de Till, Poema sinfónico, Op. 28. Obra colorística y llena de dificultades fue encarada por el maestro Fischer con una madurez y seguridad encomiables. El control del pulso, el tiempo para cada uno de los fraseos y terminaciones y la agudeza del color instrumental dieron forma a una versión de lujo del poema sinfónico. La orquesta, muy motivada, respondió a cabalidad en todas las solicitudes de su director. Los intrumentinos solistas - corno, clarinete pícolo y concertino - pudieron cantar libremente, mientras las camas armónicas sostenían el andamiaje orquestal base.
Un concierto brillante, que borra anteriores presentaciones y que da nuevos bríos a la Orquesta Filarmónica en este comienzo de 2009.
Ficha técnica
Concierto II / Orquesta Filarmónica de Santiago
Teatro Municipal
Miércoles 18 de marzo de 2009
Director:
Rodolfo Fischer
Solista:
Alfredo Perl (Piano)
I. Stravinsky: Suite Pulcinella
F. J. Haydn: Concierto para piano y orquesta en Re mayor HOB XVIII:11
F. Mendelssohn: Concierto para piano y orquesta Nº 2 en Re menor, Op. 40
R. Strauss: Las travesuras de Till, Poema sinfónico, Op. 28
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